Tribuna:

La delantera electoral

Las elecciones son el único motor que, desde el horizonte, impulsa la vida política del momento. A las elecciones miran quienes ejecutan actos violentos, con el propósito de evitar que se celebren (esto es, para no quedar definitivamente barridos de la vida política española). También miran hacia ellas los antidemócratas de toda la vida, que aceptan el irremediable paso por las urnas como única posibilidad de volver a gobernar tecno-despóticamente. Las elecciones mueven también la actividad de quienes, desde posiciones democráticas más o menos puras, y tras una larga vigilia de silencio, cland...

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Las elecciones son el único motor que, desde el horizonte, impulsa la vida política del momento. A las elecciones miran quienes ejecutan actos violentos, con el propósito de evitar que se celebren (esto es, para no quedar definitivamente barridos de la vida política española). También miran hacia ellas los antidemócratas de toda la vida, que aceptan el irremediable paso por las urnas como única posibilidad de volver a gobernar tecno-despóticamente. Las elecciones mueven también la actividad de quienes, desde posiciones democráticas más o menos puras, y tras una larga vigilia de silencio, clandestinidad y represión durante el franquismo, se preparan ahora a utilizar el más-civilizado de los procedimientos para la participación en el Poder.

A cuatro meses de las elecciones, la alineación electoral parece perfilarse. En ella destaca una delantera todavía inmadura, en la que las formaciones políticas se disputan las zonas del centro y del interior derecha, mientras que no terminan de cuajar jugadores para la izquierda, al menos jugadores con la necesaria solera en esa zona.

Concretamente, el puesto de interior izquierda —tan propicio para los goles de un Puskas— no tiene todavía un candidato indiscutido, que sólo podrá serio un socialismo unido. Mientras tanto, el eje de la delantera se desplaza demasiado a la derecha o se duplica, con formaciones de gran futuro o de indiscutible tradición en esa ala.

Los condicionamientos que ofrecen unas primeras elecciones subsiguientes a una dictadura —en cuanto a dificultades para la resurrección de la izquierda, pujanza sociológica de la derecha, capitalización del voto del miedo a la libertad y al futuro, etcétera— no tendrían porqué llegar hasta la exageración de privar al electorado de un panorama de opciones modesto, pero suficiente. Sí podría admitirse una correspondencia noto tal entre las opciones electorales en presencia y el mapa ideológico del país, lo que no será de recibo es una alineación manca o coja, o conjugadores de tercera-fila por la izquierda.

Con los condicionamientos antedichos, una lógica distribución de opciones electorales en la delantera que podría dibujarse, situaría en el extremo derecha a los partidos de este signo o de marcada significación ultrafranquista: Fuerza Nueva, Combatientes, falangistas ultramontanos y fascistas en general. A su lado, en el interior derecha, una formación franquista moderada como es Alianza Popular.

En el eje de la delantera —el puesto decisivo de un Cruyff— fuerzas auténticamente centristas o de derechas en el contexto europeo que, al cambio, se quedan en el centro español (el Centro Democrático, con el máximo posible de socialdemocracia dentro, y la Democracia Cristiana homologada se disputan legítimamente ese puesto y, o terminan entendiéndose o se estorbarán al jugar).

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El interior izquierda es puesto reservado, en el panorama español, para una formación socialista unitaria, aunque se llegue a ella donde presupuestos que en otros países son socialdemócratas (la guerra de las siglas, los personalismos de unos y otros y la falta de una flexibilidad pragmática por parte de todos están haciendo difícil esta alineación). El extremo izquierda corresponde-en este panorama al Partido Comunista de España que, aunque en la realidad constituye una izquierda modera da (al menos estratégicamente moderada), merece ser situado a la izquierda extrema del espectro político admitido, de hecho, por el Poder.

Partidos de izquierda, como PT, ORT, MC y otros, podrán correr a la izquierda del PCE, pero su acción se desarrollará fuera del terreno de juego, con destino extra parlamentario, si bien no inútilmente: sus carreras de precalentamiento no producirán goles en este primer match electoral, pero le servirán de entrenamiento para el siguiente.

El problema electoral que realmente esté planteado, contando con estas fronteras de opciones, es la inflación de formaciones derechistas y centristas de gran calibre, al tiempo que la inmadurez del interior izquierda. Para el PCE que, por un procedimiento u otro, participará en las elecciones en la demarcación de Gento, mientras más barullo exista en el ala derecha, tanto mejor para sus avanzadas eh solitario por la izquierda.

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