Cartas al director

Ingenieros VC-peritos: un falso problema

Una vez más, de la mano de los intereses más siniestros de mi profesión, sale a la luz pública la polémica sobre la delimitación de funciones y atribuciones de ingenieros y peritos industriales, una de esas herencias «perfectamente atadas» que recibimos como legado del pasado.El pretendido enfrentarniento entre profesionales que día a día trabajamos codo con codo, resulta ajeno para todos los que nos en contramos inmersos en los graves problemas que en común tenemos planteados: paro, subempleo, colonización tecnológica, destrozo ecológico ocasionado por una industrialización especulativa, falt...

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Una vez más, de la mano de los intereses más siniestros de mi profesión, sale a la luz pública la polémica sobre la delimitación de funciones y atribuciones de ingenieros y peritos industriales, una de esas herencias «perfectamente atadas» que recibimos como legado del pasado.El pretendido enfrentarniento entre profesionales que día a día trabajamos codo con codo, resulta ajeno para todos los que nos en contramos inmersos en los graves problemas que en común tenemos planteados: paro, subempleo, colonización tecnológica, destrozo ecológico ocasionado por una industrialización especulativa, falta de participación de la ingeniería en la intrumentalización técnica de las grandes opciones políticas que afectan a la sociedad: plan energético, política tecnológica y científica, política de transportes, industrialización regional, política agraria, investigación aplicada y de desarrollo..., éstos son parte de los problemas en los que cotidianamente vivimos, agravados por «los atolladeros, las amenazas y las urgencias del crecimiento exponencial» en frase de Garaudy. Estos son temas que nunca de forma decidida y profunda hemos visto abordar a los paladines de la «democracia organica» por el estamento profesional, ni salvo contadas excepciones, a las corporaciones sin distinción entre ingenieros y peritos.

El tema de las atribuciones es un problema nimio, que por otra parte afecta a una reducidísima proporción de titulados. Nos parece necesario el aportar algunos datos, recurriendo para ello al trabajo «Los ingenieros entre el pasado y el faturo», de J. A. Marcos Alonso, patrocínado por la corporación catalana cuya imbricación con la sociedad y con la realidad del entorno en que se mueve le ha permitido atender a las necesidades de sus miembros y dar un servicio a la comunidad, apartándose de este tipo de polémicas de salón de bajo estilo. En la encuesta en que se sustenta el mencionado trabajo, se preguntaba a los ingenieros: «¿Considera usted que una nueva regulación por parte del Estado, ampliandolas atribuciones de los peritos, le perjudicaría a usted profesionalmente?». A lo que el 64,7% contestó que «nada» y el 25,1% «poco».

Coincidimos con el Grupo para el Estudio de los Nuevos Problemas de la Ingeniería, cuando afirma en una de sus publicaciones: «Existe un proceso, que parece irreversible, hacia la pérdida de especificidad del título en una gran cantidad de puestos de trabajo..., pérdida de especificidad y aumento de la especialización por temas de trabajo, muestran la inadecuación de las profesiones a las nuevas necesidades técnicas de la producción, resultado de la profundización en la división técnica del trabajo intelectual».

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Puede que sea ésta la última reyerta entre el corporativismo decadente. Esto, en la hipótesis de que se consolide de forma real el proyecto democrático en el que está inmersa la mayoría de la sociedad española. Sospechamos que se intenta una singladura a la que por primera vez se invita a los peritos en torno a una macroagrupación de profesionales, que alejada de la política según sus impulsores, y con un cierto tufo amarillista a nuestro modo de ver, pretende nuclearse en torno a un pacto tácito que podíamos resumir de forma simplista en un «olvidemos nuestras antiguas querellas y apretemos filas que la democracia parece que se acerca». Nos gustaría equivocarnos.

Perito e ingeniero industrial

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