Tribuna:

Despedida con pucheros

La despedida de Miljanic parece que tuvo tintes de funeral. No es mala señal que, desde el punto de vista humano, la salida de Miljanic haya producido más de un puchero. Miljanic, en el terreno personal, en sus relaciones públicas, ha tenido una actuación impecable. Ha sabido ganar y ha sabido perder; ha sabido hablar y ha guardado silencio prudentemente cuando la ocasión lo ha requerido.En el terreno deportivo Miljanic puede vanagloriarse de haber sido un hombre afortunado. Afortunado porque sin habeir conseguido un juego brillante y un conjunto homogéneo ha logrado títulos. El Madrid de Mil...

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La despedida de Miljanic parece que tuvo tintes de funeral. No es mala señal que, desde el punto de vista humano, la salida de Miljanic haya producido más de un puchero. Miljanic, en el terreno personal, en sus relaciones públicas, ha tenido una actuación impecable. Ha sabido ganar y ha sabido perder; ha sabido hablar y ha guardado silencio prudentemente cuando la ocasión lo ha requerido.En el terreno deportivo Miljanic puede vanagloriarse de haber sido un hombre afortunado. Afortunado porque sin habeir conseguido un juego brillante y un conjunto homogéneo ha logrado títulos. El Madrid de Miljanic nunca nos convenció a algunos y, por tanto, aunque ahora haya que darle una despedida respetuosa, conviene recordar lo que desde el punto de vista técnico se le ha. achacado. No por nada, sino simplemente para evitar que alguien piense en los del árbol caído o el lance a toro pasado.

Miljanic se equivocó rotundamente en los fichajes, en la utilización de algunos jugadores y en el sistema. a emplear que siempre resultó poco imaginativo. Miljanic habló a su llegada del fútbol total, y lo cierto es que del fútbol del Madrid, en total, nada entre dos platos.

Hubo esperanza en sus primeras palabras cuando habló de trabajar de cara al futuro, pero esta es la hora en que no ha conseguido incorporar a ningún joven al primer equipo. Los que hay se los encontró.

Parte de sus culpas hay que achacárselas al propio club, porque no supo darle el cese en el momento justo.

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