Cuarto año consecutivo de recesión económica

En líneas generales, 1977 fue el tercer año consecutivo de un período de recesión económica cuyos síntomas definitivos aparecieron en 1974. Las cifras agregadas provisionales de la contabilidad nacional indican que en 1977 el producto interior bruto creció sólo un 2,4 % y que la inversión bruta de la economía volvió a retroceder, tras haber disminuido en los dos años anteriores. El consumo público apareció como el componente más dinámico dentro de la demanda nacional, aunque se mostró menos expansivo que en el período 1974-1976.

Las notas hasta aquí resumidas son similares a las de todo...

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En líneas generales, 1977 fue el tercer año consecutivo de un período de recesión económica cuyos síntomas definitivos aparecieron en 1974. Las cifras agregadas provisionales de la contabilidad nacional indican que en 1977 el producto interior bruto creció sólo un 2,4 % y que la inversión bruta de la economía volvió a retroceder, tras haber disminuido en los dos años anteriores. El consumo público apareció como el componente más dinámico dentro de la demanda nacional, aunque se mostró menos expansivo que en el período 1974-1976.

Las notas hasta aquí resumidas son similares a las de todo el período de crisis. Pero la evolución de 1977 presentó unos elementos que le diferencian respecto del período 1975-1976. En primer lugar, el consumo privado no aumentó nada en 1977 en términos reales, después de haber crecido por encima de la producción desde que se inició la crisis. En segundo lugar, los precios de consumo acentuaron su crecimiento hasta llegar a aumentar en un 26,4 % entre diciembre de 1977 e igual mes de 1976, lo que hizo que su incremento medio anual, el 24,5 %, quedase muy lejos de la tasa media de los países de la OCDE (el 8 %). En tercer lugar, el déficit por cuenta corriente de la economía se redujo desde 4.200 millones de dólares en 1976 a 2.500 en 1977, consecuencia esto último de la aceleración de la cifra absoluta de ahorro de las familias y del sector público.

Un año en dos actos

Pero las cifras globales anteriores ocultan dos fases bien diferenciadas en 1977. En los primeros seis meses de dicho año, la mayoría de los indicadores registraron una mejoría clara con respecto a los niveles alcanzados en los últimos seis meses de 1976. Así, el indicador que mejor resume el ciclo, el índice de producción industrial, creció en los seis primeros meses del año a un ritmo anual del 14,5 %, reduciéndose esta tasa a un 4,9 % en los últimos seis meses del año (véase cuadro).Como señalan los indicadores, en el primer semestre, en particular durante los tres primeros meses, la economía española mantuvo la recuperación iniciada a fines de 1976, recuperación basada en una mejoría del consumo privado y en una cierta reposición de existencias en la industria. La disminución real de la rentas personales, que en 1977 crecieron por debajo de los precios, dio lugar a que la demanda de consumo flexionara a la baja, jugando también el comercio exterior una cierta influencia, a la vista de la sincronización que el movimiento descrito presentó en el conjunto de países de la OCDE.

Nueva política

Pero no es posible describir 1977 sin tener en cuenta las variaciones introducidas en la política económica. Con la llegada al poder del Gobierno salido de las elecciones del 15 de junio junto a la devaluación del mes de julio, se pasó a aplicar una política desaceleradora del crecimiento de las magnitudes monetarias lo que acentuó las dificultades de financiación de las empresas y contribuyó. a empeorar más unas expectativas empresariales de por sí poco boyantes. La política monetaria de la segunda mitad de 1977 dio lugar a que la recesión, que ya se había confirmado al comienzo de los meses de verano, se hiciese aún más drástica, con el consiguiente impacto sobre el mercado de trabajo. En los seis últimos meses de 1977 el paro aumentó en más de 100.000 personas, en parte por la disminución absoluta en el número de puestos de trabajo y en parte por la llegada de jóvenes al mercado de trabajo.En los últimos meses del año pareció esbozarse una cierta mejoría en los niveles de actividad. Los indicadores correspondientes al consumo de energía eléctrica y al índice de producción experimentaron un cierto aumento, también de manera similar al del resto de países de la OCDE. Pero esta mayor entonación de los niveles de actividad coincidió con unas expectativas empresariales notablemente deprimidas, como lo indica el claro divorcio que presentan los indicadores cuánticos de producción y las encuestas de opiniones empresariales. Los meses finales de 1977 y los primeros de 1978 ofrecen un panorama en el que el déficit exterior ha disminuido de forma importante y en el que los precios han atenuado el espectacular crecimiento que experimentaron en los tres primeros trimestres del pasado año. El aumento del índice de precios de consumo en un 1,5 % en enero (casi un 20 % en tasa anual) es una advertencia de que la inflación no está aún dominada. El grupo de componentes no alimenticios del índice de precios se ha desacelerado a un ritmo demasiado moderado, pues en los últimos tres meses para los que se dispone de información (noviembre-diciembre-enero) aún creció a una tasa anual del 20 %, que es un ritmo muy superior al de los países con los que España realiza la mayoría de sus transacciones exteriores.

¿Qué nos reserva 19789?

1978 aparece, pues, como un año dominado en lo económico por elementos poco expansivos. En ausencia de una política económica de signo opuesto a la hasta ahora seguida, las previsiones para dicho año se pueden resumir en los puntos siguientes:- Una tasa nula o negativa de aumento real en el consumo de las familias.

- Una nueva caída, por cuarto año consecutivo, de la tasa de inversión.

- Una persistencia en la mejoría del déficit exterior, que en términos corrientes puede pasar de los menos 2.500 millones de dólares de 1977 a menos 1.500.

- Como consecuencia de los elementos anteriores, la producción, medida por el producto interior bruto, no experimentará apenas ningún crecimiento real.

El débil o nulo crecimiento de la producción y la permanente caída en la inversión productiva acentuarán el paro, que puede pasar desde los aproximadamente 832.000 personas en el último trimestre de 1977, a situarse en torno a 1.100.000 personas en la segunda mitad de 1978. Al terminar 1977 sólo un tercio de los parados percibían el seguro de desempleo y los niveles de desempleo en las zonas más atrasadas del país son ahora franca mente preocupantes. Los costes previstos de la política estabiliza dora están apareciendo con toda su crudeza, sin que la inflación haya sido todavía dominada. Las dificultades encontradas para reanimar algo la coyuntura por la vía monetaria indican que ha llegado el momento de realizar una política fiscal de signo compensador y de que la política de empleo debe ir mucho más allá de las modestas líneas de actuación establecidas en los acuerdos de la Moncloa.

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