La hora de la verdad

La hora de la verdad no es la hora votar, ésta que se vive precisamente hoy. La hora de la verdad es hora de la convivencia. Una larga hora durante la que pudieran vivir y convivir políticamente todos los españoles, que debería tener la duración de la legislatura, es decir, cuatro años. La Constitución es el "modelo" de sociedad que los españoles nos hemos dado ( ... ).Una Constitución o es un marco de convivencia o es un papel mojado. Convivir no es pensar ni sentir lo mismo. Nada que no sea humano puede ser bueno, y esa unicidad -que no unidad- es enteramente inhumana. La convivencia tiene q...

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La hora de la verdad no es la hora votar, ésta que se vive precisamente hoy. La hora de la verdad es hora de la convivencia. Una larga hora durante la que pudieran vivir y convivir políticamente todos los españoles, que debería tener la duración de la legislatura, es decir, cuatro años. La Constitución es el "modelo" de sociedad que los españoles nos hemos dado ( ... ).Una Constitución o es un marco de convivencia o es un papel mojado. Convivir no es pensar ni sentir lo mismo. Nada que no sea humano puede ser bueno, y esa unicidad -que no unidad- es enteramente inhumana. La convivencia tiene que ser armonía. La armonía es una combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero acordes. Acorde viene de concordia, y concordia, de la raíz latina "cors, cordis", corazón.

Un país vive, tiene vida propia, cuando sus gentes aman a su patria por encima de todo -de sus egoísmos particulares, de clase o de grupo- y están dispuestos a sacrificarse por ella ( ... ).

Que España es una Monarquía parlamentaria y democrática, cuya soberanía reside en el pueblo; que su unidad es indestructible; que sus regiones son autónomas; que se respeta la tabla consagrada de los derechos y deberes humanos propios de un Estado de Derecho; que la economía es de mercado; que hay libertad de enseñanza, etcétera, parece que deben ser cosas vigentes y consagradas, respetables para gobernantes y gobernados.

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Dentro de ellas se puede gobernar de muchas maneras, pero no contra ellas, ni por la derecha ni por la izquierda, mientras no se cambien o se deroguen. Pero eso, el gobernar, no es ya cuestión de modelo de sociedad, sino de modelo de hombre, de gobernante. Y a éstos se les conoce no por esa capacidad creativa de "modelos", sino, como a los árboles, por sus frutos, es decir, por sus obras. Pasada la resaca de la marea electoral, tan ingrata para todos como necesaria en una democracia, lo que la gente espera y demanda del Gobierno que sea es que gobierne constitucionalmente, pero que gobierne ( ... ).»

1 marzo

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