Compás de espera

La sesión de ayer fue una jornada de escaso interés, si cabe de más abandono por parte de los inversores de que hay un lugar, en Madrid en la Plaza de la Lealtad, número 2, donde pueden colocar sus ahorros en las empresas que consideren de su confianza o de las que tengan noticias -buenas, obviamente- para sacarle el beneficio que en forma de dividendos o de ampliaciones de capital les ofrezcan. Pero sucede que el dinero está muy caro (el dinero que se pide prestado) y que cuando la Bolsa respira un poco las sociedades que están en apuros acuden al mercado de valores y venden títulos de su car...

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La sesión de ayer fue una jornada de escaso interés, si cabe de más abandono por parte de los inversores de que hay un lugar, en Madrid en la Plaza de la Lealtad, número 2, donde pueden colocar sus ahorros en las empresas que consideren de su confianza o de las que tengan noticias -buenas, obviamente- para sacarle el beneficio que en forma de dividendos o de ampliaciones de capital les ofrezcan. Pero sucede que el dinero está muy caro (el dinero que se pide prestado) y que cuando la Bolsa respira un poco las sociedades que están en apuros acuden al mercado de valores y venden títulos de su cartera a cambio de la liquidez que necesitan para hacer frente a sus pagos, y cuando el dinero es escaso, y ya no acude a la Bolsa buscando la colocación del capital, cualquier retirada de dinero de la misma la sumerge en un marasmo donde sólo se mueven mínimos volúmenes de negocio, evidentemente por la inexistencia de órdenes. Los expertos acuden al manido tópico del primero de mes, de la escasez de órdenes por los sucesos políticos pueden ser razones válidas para intentar explicar el abandono y la inoperancia de la contratación. Si todo el mundo acude a la Bolsa buscando liquidez frente a los altos tipos de interés que se pagan actualmente, ya nos podemos olvidar de la Bolsa como intermediario financiero.Al cierre, el mismo tono que al principio, es decir, repetir, ninguna vivacidad ni en la contratación, ni en la cotización, ni en el volumen de negocio, y sólo discretos tanteos del dinero orientados hacia aquellos valores peor tratados.

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