Elecciones 1979

"Los cristianos no pueden adscribirse sin restricción alguna a cualquier opción"

«Ningún partido puede reclamar en exclusiva su opción, como la única válida partiendo del Evangelio (...); no obstante, es preciso advertir enseguida que los cristianos no pueden adscribirse, sin restricción alguna, a cualquier opción política, afirmó ayer el cardenal, arzobispo de Barcelona, Narcis Jubany, durante la homilía que pronunció en catalán y en castellano en la catedral.«La Comisión Permanente del Episcopado Español -dijo- ha hecho pública, hace pocos días, una nota sobre la responsabilidad del voto; una nota que yo ratifico plenamente y que ofrezco a vuestra atenta reflexión...

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«Ningún partido puede reclamar en exclusiva su opción, como la única válida partiendo del Evangelio (...); no obstante, es preciso advertir enseguida que los cristianos no pueden adscribirse, sin restricción alguna, a cualquier opción política, afirmó ayer el cardenal, arzobispo de Barcelona, Narcis Jubany, durante la homilía que pronunció en catalán y en castellano en la catedral.«La Comisión Permanente del Episcopado Español -dijo- ha hecho pública, hace pocos días, una nota sobre la responsabilidad del voto; una nota que yo ratifico plenamente y que ofrezco a vuestra atenta reflexión personal. Deseo advertiros, a este propósito, que el documento episcopal no ha sido redactado con deseos de un intervencionismo interesado en el campo de la política; porque la Iglesia es, esencialmente, servidora del hombre. Por ello, es de desear que nadie instrumentalice aquella nota con fines partidistas, cualesquiera que éstos sean.»

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Al explicar las razones por las que un cristiano no puede adscribirse a cualquier partido, el cardenal Jubany afirmó:

«La razón es obvia: el Evangelio nos habla claramente de una serie de «exigencias éticas», que cristianamente hay que aceptar; por ejemplo, el respeto a los pobres, la defensa de los débiles, la desconfianza ante la riqueza, la condena del dominio ejercido por el dinero, etcétera, y existen también una serie de valores humanos y evangélicos, que no se pueden ni suprimir, ni negar, ni silenciar. Por ejemplo, el valor de la vida humana, la estabilidad del matrimonio y la familia, la dignidad del amor, el respeto a la persona, la libertad de que goza el hombre, el sentido de la justicia, el deber del amor mutuo, que no deja lugar a luchas.»

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