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Test para socialdemócratas

¿Alguien tenía dudas de que un socialdemócrata podía militar en el PSOE? ¿Hubiera sido posible que un marxista no se sintiera en su partido al recibir el carnet del PSOE? Unas puntualizaciones quizá inicialmente poco perfiladas del primer secretario del PSOE han hecho dudar a algunos de cuál es la respuesta a los interrogantes iniciales. Alguno han pretendido dar la impresión de que los socialdemócratas han recibido -por fin- garantías para incorporarse y que los marxistas están a punto de ver complicado el derecho a mantener su ideología dentro del PSOE.Es curioso cómo la falta de formación p...

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¿Alguien tenía dudas de que un socialdemócrata podía militar en el PSOE? ¿Hubiera sido posible que un marxista no se sintiera en su partido al recibir el carnet del PSOE? Unas puntualizaciones quizá inicialmente poco perfiladas del primer secretario del PSOE han hecho dudar a algunos de cuál es la respuesta a los interrogantes iniciales. Alguno han pretendido dar la impresión de que los socialdemócratas han recibido -por fin- garantías para incorporarse y que los marxistas están a punto de ver complicado el derecho a mantener su ideología dentro del PSOE.Es curioso cómo la falta de formación política e histórica -que como una más de las lacras del franquismo padece España- lleva consigo que ciertas ideas adquieran un significado propio, autónomo e independiente en gran medida de lo que realmente entrañan en su rigurosa acepción Este es el caso de las palabras idea marxismo y socialdemocracia.

Diputado PSOE (Segovia)

Corrida organizada por Adelpha. Toros de Miguel Hiquero: en general, terciados, mansos sin casta ni fuerza. Manuel Vidrié: palmas y saludos. Dámaso Gómez: palmas y saludos. Aviso, pitos. Curro Vázquez: aviso, vuelta protestada. Silencio. Simón: palmas y saludos. Silencio.

En el fondo puede ser ingenuo el recordar -como hacen algunos para apoyar unas u otras tesis- que Marx no se consideraba marxista o que Rosa de Luxemburgo pertenecía a un partido socialdemócrata. Es igual. Ciertas palabras seguirán teniendo determinadas connotaciones propias, y, en consecuencia, habría que manejarlas en ese contexto.

Connotaciones específicas

El marxismo tiene entre los trabajadores españoles unas connotaciones específicas que sólo indirectamente tienen que ver con el término, pero que son válidas. Marxismo es la garantía de la lucha por el cambio social. Eso que durante veintiséis congresos del PSOE no hacía falta incorporar porque estaba (y está) perfectamente recogido por la teoría y la práctica del partido, ahora es una piedra de toque más que una palabra.

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Hoy, desprenderse de la palabra marxismo, para el Partido Socialista Obrero Español, es imposible. Hoy, no aceptar que lo planteamientos socialdemócratas son los únicos que resultan viables para establecer una política económica favorable a los trabajadores de la Europa occidental, es una inconsciencia. Combinar -retomando el pasado- ambos términos es el gran reto del XXVIII Congreso.

¿Componenda excesiva? En absoluto. Y, ahí está la esencia del pensamiento de los líderes del PSOE -incluídos los que hoy llamaríamos socialdemócratas- durante casi cien años.

Un partido socialista como el PSOE tiene una meta permanente y unos medios que pueden y deben cambiar. La meta permanente se puede resumir en esa espléndida definición del ideal del partido que se aprueba congreso tras congreso: «La completa emancipación de la clase trabajadora; es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes.» Este ideal está definido de tal manera que lo mismo marxistas que fabianos, que cristianos, que socialdemócratas o que un largo etcétera, de orígenes de pensamíento socialista, se pueden sentir y se han sentido siempre perfectamente incluidos y recogidos. Lo que ha de evitarse es que la única corriente de pensamiento que se asuma sea la marxista, dando paso así en vez de a una ideología instrumental a un dogma religioso.

Pero para llegar a esa meta ideal por la que las gentes de tantas ideologías y países luchan y han luchado, se impone -en el mundo occidental- un modelo económico que se puede definir como la socialdemocracia. Es decir, un proceso gradual de cambios y modificaciones de la sociedad capitalista. No hay ni un solo partido obrero que no esté de una u otra forma aceptando esta idea. El ejemplo más reciente es el del PCE quje está ya de lleno en el proceso para la plena asunción por sus militantes de la socialdemocracia como medio.

La meta final

Un socialdemócrata debe conocer claramente cuál es la meta final en ese cambio social y económico que definen los principios del programa máximo del Partido Socialista. En consecuencia, ninguna de las medidas político-económicas que propugne puede dificultar el camino -el largo camino- hacia ese fin. Por tanto, no es posible que un socialdemócrata pueda vivaquear políticamente fuera de las filas del socialismo del PSOE, del socialismo que tiene un claro programa final radicalmente transformador. Los otros, si se autodenominan socialdemócratas son pura y simplemente social-liberales. Con ellos se podrá llegar a alianzas circunstanciales, pero nunca planteárse la militancia común dentro de un partido como el PSOE que aspira desde su fundación a cambiar la sociedad.

Se debe aceptar todo el gradualismo que sea conveniente para no poner en peligro ni la eficacia de la economía ni la libertad misma, pero no se puede perder el punto de referencia final.

Si no pueden aprobar este test más vale que estos pretendidos socialdemócratas dejen de utilizar este término y dejen de confundir a la opinión pública. Aceptamos que sean liberales progresistas y preocupados por las cuestiones sociales, pero no confundamos esto con lo que realmente tiene que volver a significar la palabra socialdemócrata.

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