Cartas al director

De libros y librerías

Ya se ha publicado una buena carta en este periódico sobre lo concurridas que están las librerías en Francia y sobre todo en París. Una vez más pude constatar la diferencia cada vez mayor con las de Madrid, y me gustaría hacerme eco de ello, para que así en lugar de imitar modas que vienen de París imitemos ésta que no puede hacer daño a nadie, salvo a los que queman libros.Entrar en una librería era casi una fiesta. Las últimas novedades al alcance de todos por una horas. Casi todas repletas de gente que hojeaba tranquilamente y hasta leía con todo respeto sin ser molestada. Están abiertas ha...

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Ya se ha publicado una buena carta en este periódico sobre lo concurridas que están las librerías en Francia y sobre todo en París. Una vez más pude constatar la diferencia cada vez mayor con las de Madrid, y me gustaría hacerme eco de ello, para que así en lugar de imitar modas que vienen de París imitemos ésta que no puede hacer daño a nadie, salvo a los que queman libros.Entrar en una librería era casi una fiesta. Las últimas novedades al alcance de todos por una horas. Casi todas repletas de gente que hojeaba tranquilamente y hasta leía con todo respeto sin ser molestada. Están abiertas hasta altas horas de la noche, incluso en domingo, en los barrios céntricos.

Las hay de todos los gustos; antiguas, con viejos libros e incunables, de ocasión, improvisadas, peculiares, como la Shakespeare, con un «salón para escritores», en donde la única condición para pasar allí la noche es leerse un libro o comprarlo. Está siempre abierta y atendida por un americano utópico que escucha a todos cordialmente en todos los idiomas (incluido el español).

Dicen que el español lee poco y, sin embargo, se considera culto. Pero la Unesco mide el nivel de cultura de un país por los kilos de papel consumidos en libros y periódicos.

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Creo, en definitiva, que hablar del libro como vehículo de comunicación viva correspondería al Ministerio de Cultura, con las consiguientes ayudas tanto en precios como en promoción cultural en todos los aspectos. Sin embargo, espero que un día el libro sea una necesidad y no lo sea la televisión con su muermo de uniformidad.

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