Cartas al director

La polémica entre los Blasco Ibáñez

Considero una pena que tanto doña Libertad Blasco Ibáñez, viuda de Llorca, como los que la aconsejan, posean memoria tan escasa. De siempre ha estado proclamando dicha señora -sin duda con el deseo de quitarle importancia- que Prometeo, SL (cuyo número de registro de empresa mercantil es el 299, de 20 de julio de 1966) nada tenía de común con Sempere Llorca y Compañía, editorial fundada en 1917 por Blasco Ibáñez y desaparecida ha largos años.Hoy, en afán de notoriedad y protagonismo, dadas las diferentes circunstancias, dice lo contrario. Allá ella. Doctores tiene la ley.

En cuanto al p...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Considero una pena que tanto doña Libertad Blasco Ibáñez, viuda de Llorca, como los que la aconsejan, posean memoria tan escasa. De siempre ha estado proclamando dicha señora -sin duda con el deseo de quitarle importancia- que Prometeo, SL (cuyo número de registro de empresa mercantil es el 299, de 20 de julio de 1966) nada tenía de común con Sempere Llorca y Compañía, editorial fundada en 1917 por Blasco Ibáñez y desaparecida ha largos años.Hoy, en afán de notoriedad y protagonismo, dadas las diferentes circunstancias, dice lo contrario. Allá ella. Doctores tiene la ley.

En cuanto al punto segundo de su carta, estoy de acuerdo en admitir que tanto yo, como mi hijo, Vicente Blasco Ibáñez Tortosa, único continuador del apellido Blasco Ibáñez, hemos cargado sobre nuestras espaldas, en tiempos por demás difíciles, la reivindicación del nombre de Vicente Blasco Ibáñez, procurando en todo momento, sin importamos sacrificios, por medio de nuestro esfuerzo personal y económico, sacarle del injusto ostracismo a que se le había castigado. Con este deseo creamos Prometeo, SL, en 1966, año del centenario del ilustre escritor. Teniendo que advertir que el nombre de Prometeo permanecía en dicha época y desde años atrás en el dominio público. No poseíamos más que nuestro entusiasmo, y nuestro peculio personal, que se vieron compensados con el calor y ayuda popular que recibimos. Igualmente se fundó el premio literario Blasco Ibáñez.

Ausente don Sigfrido Blasco Ibáñez, e imposibilitado de regresar a España por motivos políticos, doña Libertad, por su propia voluntad, permanecía en Acapulco (o cualquier otra zona de México), disfrutando muy ricamente de las sustanciosas prebendas que supone la posesión de la parte mayoritaria de los derechos intelectuales de las obras de su ilustre padre. Y me pregunto: ¿por qué siempre que se ha tratado de revitalizar la memoria de Blasco Ibáñez, doña Libertad pone cortapisas e inconvenientes?

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Para finalizar con Prometeo: convertida en una sociedad por acciones si doña Libertad o alguna otra persona de sus allegados gusta, puede adquirir alguna de ellas, con lo cual quedaría vinculada a este nombre que parece obsesionarle.

Sobre Elena Morote, viuda de Mario Blasco, solamente cabe decir que supongo habrá solicitado unir los dos apellidos, puesto que hasta hace muy poco no lo había hecho, usándolo gratuitamente. Precavida y timorata, temiendo que su extinguido parentesco pudiera acarrearle molestias o pérdida económica, procuró siempre pasar inadvertida.

Hora es de que la memoria de Vicente Blasco Ibáñez, valenciano universal, sea honrada como merece. Que resurjan realizaciones que efectuó y que la casa de la Malvarrosa, donde fueron escritas las más entrañables novelas, sea restaurada para fundar en ella una casa de cultura que lleve su nombre. El Ayuntamiento está dispuesto a adquirirla para tal fin. Don Sigfrido Blasco Ibáñez ha dado su conformidad; doña Libertad Blasco Ibáñez tiene en sus manos la decisión definitiva.

Archivado En