Crítica:

La producción propia

La selección de programas ajenos, en manos incompetentes, de gustos equívocos y fuera de moda, está paralizada. Y el asunto es, muy grave cuando se trata de una televisión como la española, cuyos programas de ficción y entretenimiento son en absoluta mayoría de origen extranjero.La producción de programas propios es, por supuesto, mucho más grave. En la actualidad, excepto los programas de carácter informativo y cultural, TVE no produce más que una obra de teatro por semana -siempre que el jefe de los «dramáticos», Gustavo Pérez Puig, no programe sus propias obras montadas como suculento negoc...

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La selección de programas ajenos, en manos incompetentes, de gustos equívocos y fuera de moda, está paralizada. Y el asunto es, muy grave cuando se trata de una televisión como la española, cuyos programas de ficción y entretenimiento son en absoluta mayoría de origen extranjero.La producción de programas propios es, por supuesto, mucho más grave. En la actualidad, excepto los programas de carácter informativo y cultural, TVE no produce más que una obra de teatro por semana -siempre que el jefe de los «dramáticos», Gustavo Pérez Puig, no programe sus propias obras montadas como suculento negocio privado de doce millones de beneficios con la ayuda del Ayuntamiento. de Madrid, así La venganza de don Mendo, que de paso fue grabada para TVE, el Sumarísimo, de Valerio Lazarov (cuarenta minutos), una serie denominada Telecomedia (de treinta minutos), de Juan Alonso Millán, con trece títulos dedicados al emigrante, anuncios por palabras, el triángulo, los celos, la deformación profesional y otros. También se graba, por supuesto, el musical Aplauso y se reproduce dominicalmente el Fantástico, de Íñigo. Y nada más.

Controlados y desarticulados los intentos de información objetiva, se anuncian para mañana dos espacios acéfalos -porque se realizan bajo el riguroso control de la dirección- para la sobremesa (Café de redacción) y para la noche (Primera página, con los reporteros al frente de Quadra Salcedo). Por fin, con medio año de retraso, se inicia regularmente el programa Perfiles, de Joaquín Soler Serrano, uno de los hombres a quien mensualmente la lotería de RTVE gratifica con un millón de pesetas (se emitirá a las ocho de la noche el titulado Ernesto Sábalo y el tango). Se sabe que también quieren modificar los telediarios con un epílogo de minuto y medio dedicado a la literatura y otros adornos por el estilo, adueñándose impropiamente de una idea que habla propuesto Jesús Hermida. El precio de todo ello es la mala muerte que asestan a dos buenos programas, Raíces y Dossier.

Se anuncia, para fecha indefinida, la tercera y cuarta parte de la «serie ibérica» de El hombre y la tierra, con Félix Rodríguez de la Fuente desde hace diecisiete años en el televisor. Ha comenzado el rodaje de La barraca, según adaptación de la obra de Vicente Blasco Ibáñez, por parte de una productora privada con el mismo equipo que realizó Cañas y barro. Y mientras se aplazaron los proyectos de la adaptación de El Quijote, el desdichado Fortunata y Jacinta, o el Barrio Sésamo (que después de veinticuatro meses de espera y unos treinta millones de pesetas ya invertidos, todavía no ha pasado de la fase de construcción del decorado) nos amenazan con dos producciones de sendos incunables de Prado del Rey: Víctor Ruiz Iriarte (El señor Villanuevay su gente) por el humor de Lorenzo López Sancho, sin título, por la parapsicología.

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