Cartas al director

Los nazis existen

Televisión Española anuncia, por fin, la proyección de la novela Holocausto. No obstante, es inquietante y, por otra parte, curioso constatar todos los obstáculos que han debido esquivarse desde la adquisición de la serie hasta la fecha de su emisión.Desde luego, no es de extrañar que aquellas personas que hayan padecido los sufrimientos y las humillaciones en los campos de concentración de la Alemania de Hitler critiquen negativamente la novela en cuestión, pues, efectivamente, una novela de esta índole no conserva el rigor científico e histórico de la realidad. Sin embargo, ...

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Televisión Española anuncia, por fin, la proyección de la novela Holocausto. No obstante, es inquietante y, por otra parte, curioso constatar todos los obstáculos que han debido esquivarse desde la adquisición de la serie hasta la fecha de su emisión.Desde luego, no es de extrañar que aquellas personas que hayan padecido los sufrimientos y las humillaciones en los campos de concentración de la Alemania de Hitler critiquen negativamente la novela en cuestión, pues, efectivamente, una novela de esta índole no conserva el rigor científico e histórico de la realidad. Sin embargo, Holocausto -cuyo título es ya equívoco, pues no se trató de un sacrificio, sino de un verdadero asesinato premeditado de personas inocentes cuyo pecado era ser negro, judío, gitano, socialista, comunista, republicano, inválido, etcétera, en suma, ser diferente o pensar de modo distinto a los nazis- refleja, aunque sólo sea en una pequeña medida, los horrores del Tercer Reich. A nadie viene mal, pues, ver algo en Televisión que por lo menos suscite la curiosidad por la historia, esto es, por lo que hay en efecto detrás de la desgracia de la familia Weiss, por saber lo que es el fascismo, el nacionalsocialismo o el racismo y comprender, quizá mejor, lo que supone un régimen democrático.

Mucha gente se pregunta que por qué suele insistirse más, cuando del genocidio nazi se trata, en la matanza de los judíos. La respuesta está en Mein Kampf (Mi lucha), la biblia del nazismo, en la Conferencia de Wansee, en 1942, donde se decidió la solución final, que suponía el exterminio del pueblo judío, y puede también encontrarse en la propaganda neonazi y en sus actos recientes. Pero, desde luego, quienes no hubieran querido que algún día se hablase de seis millones de judíos asesinados son los propios judíos.

Al republicano o al comunista se le mataba por pensar de modo distinto al nazismo; al judío -al igual que a los negros y a los gitanos- se le mataba, independientemente de que fuese republicano o comunista o no tuviese ideología política alguna, por ser judío, por ser diferente al ario nazi. No sólo eso: los nazis del Tercer Reich -asesinando a los descendientes del tercer o cuarto grado de judíos, aunque nada tuviesen ya que ver con el judaísmo- y las hordas neonazis, ahora -quemando sinagogas o profanando tumbas en los cementerios judíos- han pretendido y siguen intentando no sólo exterminar al pueblo judío, sino borrar su historia y su memoria.

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El nazismo y los nazis no han desaparecido: cuando oyen hablar de libertad o de cultura, ellos sacan la pistola (el asesinato de un militante de las Juventudes Comunistas, la explosión de una bomba en la sinagoga de Madrid hace más de dos años, etcétera). Y si no, ahí tenemos en muchas de las fachadas de las calles de Madrid y de España los excrementos que las hordas neonazis han dejado por la noche, como los perros y las ratas, en forma de cruces gamadas, de calaveras y de siglas siniestras. A los partidarios del olvido de la historia, del perdón para los asesinos nazis, la novela Holocausto les refrescará la memoria. A todos nos estimulará a conocer las raíces y a los autores del genocidio de muchos millones de personas que ocurrió hace tan sólo unos cuantos años.

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