Editorial:

Miserias y virtudes de la diplomacia

LA «COMISIÓN de los nueve» ha mostrado, al concluir su reunión de anteayer, un raro hermetismo a la hora de informar sobre la conversación mantenida con el presidente Suárez por los señores Pujol, y Tierno. ¿La proximidad al Poder habrá contagiado a los representantes de la Oposición de esa distinguida enfermedad que es la obsesión por el secreto?Tal vez los restantes grupos de la Oposición y las bases de sus respectivos partidos han entregado a los comisionados un mandato tan amplio y generoso que les permite no dar cuenta de sus gestiones. Sin embargo, los simples ciudadanos, incluidos como ...

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LA «COMISIÓN de los nueve» ha mostrado, al concluir su reunión de anteayer, un raro hermetismo a la hora de informar sobre la conversación mantenida con el presidente Suárez por los señores Pujol, y Tierno. ¿La proximidad al Poder habrá contagiado a los representantes de la Oposición de esa distinguida enfermedad que es la obsesión por el secreto?Tal vez los restantes grupos de la Oposición y las bases de sus respectivos partidos han entregado a los comisionados un mandato tan amplio y generoso que les permite no dar cuenta de sus gestiones. Sin embargo, los simples ciudadanos, incluidos como sujetos pasivos en las negociaciones, tienen, pleno y legitimo derecho, tras cuarenta años de artificial minoría de edad política, a que se les informe con toda transparencia de los asuntos que les conciernen.

La práctica de la diplomacia encierra otras dimensiones más loables que el secreto. Conviene que la «comisión de los nueve» las vaya estudiando porque seguramente va a necesitar de sus enseñanzas. La participación del Partido Comunista en las deliberaciones y acuerdos de la citada comisión es ya una cuestión de principios democráticos; dar marcha atrás en este punto significaría el comienzo de una desordenada retirada y el posible inicio de luchas intestinas que arruinarían las futuras elecciones. Y, sin embargo, el Gobierno no acepta una negociación directa con representantes comunistas. El talento diplomático puede servir para buscar fórmulas que sac-rifiquen lo accesotio pero salven lo principal. Por ejemplo, una comisión restringida de interloculores, ninguno de ellos comunista, que respete las cautelas del presidente Pero que hable en nombre y representación de todos los negociadores.

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