Bracke, especialista en estas etapas, ganó la contra reloj

La etapa contra reloj, Fleurance-Auch, de 38,75 kilómetros con toboganes continuos, sirvió para afianzar aún más a Van Impe en el liderato del Tour. Zoetemelk, disminuido por su ántrax, cedió 1'15" al belga, con lo que antes ya de la etapa del Puy de Dome, la diferencia favorable al pequeño Van Impe pasa de los cuatro minutos y medio. La etapa la ganó el veterano especialista Bracke, clasificado entre los quince últimos de la general, y le siguió otro campeón del mundo de persecución, el noruego Knudsen. Maertens, que notó las dificultades del trazado, sólo pudo ser tercero, pero le fue sufici...

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La etapa contra reloj, Fleurance-Auch, de 38,75 kilómetros con toboganes continuos, sirvió para afianzar aún más a Van Impe en el liderato del Tour. Zoetemelk, disminuido por su ántrax, cedió 1'15" al belga, con lo que antes ya de la etapa del Puy de Dome, la diferencia favorable al pequeño Van Impe pasa de los cuatro minutos y medio. La etapa la ganó el veterano especialista Bracke, clasificado entre los quince últimos de la general, y le siguió otro campeón del mundo de persecución, el noruego Knudsen. Maertens, que notó las dificultades del trazado, sólo pudo ser tercero, pero le fue suficiente para subir dos puestos en la general a costa de Bertoglio y Galdos. El vitoriano perdió dos posiciones, al pasarle el propio Maertens y Pollentier. Poulidor ha superado a Riccomi por dos segundos, y ahora ya es cuarto, a 30 segundos de Delisle.

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El calor ha vuelto al Tour. Tras el paréntesis de los Alpes y los Pirineos, que verdaderamente salvó a muchos del agotamiento. Nuevamente el sol y, el bochorno han hecho su aparición en la última semana de la carrera. El estadio de atletismo y rugby de Moulias, en las afueras de Auch, fue ayer un verdadero horno.Durante el recorrido desde Fleurance, los árboles dieron bastante sombra a los corredores y fue el terreno, con toboganes continuos, el que puso las mayores dificultades. Aunque parezca de perogrullo, cuando un recorrido es en subida, ya se sabe que es necesario poner un desarrollo para subida más pequeño. Cuando es descenso o en llano, al revés. Eso está claro. Pero el grave problema se plantea al sucederse los dos tipos de recorrido. ¿Qué se pone entonces de desarrollo? En resolver ese problema, a base de cambio o de mantener el ritmo de la pedalada con un sólo desarrollo, residía ayer el hacer o no un buen tiempo en la contra reloj.

El ciclismo, sin que lo vayamos a inventar ahora, es bastante más complicado de lo que a primera vista parece, y en las contra reloj individuales, donde ningún pelotón puede servir para arropar fallos, es donde se nota más el oficio de los profesionales. Lo mismo que Niki Lauda debe tener calculado a la perfección la velocidad con la que ha de salir o entrar en una curva, el tiempo de frenada o la marcha apropiada, en una bicicleta moderna, con tanto cambio a su nivel como puede tener un fórmula 1, ocurre exactamente igual.

Ayer, la victoria de un veterano y gran especialista como Ferdinand Bracke, vino a confirmar que en el ciclismo muchas veces sabe más el corredor por viejo, que por sabio. Salió en el undécimo puesto de orden en la etapa, es decir, cuando todavía faltaban 77 hombres por correr y nadie tenía el más mínimo interés por las pesadas contra reloj que arrastran a tantos hombres, en un rosario casi interminable. Su experiencia sirvió para que sólo Knudsen y Maertens se acercaran a su tiempo.

Exactamente a 8 y 11 segundos. Van Impe, que realizó una gran etapa con las alas de una moral boyante, quedó cuarto, a 5 1, y Pollentier, o el mismo Poulidor, a más de un minuto.

Bracke, vencedor de una vuelta a España, precisamente a base de su dominio en las contra reloj, recordman del mundo de la hora en Roma el 30 de octubre de 1967, con 48,093 kilómetros recorridos y nada menos que 37 años a cuestas, es un ejemplo más de que este es un Tour para que destaquen los longevos. Sin ninguna victoria el año pasado en el equipo de Peter Post, pasó en la temporada actual al de Henri Anglade. Tiene, pues, tres años menos que Poulidor, sexto en la etapa y que era cuarto por delante de Van Impe y Pollentier, a cinco kilómetros de la llegada. Entre los primeros, ya ven, dos cuarentones.

El líder, que aprovechó al máximo los repechos del recorrido, ha apuntillado definitivamente a Zoetemelk. Este, pese a andar mejor de lo que todo el mundo esperaba, perdió 1'15" respecto al belga, lo cual le separa ya a 4'33". Los demás, más lejos todavía. Van Impe sólo cedió tiempo entre los diez primeros de la general a Maertens, concretamente 40 segundos. En esas primeras posiciones, el sprinter y maillot verde, pese a que notó las dificultades del trazado, ni mucho menos tan plano como el de Le Touquet, fue el hombre que más ha adelantado: dos plazas a costa de Bertoglio y Galdos.

Queda así sólo a 15 segundos de su compañero, Pollentier, al que sacó 50 en la etapa. También han ganado un puesto Poulidor, que ha superado por dos segundos a Riccomi, y está ya a sólo 30 de Delisle, primer francés clasificado, Pollentier -el de Galdos-, y López Carril, que ha pasado a Panizza por 8 segundos. El asturiano nuevamente se ha batido como un bravo, y mejor, desde luego que Galdos, perdedor de dos posiciones, o Pesarrodona, que se mantiene en la décima plaza. Bertoglio también pierde el puesto que le gana Maertens, y los restantes españoles bien clasificados, se mantienen: Martins, Ocaña, Torres y Heredia, mientras Menéndez y Viejo pasan a Martos. Tanto el asturiano como el alcarreño, hicieron una magnífica contra reloj para mostrar una vez más su buena forma actual. Aparte de experiencia, para el circuito de ayer, también hacía falta fuerza. La decimoctava etapa del Tour,

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