Entrevista:

Fernando Torcal, monopolizador del negocio futbolístico

Tras la febril actividad del fútbol amistoso de verano se mueve la figura inquietante de un hombre de 39 años, 1,50 metros de estatura, grueso y con grandes lentes. Se llama Fernando Torcal, y es lo que antes se conocía como un intermediario, palabra que en el fútbol alcanzó tintes siniestros; él prefiere definirse como un «hombre de negocios futbolísticos» o como agente de la UEFA -esto último es lo que reza en su carné de identidad-. A él recurren tanto ayuntamientos de grandes capitales como los clubs más prestigiosos para que les organice giras, partidos amistosos y torneos de verano. No d...

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Tras la febril actividad del fútbol amistoso de verano se mueve la figura inquietante de un hombre de 39 años, 1,50 metros de estatura, grueso y con grandes lentes. Se llama Fernando Torcal, y es lo que antes se conocía como un intermediario, palabra que en el fútbol alcanzó tintes siniestros; él prefiere definirse como un «hombre de negocios futbolísticos» o como agente de la UEFA -esto último es lo que reza en su carné de identidad-. A él recurren tanto ayuntamientos de grandes capitales como los clubs más prestigiosos para que les organice giras, partidos amistosos y torneos de verano. No debe hacerlo mal cuando en sólo seis años ha llegado a acaparar el mercado. Pasa doscientos días al año viajando, y el presupuesto de la sociedad que creó él mismo para afrontar estas actividades es equivalente al de clubs como el Atlético y el Valencia. Escribe Alfredo Relaño.

«Mi mayor interés es desterrar del mundo del fútbol esa imagen del intermediario como un gangster, un traficante de carne, un mafioso que obliga a los clubs a comprarle y venderle según su capricho. Creo que el agente futbolístico tiene un sitio en el fútbol, y lo estoy demostrando. Yo contrato partidos y giras, con licencia de la UEFA, y en mi trabajo no hay nada de extraño, ni de turbio, ni de siniestro. A mí acude un Ayuntamiento como el de La Coruña o Cádiz, y me pide que les organice un torneo, según un presupuesto. Entonces yo busco clubs que estén interesados en participar y que puedan interesar al título de la ciudad en cuestión y les ofrezco un dinero por su participación. El torneo se celebra y, si el público acude, hay ganancias. Si no, pérdidas.».Y Torcal siempre acierta, porque, poco a poco, ha ido acaparando el mercado, y hoy en día prácticamente todo el fútbol de verano pasa por sus manos: «Sí. Yo era ayudante de un intermediario, Luis Guijarro. Me independicé para hacerme cargo del Teresa Herrera, de La Coruña, que estaba a punto de desaparecer. Desde que lo cogí yo, ha ido para arriba. Este año el éxito deportivo ha sido completo: se ha jugado con el estadio lleno las tres tardes; el público ha disfrutado y, al final, han quedado diez millones largos de ganancias para el Ayuntamiento. Diez millones que se emplean en beneficencia. Bueno, pues empecé por el Teresa Herrera, que se moría, y prueba de que lo he hecho bien es que ahora todos los torneos de cierta importancia que se organizan en España en este mes los organizo yo. Lo mismo el Carranza que el de Palma, que el Villa de Mádrid, el Gamper, el Costa del Sol... Sólo el Trofeo Bernabéu, que lo gestionó el propio Real Madrid, no cuenta con mi intervención. Algunos dicen que los intermediarios somos unos mafiosos, porque hace años que se piensa eso, y, quizá antes era válida esa información, pero dígame: ¿pueden ser tan tontos todos esos ayuntamientos y esos clubs como para dejarse engañar año tras año por Torcal?»

Continental Deportes

Nació hace 39 años en Madrid. Su hermano tenía una gestoría y comenzó a trabajar en ella como administrativo. Luego, a los veinte años, entró como secretario de Luis Guijarro, célebre intermediario, ya un tanto fuera de la circulación. Allí consiguió durante años las relaciones necesarias para independizarse. Durante algún tiempo trabajó junto con Alfonso Aparicio, hasta que hace seis años decidió trabajar solo. Ahora preside la sociedad creada por él mismo, Continental Deportes, que tiene cuatro empleados en sus oficinas de Madrid y diez hombres que se mueven por todo el mundo. La sociedad factura más de quinientos millones al año y él pasa doscientos días al año viajando. Aunque cuando realmente hace su agosto es en el agosto español, su actividad no se limita a nuestro país.«He empezado a organizar partidos en otros lugares; por ejemplo, ahora he contratado los partidos del Atlético en Alemania. También he montado partidos este año en Italia, Centroamérica, Argentina, Colombia, Perú, Australia, Extremo Oriente, Arabia, Francia y Holanda.»

El suyo es un monopolio casi absoluto. Los otros intermediarios, «hombres de negocios futbolísticos» o agentes de la UEFA, cómo se les quiera llamar, han sido borrados del mapa por él: «Supongo que yo soy lo bastante eficiente como para que cada vez haya más gente que me busque. Si a los demás nadie les busca será porque son menos eficaces que yo; o menos honrados, quién sabe.»

No le importa reconocer que en ocasiones también trabaja en el traspaso de jugadores, algo prohibido por la UEFA: «Los clubs acuden en busca de asesoramiento y yo se lo doy. Eso no creo que tenga nada de turbio o de siniestro. Creo que la UEFA levantará esa prohibición. El intermediario existe en todos los mercados.»

El Madrid, el más caro del mundo

Su vida está completamente alrededor del fútbol: «Esta es mi única actividad, por supuesto. No tendría tiempo para más. Y no me gano mal la vida.» Cobra un porcentaje de las ganancias, y no le importa arriesgar: «Hay que ser atrevido a, veces, aunque puedas pillarte los dedos: Yo arriesgo dinero con frecuencia.»Un buen torneo de verano, de primer orden, puede suponer un presupuesto de más de treinta millones. A la hora de las ganancias es cuando él entra a repartir: «Naturalmente, dependo de que los torneos sean rentables. No hago más que leer en los periódicosque son deficitarios, pero la realidad es otra. Son restables, al menos los que yo organizo, que son casi todos.»

Su trabajo es especular con el precio que cobra cada club por jugar partidos amistosos y la capacidad de convocatoria de ese club. «Ahí es donde no se puede fallar. A los clubs hay que pagarles un tanto fijo porque vayan a un torneo. Si luego la gente no va, pierdes el dinero.» El Madrid sigue siendo el club de mayor cotización en todo el mercado internacional: «Catorce millones por un torneo: «Y es el más rentable. El Madrid llena donde va. Máxime si,como este año, presenta a un nuevo jugador.» La cotización de un club responde a dos factores: «Hay clubs con un nombre que arrastra al público por si solo. Hay otros que, aunque como club no tengan un gran prestigio, cuentan ocasionalmente con alguna figura que de por sí llena el campo. Ahora mismo está el caso de Flamengo, con ocho internacionales brasileños; es evidente que hay que pegarle más que a otros equipos de Brasil, porque esas ocho figuras llevan mucha gente. Pero para cubrirme las espaldas hago especificar en el contrato que acudirán los internacionales.»

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