Cartas al director

La programación de RTVE

Aunque mucho se ha hablado en los últimos tiempos, considero un deber dar a conocer mi opinión sobre la programación de RTVE. Pienso que, entre otros, dicha programación tiene los siguientes graves defectos:a) Saturación informativa en algunos temas: la última semana, para dar un ejemplo, han sucedido eventos que merecían sin ninguna duda estar en la primera plana de la información (cómo la elección del Papa, el conflicto pesquero o el asalto al Palacio Nacional de Nicaragua); pero resulta que RTVE, después de informar profusamente con textos e imágenes que propaló a lo largo de toda la semana...

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Aunque mucho se ha hablado en los últimos tiempos, considero un deber dar a conocer mi opinión sobre la programación de RTVE. Pienso que, entre otros, dicha programación tiene los siguientes graves defectos:a) Saturación informativa en algunos temas: la última semana, para dar un ejemplo, han sucedido eventos que merecían sin ninguna duda estar en la primera plana de la información (cómo la elección del Papa, el conflicto pesquero o el asalto al Palacio Nacional de Nicaragua); pero resulta que RTVE, después de informar profusamente con textos e imágenes que propaló a lo largo de toda la semana, reiteró totalmente las imágenes el sábado (en el programa «Informe semanal ») y volvió a hacerlo (!!!) el domingo (en «Siete días»). Como esos temas fueron además tratados con amplitud por la prensa escrita y por la radio, la reiteración se ha. convertido en un martirio para el televidente, a quien se le repite lo mismo una y otra vez.

b) Excesivo tratamiento de algunos temas: es lo que sucede, por ejemplo, con la crisis portuguesa. Después de más de cuarenta días en que el señor Carcedo viene leyendo -con voz meliflua y monótona, sus interminables informes sobre los dimes y diretes de los políticos portugueses, he llegado a rogar que ese país, tan cerca de mi corazón, termine de una vez con su dichosa crisis.

c) Propalación imprudente de imágenes: es lo que sucede con la tendencia morbosa de mostrar primeros planos de cadáveres en los servicios informativos (que precisamente se pasan a la hora de comer). To dos sabemos que el terrible espectáculo de la muerte, al que tarde o temprano tendremos que enfrentarnos, dista de ser agradable; por ello, me parece totalmente innecesario que al desprevenido teleespectador se le presenten imágenes tan crueles (la última, por ejemplo, la del cadáver del señor Ajuriaguerra, consumido por una penosa enfermedad), que no hacen más que añadir un sinsabor más a los que de por sí la vida tiene.

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