Tribuna:

Desenterrada el hacha

La oposición parlamentaria ha desenterrado el hacha de guerra. Al menos, eso se esforzaron en demostrar socialistas y comunistas durante la sesión de ayer de la Diputación Permanente del Congreso, en un anticipo de lo que será la próxima legislatura y de la estrategia de los principales partidos de la izquierda. El partido del Gobierno, crecido por la reciente victoria electoral, sin la necesidad acuciante de consensos y con la votación de investidura en el bolsillo, mostró dosis de agresividad en la respuesta y predisposición para repeler los ataques presentes y los que se avecinan.UCD despla...

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La oposición parlamentaria ha desenterrado el hacha de guerra. Al menos, eso se esforzaron en demostrar socialistas y comunistas durante la sesión de ayer de la Diputación Permanente del Congreso, en un anticipo de lo que será la próxima legislatura y de la estrategia de los principales partidos de la izquierda. El partido del Gobierno, crecido por la reciente victoria electoral, sin la necesidad acuciante de consensos y con la votación de investidura en el bolsillo, mostró dosis de agresividad en la respuesta y predisposición para repeler los ataques presentes y los que se avecinan.UCD desplazó a la reunión de ayer -sobre el papel, una sesión de trámite-, junto a sus diecisiete representantes, al vicepresidente Fernando Abril, y a los ministros de Trabajo y de Educación y Ciencia, Rafael Calvo e Iñigo Cavero. Cada uno debía cubrir un flanco en las discusiones previsibles. Pero la punta de lanza para replicar a los puyazos de la izquierda la asumió José Pedro Pérez Llorca, quien jugó su papel con extremada acritud y causticidad. En un momento dado, él y Gregorio Peces-Barba se enzarzaron en una dura controversia muy próxima al «más eres tú» sobre el apasionante tema de la publicación en el BOE de los acuerdos de la Diputación Permanente. «Menos burocracia y más respeto al Parlamento», imputaba Pérez Llorca; «Repase su señoría la teoría generial del Derecho», replicaba Peces-Barba.

Pero al margen de algunas tempestades fácilmente contenibles en un vaso de agua -que sólo semejaban resaca del 1-M y preparación de artillería para las municipales-, quedó claro que la izquierda, aparentemente mucho más unida de lo que realmente está, no dejará bajar la guardia al Gobierno. Lejos ya los tiempos de consensos y los pactos de la Moncloa, socialistas y comunistas no dejarán desaprovechar oportunidades. Ayer fueron los sucesos de Parla, la militarización del Metro de Barcelona, el procesamiento de objetores de conciencia, el sistema de oposiciones para acceso a la docencia. Junto a las inevitables controversias reglamentarias, la actualidad no va a dejar sin temas a la Oposición.

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