El Tourmalet y el Aubisque hundieron más a Thevenet

La segunda etapa reina de los Pirineos, pese a tener en su recorrido a los temidos Tourmalet y Aubisque, no cambió nada en los primeros puestos de la general individual. Sirvió, eso si, para que el equipo de Eusebio Vélez, que metió a tres hombres -Menéndez, Martins y Melero- en el primer pelotón, asegurara su primer puesto en la clasificación por equipos. Su inmediato seguidor, la escuadra de Zoetemelk y Poulidor, sólo tuvo a Talbourdet. El equipo vitoriano culminó así una etapa magnífica, que se inició con el paso destacado de Galdos junto a Van Impe en el Tourmalet. El vencedor en Pau fue P...

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La segunda etapa reina de los Pirineos, pese a tener en su recorrido a los temidos Tourmalet y Aubisque, no cambió nada en los primeros puestos de la general individual. Sirvió, eso si, para que el equipo de Eusebio Vélez, que metió a tres hombres -Menéndez, Martins y Melero- en el primer pelotón, asegurara su primer puesto en la clasificación por equipos. Su inmediato seguidor, la escuadra de Zoetemelk y Poulidor, sólo tuvo a Talbourdet. El equipo vitoriano culminó así una etapa magnífica, que se inició con el paso destacado de Galdos junto a Van Impe en el Tourmalet. El vencedor en Pau fue Panizza, que ha buscado con ahínco desde hace días un triunfo de etapa. El gran derrotado otra vez fue Thevenet, que perdió más de 13 minutos respecto al italiano, y 8 sobre el grupo de los grandes. El vencedor del Tour del año pasado se ha hundido aún más. Ocaña, a punto estuvo de hacerlo.

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La decimoquinta etapa del Tour, entre Saint-Laury y Souln-Pau, de 195 kilómetros, no respondió a lo que sobre el libro de ruta prometía. Sólo tras el paso por el col d'Aspirin, primer puerto de segunda categoría de la jornada, comenzó de verdad la batalla. El triunfo de Karstens en el alto inicial demostró con claridad que se subió totalmente a tren, pues ganó un sprinter que nunca ha subido nada. En la ascensión del Tourmalet, primera gran dificultad, atacó dos veces Delisle. Esa fue la llama que encendió la batalla, pequeña, pero batalla al f in y al cabo. A la primera salida del ex líder galo respondió Teirlinck y su propio jefe de fila, Van Impe. A la segunda, el propio Van Impe. Inmediatamente saltó Galdós, y solamente el maillot amarillo pudo seguir su rueda. El corredor vitoriano quería ganar además del Tourmalet, una jugosa prima que se ofrecía en la Mongie, a cuatro kilómetros de la cima. Una firma comercial premiaba al primer corredor que pasase por allí con un mes de vacaciones para toda su vida, tras pasar por el alto. Incluso Galdós se destacó en el descenso, pero la lluvia que amenazaba ya en la subida, se hizo más intensa y aconsejó no hacer locuras.Antes del Aubisque hubo reagrupamiento general, pero los ataques provocados por el equipo de Vitoria, que seguía su acción en cadena, volvieron a romper inmediatamente la armonía. En esta ocasión comenzó Martínez Heredia, al que siguieron primero Paolini, Giulianni y Sibille. Unos kilómetros después, al iniciarse ya la subida del segundo puerto de primera categoría de la etapa, se destacaron Labourdette y el mismo Giuliani. A media subida llevaban 30 segundos a Ovion, Talbourdet, Menéndez, Bellini, Panizza y Pesarrodona. Antes de la cima fueron cazados y bajo el fuerte tren impuesto por los dos españoles, subió un grupo de ocho en cabeza, con más de dos minutos de margen sobre el pelotón de los mejores, salvo Ocaña y Thevenet, claro está. Panizza pasó primero por la línea y en el descenso se lanzó con una audacia increíble. Cuando parecía que iba a ser cazado por el primer grupo de siete escapados, no sólo mantuvo su ventaja en la meta de Pau, sino que la aumentó. Quedaban 75 kilómetros, pero con continuos toboganes y algunos repechos rompedores, como uno no puntuable en el kilómetro 150, que permitieron al fuerte y buen escalador italiano sostener su ventaja.

La lucha angustiosa de la etapa, sin embargo, corrió a cargo nuevamente de los hombres de Saura. Hasta el kilómetro 185, es decir, a diez de la meta, y dos antes de la última cota de cuarta categoría, la de Esquilot, no cazaron al pelotón de Van Impe y los mejores. Viejo trabajó increíblemente para llevar a Ocaña adelante y por ell9 el conquense, que acusó enormemente en las subidas los esfuerzos de ayer, como Pedro Torres, pudieron enlazar.

El equipo de Vélez, mientras tanto, se colocaba en la general con un cómodo margen de 10'12" de ventaja. Cara a la etapa contra reloj y las restantes, incluido el Puy de Dome, parece muy halagüeño. El cuadro vitoriano, a falta de que sus hombres hayan tenido más fortuna en el plano individual, vuelve a brillar como conjunto en el Tour. Si aquilatamos más, en realidad no pudo hacer otra cosa, porque sus hombres no tuvieron más fuerzas en el Peyresourde y en Plad'adet, etapa sin duda más apropiada para atacar que esta segunda.

En cuanto al equipo de Gabriel Saura, roto totalmente y sólo con Ocaña, Torres y Viejo dando señales de vida, bastante hizo el primer día pirenaico con el ataque de los dos primeros, aunque al día siguiente casi pagan el esfuerzo con nuevos minutos perdidos. Orbaiceta, el dueño de la firma, que llegó hasta Tarbes para presenciar las dos etapas, quizá se haya conformado otra vez con el ataque de Ocaña. Desde luego, no estamos, ni mucho menos de acuerdo con que se haya justificado su mala temporada una vez más. Ni eso, ni lo que cobra, por supuesto, y en cuanto a pensar que le ha dado al Tour a Van Impe, como algún ciego «ocañista» ha señalado, ni hablar. Van Impe se dio un paseo en solitario casi imperial y encontró en su camino a Ocaña. El aprovechamiento fue mutuo y cuando el belga quiso irse, se marchó.

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