Reportaje:

Hoy se ponen en circulación los nuevos billetes de 5.000 pesetas

Desde hoy, el tradicional verde de mil pesetas, uno de los más codiciados ejemplares de colección, quedará desbancado del número uno de los billetes españoles tras un siglo de supremacía. Ligeramente más grande y con un tono violáceo, el nuevo billete de 5.000 pesetas será puesto en circulación hoy, miércoles, en toda España, tras haber permanecido en el más absoluto, ostracismo durante los últimos dos años. El nuevo ejemplar presenta en su anverso el retrato de Carlos III, y en el reverso una panorámica del museo del Prado, dos símbolos típicamente madrileños, que reiteran el centralismo...

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Desde hoy, el tradicional verde de mil pesetas, uno de los más codiciados ejemplares de colección, quedará desbancado del número uno de los billetes españoles tras un siglo de supremacía. Ligeramente más grande y con un tono violáceo, el nuevo billete de 5.000 pesetas será puesto en circulación hoy, miércoles, en toda España, tras haber permanecido en el más absoluto, ostracismo durante los últimos dos años. El nuevo ejemplar presenta en su anverso el retrato de Carlos III, y en el reverso una panorámica del museo del Prado, dos símbolos típicamente madrileños, que reiteran el centralismo de la banca central española.

La emisión de billetes por un valor superior a las mil pesetas había contado siempre con una oposición de cariz escasamente económico Se temía, en efecto, que un billete de más valor podría permitir más fácilmente la evasión de capitales, al ser menor la cantidad de papel que era preciso transportar para sacar la misma cifra de dinero al extranjero. Este argumento, atribuido generalmente al anterior jefe de Estado, contaba sin embargo con escasos adeptos entre los expertos en materias económicas y financieras. Incluso entre los responsables de la vigilancia de las fronteras, ya que en este último sentido el seguimiento de la pista de un billete de más valor sería, según los entendidos, más fácil que la de otros billetes de menor valor.

Las razones económicas

En los últimos años, las peticiones para que el banco emisor pusiera en circulación billetes de mayor valor han proliferado. Especialmente insistentes a este respecto han sido las peticiones de los bancos y en general de las instituciones financieras, ya que el manejo de grandes sumas de dinero acarrea unos gastos notables a los bancos. El billete de mayor uso es, con diferencia, el de mil pesetas, cuyo valor, con el paso del tiempo, se ha visto muy reducido. El poder de compra ha disminuido de forma gradual a lo largo de los años y en los últimos cinco ejercicios, por efecto de la inflación, lo que se podía comprar con un billete de mil pesetas ha experimentado un recorte espectacular. Con mil pesetas del año 1975 se podían comprar en el año 1936 bienes o servicios por valor de 28.400 pesetas y si retrocedemos hasta el año 1913, un billete de mil pesetas era capaz de servir para adquirir cosas por valor de 47.800 pesetas. Desde el año 1975 hasta nuestros días, el valor de este billete se habrá reducido todavía un 40% más.Sólo en los diez últimos años, el producto nacional bruto español aumentó en más del doble, lo que ha reducido, en la misma proporción, la capacidad de pago de los billetes en circulación.

A finales del año 1976 había en España 622.000 billetes de mil pesetas circulando, cuando en 1971 había 266.000. Estas cifras ponen de relieve la necesidad de sustituir al legendario billete «verde» por otro de más valor.

Un siglo de vida

En otros países se han adoptado tipos de billetes más acordes con las necesidades económicas y su evolución. Realmente resulta asombroso que el billete de mil pesetas haya logrado sobrevivir en España durante más de un siglo como el documento monetario de mayor valor, ya que fue puesto en circulación en el año 1874, cuando en España las unidades monetarias más usuales eran el real o el cuarto y cuando un kilo de garbanzos costaba alrededor de cuatro reales o un salchichón de Vich valía entre cuatro y cinco reales, un sombrero de aristócrata podía adquirirse por setenta reales y un gabán 140 reales. Para comprarse una finca en la madrileña Carrera de San Jerónimo bastaba por aquella época desembolsar algo más de tres billetes verdes, y viajar a Pernanbuco en un vapor recién estrenado y en localidad de primera categoría costaba unas quinientas pesetas.España se ha quedado, pues, muy lejos de la realidad económica en este aspecto, sobre todo cuando vemos cómo en Alemania Federal el billete más utilizado es el de quinientos marcos (más de 20.000 pesetas) y el de más valor asciende a mil marcos. En Francia, el billete de más valor es el de mil francos, equivalente a unas 15.000 pesetas, y el más utilizado es el de quinientos francos.

La emisión de billetes de 5.000 pesetas supondrá un notable ahorro de dinero no sólo para las entidades financieras, cuyos costes se ven notablemente recargados a consecuencia del enorme volumen de operaciones que deben realizar, sino por el propio responsable de la emisión de moneda, el Banco de España, que realiza su trabajo a través de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Se estima que el ahorro que se conseguirá podría superar los cien millones de pesetas anuales, ya que con la fabricación de este billete será necesario imprimir menos ejemplares del billete de mil pesetas. Pero también hay costes marginales que se van a reducir, como los derivados de una mayor capacidad de fabricación de las imprentas de la mencionada fábrica, que trabajaban últimamente a tope para hacer billetes de mil pesetas y que ahora verán liberada parte de su capacidad para abordar la impresión de otro tipo de documentos.

Veinte millones de billetes

A partir de hoy, los billetes de 5.000 pesetas permitirán a muchos españoles llevarse su sueldo a casa con una mayor sensación de alivio aunque con un peso notablemente inferior. Se han puesto en circulación, a primeras horas de esta mañana, veinte millones de ejemplares de este nuevo billete, lo que supone 100.000 millones de pesetas en una nueva unidad monetaria cuya salida se ha demorado más de lo necesario por motivos más atávicos que por justificaciones económicas.

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