Televisión y Parlamento británicos

La vida parlamentaria británica puede convertirse en uno de los programas más esperados por la BBC y televisión independiente si el próximo 7 de marzo prospera el proyecto de ley presentado por Austin Mitchell, diputado laborista, para que las cámaras de televisión puedan cubrir, in situ, las sesiones del Parlamento.El proyecto del señor Mitchell, quien fue una personalidad del mundo de la televisión antes de ser elegido diputado, registró un empate a 201 votos, que resolvió a favor el presidente de la Cámara, Bernard Weatherhill, con estas palabras: «Doy mi voto a favor al objeto de of...

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La vida parlamentaria británica puede convertirse en uno de los programas más esperados por la BBC y televisión independiente si el próximo 7 de marzo prospera el proyecto de ley presentado por Austin Mitchell, diputado laborista, para que las cámaras de televisión puedan cubrir, in situ, las sesiones del Parlamento.El proyecto del señor Mitchell, quien fue una personalidad del mundo de la televisión antes de ser elegido diputado, registró un empate a 201 votos, que resolvió a favor el presidente de la Cámara, Bernard Weatherhill, con estas palabras: «Doy mi voto a favor al objeto de ofrecer a la Cámara la posibilidad de reconsiderar esta cuestión.» El hecho de que Margaret Thatcher y James Callaghan, líderes de los partidos conservador y laborista, hayan votado en contra, no sería un grave obstáculo, según la prensa británica, al proyecto de ley. En anteriores ocasiones (febrero de 1975 y julio de 1978) se había rechazado, por ligera mayoría de votos en contra, la posibilidad de instalar los equipos de televisión en el recinto de la Cámara de los Comunes. Los micrófonos de la radio fueron autorizados en plan experimental en 1975 y, definitivamente, desde el pasado año.

Los partidarios de las cámaras de televisión argumentan que el Parlamento no puede ser un recinto cerrado de batallas políticas y debates que interesan a todos los ciudadanos. La televisión contribuiría a poner al Parlamento en el centro de la vida nacional. La principal objeción de los contrarios a las cámaras se funda en que la televisión alteraría el carácter y atmósfera intimista de las sesiones, que se vería transformada en espectáculo. John Stokes, conservador, lamentó que la televisión tienda, por su propia naturaleza, a exagerar lo sensacional, lo trivial y lo escandaloso.

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