Cartas al director

"Hombre rico, hombre pobre"

Cuando, hace poco tiempo, he cerrado el televisor, luego de presenciar el último (?) capítulo de la serie Hombre rico, hombre pobre, he quedado un tanto desilusionado y un no menos defraudado.Es verdad -y he sido el primero en comprender y explicar a mis hijos y esposa que, conmigo, han seguido los numerosos episodiosque los «enredos» del guionista -que han servido, en rigor, para mantener prendida la atención de millones de telespectadores- no permitían llegar a un desenlace claro; de aquí la desilusión. Pero no es menor cierto que tal final (?) constituye el exponente de la especial h...

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Cuando, hace poco tiempo, he cerrado el televisor, luego de presenciar el último (?) capítulo de la serie Hombre rico, hombre pobre, he quedado un tanto desilusionado y un no menos defraudado.Es verdad -y he sido el primero en comprender y explicar a mis hijos y esposa que, conmigo, han seguido los numerosos episodiosque los «enredos» del guionista -que han servido, en rigor, para mantener prendida la atención de millones de telespectadores- no permitían llegar a un desenlace claro; de aquí la desilusión. Pero no es menor cierto que tal final (?) constituye el exponente de la especial habilidad -a la americana- de introducir y sembrar en el mercado un artículo para su más amplia venta y mejores beneficios economicos, manejando los resortes emotivos y sentimentales de esa gran masa de televidentes, con objeto de mantenerla a la expectativa de una posible continuación, y ello supone una evidente «manipulación» de los seres humanos, y de aquí la defraudación.

No creo que sea enteramente honesto permitir el libre juego de las emotividades humanas con meras finalidades mercantiles, creando una desazón colectiva con el exclusivo propósito de obtener mayores y más seguros beneficios.

Cada autor es -o debe ser- libre para dar a su obra la terminación que juzgue más conveniente. Pero la estatificada televisión española no debe serlo para manejar a sus obligados recepcionarios como simples muñecos de guiñol. cuyos hilos se tejen en las grandes multinacionales made in USA.

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