32º Congreso de UGT

El Congreso aprobó casi por unanimidad la gestión de la ejecutiva saliente

Un ejercicio político casi circense de parte del aparato oficial de la Unión General de Tabajadores permitió que, pasadas las tres de la madrugada del viernes último, el 32º Congreso ugetista aprobara prácticamente por unanimidad la gestión de su ejecutiva. A puerta cerrada y durante casi cinco horas -además de las dos que, levantada la sesión para la cena, se dedicaron a las componendas y compromisos políticos de última hora-, la ejecutiva elegida hace ahora dos aflos en Barcelona soportó un estratégico ataque de los críticos de la organización.

El resultado final después de que «funci...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Un ejercicio político casi circense de parte del aparato oficial de la Unión General de Tabajadores permitió que, pasadas las tres de la madrugada del viernes último, el 32º Congreso ugetista aprobara prácticamente por unanimidad la gestión de su ejecutiva. A puerta cerrada y durante casi cinco horas -además de las dos que, levantada la sesión para la cena, se dedicaron a las componendas y compromisos políticos de última hora-, la ejecutiva elegida hace ahora dos aflos en Barcelona soportó un estratégico ataque de los críticos de la organización.

Más información

El resultado final después de que «funcionaran las calculadoras» por los pasillos del congreso, arroja un 90,25% de votos a favor de la gestión de la ejecutiva saliente; 1,97%, en contra, y la abstención suma un 7,67%.El balance de la votación se considela entre los miembros del congreso como la culminación de una gran operación política, en la que Nicolás Redondo, como cabeza de una dirección que trata de situarse por encima o al margen de las diferencias internas entre las líneas Gamacho y Zufiaúr, habría logrado, al milímetro, compensar una y otra posición hasta lograr que la labor de la ejecutiva consiguiera la aceptación masiva del congreso. Con ello, la permanencia de Redondo al frente del sindicato queda asegurada.

No obstante, en declaraciones realizadas tras ser aprobada la gestión de la ejecutiva, Nicolás Redondo aún no tenía decidida su presentación a la reelección. «Depende (se refería a su permanencia o no al frente de UGT) de lo que salga de las ponencias que habrá de debatir el pleno, ya que, de darse, es difícil aplicar una línea de actuación, con la que no se está de acuerdo.» De acuerdo con lo que ha podido trascender de los debates celebrados a puerta cerrada sobre la labor de la ejecutiva, los principales ataques del sector crítico (comprendido este término de manera convencional, pues la línea de Gamacho proclive a una mayor vinculación al PSOE, no es apoyada por el partido, si bien sí cuenta con el apoyo de parte de éste, a su vez constitutivo de la corriente crítica del mismo) se centraron en tomo a determinadas personas de la ejecutiva, vinculadas a la tendencia que puede representar el secretario de relaciones políticas y sindicales, José María Zufiaún.

En este sentido, el mayor enfrentamiento se habría registrado a propósito de los votos de censura presentados por diversas federaciones de industrias (afines a Garnacho, quien orgánicamente controla este sector de la UGT, aunque ahora también quede fuera del aparato) y uniones provinciales contra los secretarios de acción reivindicativa, José María Romero; prensa, Elena Vázquez, y la ya citada de relaciones políticas. Según las versiones recogidas por EL PAIS, las críticas sustentadas por estos votos de censura responderían más a una determinada actitud política, contraria a la pluralización de la central, que a la actuación sindical de los titulares de las referidas secretarías.

En esta línea, el aparato del sindicato habría tratado de evitar un mayor deterioro del equilibrio de fuerzas a propósito de dichos votos, por lo que el apoyo político prestado por el máximo dirigente del sindicato, Nicolás Redondo, habría encontrado su límite en las personas de José María Romero y Elena Vázquez, a los que se habría «abandonado a su suerte», tratando de evitar que en la caída de esta tendencia fuera arrastrado José María Zufiaúr.

De esta manera, aunque ninguno de los tres votos prosperó, el hecho de que José María Romero obtuviera tan sólo un 46,52% del apoyo del congreso, frente al 35,08% de los partidarios del voto presentado contra su gestión, le invalida como candidato para. la nueva ejecutiva. Otro tanto ocurre con Elena Vázquez, responsable de prensa, contra la que se manifestó un 42,68% del congreso, mientras el 44,26% rechazaba su voto de censura, por lo que también queda excluida de la lista. Por lo que se refiere a José María Zufiaúr, al parecer su voto de censura se centraba en la acusación de haber forzado la presencia de la USO, central en la que fue secretario general hasta el momento de su integración en el sindicato socialista, en la negociación del convenio de banca. La votación sobre Zufiaúr arrojó un 25,37% del voto de censura, un 53,96% en contra y un 20,66% de abstenciones. Estos resultados, al parecer calibrados al máximo para permitir su permanencia en la ejecutiva, eran considerados ayer, no obstante, como invalidadores de su integración en el nuevo equipo de dirección.

Hasta la madrugada de hoy, y al cierre de esta edición, aún no se había ultimado la nueva lista oficial de la ejecutiva que habrá de salir del congreso. En este sentido, en los pasillos del congreso se especulaba, ya entrada la madrugada, con la actitud de Nicolás Redondo al respecto y se recordaba cómo en su intervención ante el plenario, durante la presentación de la gestión realizada por la ejecutiva saliente, había señalado que «si nos proponemos un sindicalismo plural y abierto, que sea un fiel reflejo de la composición sociológica de la clase trabajadora, la ideología o posición política de un trabajador no debe ser un inconveniente práctico para ingresar en la UGT».

Archivado En