Cartas al director

Anemia cultural

¿Vive el país (en plena fiebre de recuperaciones) una época culturalmente declinante? No lo parece. Por eso, no puedo estar de acuerdo con Domingo García-Sabell, él que es uno de nuestros mejores representantes de la cultura, cuando dice que «la cultura es hoy, en el país, una alucinación pasiva y bien establecida» (EL PAÍS, 21-2-1980).Razón, por el contrario, no le falta al afirmar que se «trata de una vida cultural sin pulso, anémica, burocratizada, reiterativa, inerte». Nuestra cultura -como nuestra ciencia- está en efecto demasiado burocratizada y preprogramada. Los concursos literarios, v...

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¿Vive el país (en plena fiebre de recuperaciones) una época culturalmente declinante? No lo parece. Por eso, no puedo estar de acuerdo con Domingo García-Sabell, él que es uno de nuestros mejores representantes de la cultura, cuando dice que «la cultura es hoy, en el país, una alucinación pasiva y bien establecida» (EL PAÍS, 21-2-1980).Razón, por el contrario, no le falta al afirmar que se «trata de una vida cultural sin pulso, anémica, burocratizada, reiterativa, inerte». Nuestra cultura -como nuestra ciencia- está en efecto demasiado burocratizada y preprogramada. Los concursos literarios, valga el ejemplo, son estímulos para el escritor, pero también son competiciones deportivas que, como en todas, gana muchas veces el que mejor suerte tiene. Los métodos de la economía competitiva se nos han metido también en la cultura y así nos va. Otra cosa sería el «frenesí culturalista» que nos impone esta misma economía.

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