Tribuna:

El fútbol, inmóvil

El fútbol español, salvo excepciones muy raras, casi desconocidas, está en manos de «aficionados» -por llamarlos de alguna forma- que sólo quieren preparar el camino a sus intereses particulares. El deporte en este país se ha planteado siempre hacia el resultado positivo, hacía el triunfo sin importar el precio y por eso nadie cede sus prerrogativas en beneficio de la comunidad. Y lo grave es que si se calla, si se otorga al poder establecido, es en parte por ignorancia, pero en otra gran parte por conveniencia. Como era de esperar, y se había escrito hasta la saciedad, la asamblea del fútbol ...

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El fútbol español, salvo excepciones muy raras, casi desconocidas, está en manos de «aficionados» -por llamarlos de alguna forma- que sólo quieren preparar el camino a sus intereses particulares. El deporte en este país se ha planteado siempre hacia el resultado positivo, hacía el triunfo sin importar el precio y por eso nadie cede sus prerrogativas en beneficio de la comunidad. Y lo grave es que si se calla, si se otorga al poder establecido, es en parte por ignorancia, pero en otra gran parte por conveniencia. Como era de esperar, y se había escrito hasta la saciedad, la asamblea del fútbol sólo ha dado los pasos que no «molestaban». El trámite se cubrió una vez más y los problemas de fondo continúan, porque los protagonistas del balón lo quieren todo así de inmóvil.Los clubs seguirán mangoneando la Federación, pero sólo hasta que Porta se lo permita. El presidente se cuidó muy mucho de torpedear la única propuesta importantedel pleno -que los clubs no fuesen directivos de la Federación- porque prefiere tener controlados dentro de la Federación a sus miembros. A partir de ahora, en cualquier ocasión, no tardará en cobrarse el favor. Su dominio de la situación es absoluto. Increíblemente, por mucha capacidad que tenga, se le permitió que hiciera votaciones secretas para unos temas y «a cuerpo alzado» para otros. En la época que estamos del país son tan ridículos -e ignorantes- los directivos de clubs de fútbol que no tienen valentía para votar en contra del poder «si se les ve». Prefieren, salvo casos honrosísimos, como Antonio Fernández, presidente del Carabanchel, la conveniencia del silencio que les puede hacer ganar alguna prebenda en el futuro.

El ejemplo del Carabanchel debería sonrojar a muchos. La afición de la barriada madrileña puede estar orgullosa de su presidente. Más vale ser consecuente y honrado con unas ideas que callarse. Para esto último más vale no pasar calor en Madrid en Julio. Si Antonio Fernández no se hubiese levantado, nadie -ni Porta- podría asegurar a los simpatizantes del Carabanchel que su equipo iba a lograr esta próxima temporada triunfos sin par. Levantándose, tampoco.

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