Tribuna:

La Constitución y las bases de los partidos

La primera semana de la elaboración oficial, en el ámbito parlamentario, de la Constitución, ha ofrecido la confrontación de las diferentes posiciones políticas -con la exclusión, cruel e innecesaria, de la que representa el profesor Tierno Galván- en torno al tema. El resultado de lo que se ha denominado primera lectura de las cuestiones y problemas, ha contado con el lubrificante del silencio, y gracias a ello el arranque del motor constitucional no ha sido demasiado brusco ni ruidoso.Todo lo que se ha dicho de manera oficial es que los puntos que abordará la Constitución, sin en trar...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La primera semana de la elaboración oficial, en el ámbito parlamentario, de la Constitución, ha ofrecido la confrontación de las diferentes posiciones políticas -con la exclusión, cruel e innecesaria, de la que representa el profesor Tierno Galván- en torno al tema. El resultado de lo que se ha denominado primera lectura de las cuestiones y problemas, ha contado con el lubrificante del silencio, y gracias a ello el arranque del motor constitucional no ha sido demasiado brusco ni ruidoso.Todo lo que se ha dicho de manera oficial es que los puntos que abordará la Constitución, sin en trar en el contenido de cada uno de ellos sino como meros enunciados. cuentan ya con cierto consenso por parte de los siete miembros de la ponencia. Fraga ha señalado que tales puntos responden a un esquema constitucional clásico, y es ta observación añade certeza al dato de que la nueva Constitución no va a eludir el tema de la forma de Gobierno, sobre el que, por cierto, las opciones clásicas sólo son dos: Monarquía o República.

La situación que el tratamiento de éste y otros espinosos temas crea a algunos partidos históricamente republicanos -aunque agradecidos con la actual Monarquía- respecto a sus bases y a los propios sectores más izquierdizantes de sus ejecutivas, explica, mejor que otras argumentaciones patrióticas, el asentimiento de la parte más progresista de la ponencia al mantenimiento del silencio en torno a los debates constituyentes.

Toda la gestación de la futura Constitución supondrá un, test para los partidos presentes en la ponencia que el martes -presidida ese día por Manuel Fraga- reanudará sus trabajos. El PSOE, por ejemplo, por boca de su ponente Gregorio Peces-Barba y de otros altos miembros del partido, ha asegurado que mantendrá hasta el final la forma republicana de gobierno. Sin embargo, una excesiva información pública sobre el vigor con que se mantiene esta postura podría ser, quizá, contraproducente, ya que entre las transacciones legítimas a las que aludía Gabriel Cisneros, puede figurar la rebaja de los ímpetus republicanos, que para cierta parte de la base del PSOE no es de recibo.

Fuentes de UCD aseguraban ayer a este periódico su convicción de que, un notable recorte de las atribuciones reales será suficiente para que el PSOE no mantenga más allá de lo imprescindible, su postura republicana, Porque en esto también hay que ser relativos. Habrá quien entienda que hacer un voto particular defendiendo la forma republicana en el seno de la ponencia será llegar hasta el final, y habrá quien considere que tal actitud sólo existe si el PSOE vota sistemáticamente contra una Constitución que incluirá la forma monárquica de Gobierno, y se opone a esa Constitución, durante la etapa de propaganda previa al referéndum, en función del mantenimiento de esa fórmula.

El silencio sobre los debates de la ponencia beneficia, pues, fundamentalmente a los partidos, mejor dicho, a sus ejecutivas y grupos parlamentarios, en perjuicio de sus bases. A todos los partidos de izquierda y de derecha.

Está claro que la posición del PCE, contraria al silencio de la ponencia constitucional, mira a la base del partido y a la opinión pública, mientras que el miembro comunista de la ponencia acepta, como los demás, la confidencialidad de los debates. También al grupo mayoritario del Congreso, UCD, le interesa ocultar ante sus bases -bueno, ante sus electores- las transacciones a que se ve obligado a llegar para obtener los laboriosos consensos. Y no digamos el interés que lógicamente (debe tener el secretario general de Alianza Popular, Manuel Fraga, por evitar a sus no muy numerosos seguidores el espectáculo de un ponente que, por el momento, no hace uso en los debates de la ponencia del fervor monárquico que AP dispensó durante su campaña electoral.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La mayor franqueza en esto del silencio hay que adjudicársela al ponente de la minoría vasco-catalana, Miguel Roca, que fue quien lo propuso el primer día de la reunion de la ponencia, aunque informatciones de agencia le atribuyeran, más tarde, precisamente una posición contraria al silencio. No es justo tampoco, por tanto, el rumor puesto en circulación por un matutino barcelonés según el cual «los muchachos de UCD» impusieron el silencio. Fue Miguel Roca, coherente con su polición de no dar a conocer las líneas constitucionales de su grupo parlamentario, quien lo propuso, pero absolutamente todos los demás ponentes aceptaron y asumieron la propuesta.

En todo caso, el silencio religiosamente mantenidolpor los ponentes ante la prensa, no evita las filtraciones, por mucho que indignen a los ponentes, que parecen desconocer los numerosos procedimientos de que lleguen a los periodistas las informaciones fragmentarias que ellos mismos cilentan reservadamente a sus correligionarios y amigos. Ante esta situación y la importacia y seriedad del tema que se debate, por encima de la estrategia de las ejecutivas ante sus bases y de las facilidades para las legítimas maniobras, ¿no sería más conveniente para el país trabajar con luz y taquígrafos desde el principio?

Archivado En