Cartas al director

Minusválidos

Hojeando el periódico del 1 de noviembre leo, con gran sorpresa por mi parte, en la misma sección a la que me dirijo, la carta «Contra una ciudad protegida para minusválidos». Sinceramente me siento en la necesidad de aclarar algunas cuestiones que en ella se plantean.Se establece una comparación entre el proyecto de don Fernando Martín Vicente y el «proyecto» de Fray Serafín Madrid sobre la ciudad de San Juan de Dios (Sevilla). Esta comparación no puede ser establecida en base a las siguientes consideraciones:



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. Fray Serafín Madrid no pretendía crear una ciudad protegid...

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Hojeando el periódico del 1 de noviembre leo, con gran sorpresa por mi parte, en la misma sección a la que me dirijo, la carta «Contra una ciudad protegida para minusválidos». Sinceramente me siento en la necesidad de aclarar algunas cuestiones que en ella se plantean.Se establece una comparación entre el proyecto de don Fernando Martín Vicente y el «proyecto» de Fray Serafín Madrid sobre la ciudad de San Juan de Dios (Sevilla). Esta comparación no puede ser establecida en base a las siguientes consideraciones:

1. Fray Serafín Madrid no pretendía crear una ciudad protegida para los minusválidos con el fin de pasar en ella los fines de semana y los ratos libres, sino que, por el contrario, la ciudad se creó para la formación educativa del minusválido. El término ciudad, en este caso, sería semejante al de «complejo educativo» (clases teóricas, prácticas, formación integral a todos los niveles y, por supuesto, también tiempo libre, ya que se trataba de un internado).

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2. El proyecto no se quedó en eso, sino que se ha llevado a la práctica en once años ininterrumpidos de labor y ahí están los resultados obtenidos para quien se tome la molestia de buscarlos.

3. La ciudad está «protegida» en el sentido de que, al tratarse de un centro para minusválidos, es necesario tener presente las limitaciones que nos encontramos a la hora de una formación cultural; como ejemplo: una operación quirúrgica que nos obliga a seguir un distinto ritmo académico, con la necesidad de una rehabilitación constante, la cual exige la creación de unos departamentos adecuados para ello.

4. Sólo me gustaría añadir que con el resto de la carta estoy de acuerdo con don Paulino Azúa. Los minusválidos tenemos una serie de limitaciones y muchos problemas a la hora de integrarnos en la sociedad y no pienso que una forma de ayudarnos a realizar esa integración sea la de «asociarnos» para que pasemos los ratos libres. Por el contrario, esos ratos libres, a ser posible, deberían pasarse con «gente normal» para que se efectuase un mutuo conocimiento por ambas partes, el cual será muy necesario en el futuro próximo de cualquier minusválido y deficiente.

(Alumna de la ciudad de San Juan de Dios por un período de ocho años)

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