Asesinado en Algorta un ex etarra que afirmaba haber salvado la vida al Rey

Joaquín María de Azaola, técnico industrial de 55 años, antiguo exiliado y ex militante de ETA, fue muerto a tiros ayer por la mañana en Algorta (Vizcaya) por uno de los miembros de un comando armado cuando se acercaba al coche de un amigo, en un garaje cercano a su casa. Joaquín María de Azaola habla declarado a Interviu su participación en un intento de secuestro de la familia real, proyecto que abortó al ponerlo en conocimiento del inspector Sainz.

Hacia las 7.30 de la mañana, como cada día, el señor Azaola salió de su domicilio, situado en la calle Hispanidad, de Algorta, y se dirig...

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Joaquín María de Azaola, técnico industrial de 55 años, antiguo exiliado y ex militante de ETA, fue muerto a tiros ayer por la mañana en Algorta (Vizcaya) por uno de los miembros de un comando armado cuando se acercaba al coche de un amigo, en un garaje cercano a su casa. Joaquín María de Azaola habla declarado a Interviu su participación en un intento de secuestro de la familia real, proyecto que abortó al ponerlo en conocimiento del inspector Sainz.

Hacia las 7.30 de la mañana, como cada día, el señor Azaola salió de su domicilio, situado en la calle Hispanidad, de Algorta, y se dirigió hasta un garaje situado muy cerca, en la calle Arene-Aspi, donde se reunía cada mañana con varios compañeros para acudir en el coche de uno de ellos, Gonzalo Olano, a su trabajo en la empresa mecánica La Peña de Urduliz, donde ocupaba un puesto de delineante proyectista.Según el relato hecho por el hijo de la víctima, al entrar en el garaje el señor Azaola vio cómo un joven encapuchado apuntaba con su arma a sus dos compañeros de trabajo, mientras un segundo, también encapuchado, estaba al volante del coche del señor Olano. Un tercer joven enmascarado se dirigió a él y efectuó hasta tres disparos de pistola que le alcanzaron de lleno en el vientre y pecho.

El señor Azaola cayó mortalmente herido mientras los tres jóvenes emprendían la huida en el citado automóvil. Su compañero, el señor Olano, acudió al puesto de Policía Municipal. Cuando, en compañía de una dotación, llegó al lugar de los hechos, Joaquín María de Azaola era ya cadáver. Cerca de la puerta del garaje se encontraron tres casquillos de munición 9 mm. Parabellum, dos marca Geco y el tercero FN. Trasladado al Hospital Civil de Bilbao sólo pudo certificarse su defunción.

Un hombre nacionalista

Joaquín María de Azaola, viudo desde el 17 de noviembre y con tres hijos de 31, veintiocho y veintiséis años, era considerado por sus amigos como hombre de ideología nacionalista. En 1942 se exilió por primera vez a Francia huyendo de la policía franquista. En 1972, tras el secuestro del industrial Zabala en el que, al parecer, se le consideraba implicado, huyó nuevamente al País Vasco francés y entró en contacto con ETA. El 15 de diciembre de 1977 regresó a Euskadi con pasaporte español -amnistiado- y solicitó, acogiéndose a la amnistía laboral el puesto que anteriormente ostentaba en la empresa mecánica La Peña, petición que le fue aceptada.

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Aunque sus amigos e incluso uno de sus hijos afirma que su padre no había sido amenazado por nadie, todo parece indicar que ETA podría ser la responsable del atentado. Joaquín María de Azaola, hijo de la víctima, declaraba ayer a los periodistas que en su opinión se trataba de una venganza de gentes molestas por su participación en un artículo aparecido en la revista Interviu en el que se reconocía responsable directo del fracaso del secuestro del entonces príncipe de España, Juan Carlos, planeado en 1974 por ETA, organización de la que entonces era militante Joaquín María de Azaola, con el apodo de Jokin.

Azaola fue "Jokin"

La información publicada en el mes de mayo por la revista Interviu con el titular «ETA quiso secuestrar a Juan Carlos» contaba con toda clase de detalles el intento de aquella organización de secuestrar al actual Rey, para solicitar a Franco su liberación a cambio de 350 millones y la amnistía de cien presos político vascos. El señor Azaola, Jokin que participaba en el plan activamente, temió un desenlace negativo del mismo -la muerte de Juan Carlos, si Franco, como era de esperar, se negaba al canje- y denunció el plan a la policía, con lo que abortó la operación.

ETA, según se desprende de la misma información, esperaba la llegada de Juan Carlos al principado de Mónaco en el mes de julio. El entonces príncipe iba a asistir a la inauguración de un nuevo casino en compañía de su mujer e hijos. Varios comandos de la organización -se citan los nombres de los más importantes dirigentes de ETA entonces y aun hoy- iban a participar en un ambicioso proyecto consistente en abordar la embarcación de Juan Carlos en alta mar para secuestrarlo, esconderlo en una villa de Niza y solicitar a Franco su canje en las condiciones antes referidas. Joaquín María de Azaola formaba parte de uno de los comandos que participaban en la operación.

"Si hubiera sido Franco..."

A medida que la operación avanzaba y se acercaban las fechas de la llegada de Juan Carlos a Montecarlo -siempre según la información de la revista-, a Jokin se le plantearon senas dudas sobre el desenlace del plan y sobre la utilidad del mismo. Temía que, de no acceder Franco al pago del rescate y al canje, la organización se viera obligada a matar al príncipe y a sus hijos. Tomó entonces la decisión de poner el caso en conocimiento del comisario general de investigaciones de la DGS, José Sainz -quien fue jefe superior de Policía de Bilbao-, quien puso en antecedentes del caso a Juan Carlos. En la información de Interviu se aseguraba que Sainz prometió a Joaquín María de Azaola que no detendría a sus compañeros de organización y nunca en el futuro se les imputaría su participación en el hecho.

En un recuadro titulado El Rey me debe la vida, Joaquín de Azaola, Jokin, tras tres años de silencio confesaba a Interviu los motivos por los que hizo fracasar el secuestro. «Yo estaba seguro de que Franco no iba a ceder -declaraba a la revista- y que hubiéramos tenido que matarlos a todos; una vez comenzada la acción no podíamos echarnos atrás. ¿Qué hubiera ocurrido? Pues se cortaba toda posibilidad de evolución hacia la democracia, hubiera habido un cambio radical a la derecha y una represión horrible contra el pueblo vasco. Si nuestro objetivo hubiera sido Franco, como al principio pensé, no habría dudado, pero Juan Carlos... Contando aquellos hechos yo sólo pretendo que el Rey sepa que no fue secuestrado, que debe a un vasco probablemente la vida.»

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