Dalí no pudo inaugurar ayer en París su exposición retrospectiva

«Con este contratiempo, mi retrospectiva será visitada por 200.000 personas más», sentenció Salvador Dalí, ayer, cuando ya descansaba en su hotel, tras el susto que padeció por la mañana en el Centro Pompidou: los empleados se habían declarado en huelga y les impidieron la entrada al pintor y a la comitiva oficial, presidida por el ministro francés de Cultura, Jean Philippe Lecat. Por ello, la inauguración no pudo celebrarse, y hoy tampoco será abierta al público.

Todo transcurrió en un abrir y cerrar de ojos, a última hora de la mañana de ayer, a la entrada de la planta baja del Beaub...

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«Con este contratiempo, mi retrospectiva será visitada por 200.000 personas más», sentenció Salvador Dalí, ayer, cuando ya descansaba en su hotel, tras el susto que padeció por la mañana en el Centro Pompidou: los empleados se habían declarado en huelga y les impidieron la entrada al pintor y a la comitiva oficial, presidida por el ministro francés de Cultura, Jean Philippe Lecat. Por ello, la inauguración no pudo celebrarse, y hoy tampoco será abierta al público.

Todo transcurrió en un abrir y cerrar de ojos, a última hora de la mañana de ayer, a la entrada de la planta baja del Beaubourg en donde debía oficiarse la inauguración solemne de la primera retrospectiva que Francia le ofrece al pintor de Figueras con una exposición de 120 cuadros, doscientos dibujos y más de 2.000 documentos. Dalí llegó acompañado por Gala, su esposa. Allí estaban el ministro señor Lecat, el embajador de España en Francia, Miguel Solano, el presidente del Centro Pompidou, Jean Millier, y otros amigos y autoridades. Los ochocientos empleados del Centro ya habían advertido que ayer y hoy se declararían en huelga para forzar la concesión de sus reivindicaciones. Beaubourg mantuvo la inauguración oficial porque, parece ser, se les había garantizado a las autoridades que los huelguistas no impedirían el acto de la inauguración oficial. Pero en el momento en que la comitiva intentó franquear la entrada, los empleados sacaron sus pancartas reivindicativas: «Ya está bien de despilfarro, satisfacción a nuestras peticiones.» Dalí llegó a caminar dos o tres metros en el hall del museo, pero fue rechazado bajo una lluvia de pasquines en los que se leía simplemente, Huelga. Al presidente del Centro le ocurrió otro tanto, mientras los huelguistas le gritaban sus reivindicaciones. El ministro de Cultura apenas ocultaba su enfado. Dalí, durante unos segundos, perdió a su mujer, Gala. «¿Dónde está Gala?» era su única obsesión. Un empleado del Centro diría después que, en el momento en que se le impidió entrar, había dicho: «Yo estoy con vosotros.» Y nada más: en vista de lo imposible, es decir, de inaugurar el festival daliniano, cada cual volvió a su casa. Por la tarde también se les prohibió la entrada a los periodistas. Y hoy, miércoles, día de la apertura para el público, la huelga retrasará el acontecimiento. Durante la tarde de ayer, el comité de huelga explicó repetidamente sus reivindicaciones: reclasificaciones de categorías, sueldo mensual no inferior a 3.200 francos (55.000 pesetas), reducción de la jornada laboral a cuarenta horas. Un portavoz de los empleados afirmó que «la huelga no tenía nada que ver con Dalí. Ha sido pura causalidad el que hayan coincidido la huelga y la inauguración de su retrospectiva». Otro portavoz contradijo esta afirmación al declarar: «Se ha escogido la fecha de la huelga en función de la repercusión en un día señalado.»¿Cuándo se abrirán las puertas de la retrospectiva que debe durar hasta el 14 de abril próximo? El presidente del Centro estimó desmesuradas las peticiones de los empleados, y no parece dispuesto a ceder. Los huelguistas decidirán hoy si continúan o no su movimiento: «Esto dependerá», dijeron, «de la disposición de la dirección para iniciar las negociaciones», actitud que, en principio, o parece dura. Dalí, en cualquier caso, como lo había previsto, viajará este miércoles a Estados Unidos, y, en consecuencia, el señor avida dollars no presidirá la inauguración oficial de su «apoteosis genial».

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