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Jannik Sinner
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Álex de Miñaur
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El temido Sinner, sin piedad e impoluto hacia la final maestra

El número dos aparta a De Miñaur (7-5 y 6-2) y desembarca por tercer año seguido en el epílogo maestro. Esta vez, sin hacer cedido un solo set ni un turno al saque

Jannik Sinner lo hace así: madurándolos. Tiene algo de despiadado ese procedimiento, que al de enfrente va haciéndole creer que sí, que puede, que tal vez exista alguna oportunidad. Que quizá sea el día, que a lo mejor se han alineados los astros y lo mismo acaba encontrando algún resquicio (milagroso). De eso nada. Otro más a la lona. Resiste Alex de Miñaur una hora, hasta que la tensión termina acaba agotándole y su mente y su fe se rompen: break y 7-5. A partir de ahí, un suplicio para él, expuesto a esa manera que tiene el italiano de resolver: no es un zorro, sino un guepardo galopando hasta que a la presa le fallan las fuerzas y desiste en la carrera. El australiano è finito.

Culmina el número dos —6-2 en la segunda manga, para una inversión final de 1h 51m— y después de otra actuación impoluta, sin grieta ni inquietud alguna, desembarca con las alas abiertas y toda su plenitud en la final de este domingo (18.00, Movistar+). ¿Será capaz alguien de terminar con esa racha de 30 victorias sucesivas bajo techo? Rotura, rotura, rotura. Y De Miñaur no sabe dónde meterse. Visera baja y a aguantar el temporal, que de repente los vientos alpinos se han colado en la ciudad y si hace dos días lucía un sol muy agradable, este sábado Turín recupera el paisaje realista: neblina, sirimiri, poca luz. El local espera a Carlos Alcaraz o Felix Auger Aliassime (hoy, a las 20.30).

“Mañana será un partido importante y, como siempre, muchas gracias por el apoyo: sois un público fantástico”, se dirige a la grada; “es el último torneo del año y tengo la suerte de jugar en casa. Siempre es muy especial. Estoy muy contento de jugar en Italia”, contesta el vencedor, inmaculado. No ha cedido un solo set y ha firmado un pleno perfecto hacia el epílogo del torneo. Es el tercero seguido, luego se alinea con gigantes de la talla de Ivan Lendl —hasta ocho entre 1981 y 1988—, Djokovic —cinco de 2012 a 2016—, Roger Federer —otras tantas entre 2003 y 2007—, Ilie Nastase —cuatro entre 1972 y 1975—, John McEnroe —tres del 82 al 84— o Boris Becker —las mismas, 1994-1996—.

Él sigue ahora haciendo su camino, estupendo en este 2025 que va agotándose y que registra en su casillero la nada desdeñable cifra de cinco títulos y ahora 57 victorias, por las 70 de Alcaraz. El español cerrará el curso en lo más alto, pero él quiere una última alegría para el cuerpo y no cede. Razón de peso: nadie puede con él. Incontestable. Superior en este terreno que tanto beneficia a esa supersónica bola, plana hasta la línea de fondo y que ahí, cuando parece que va a escaparse, dibuja una folha seca y cae a plomo sobre la pintura. Otra exhibición, más artillería. Pavor generalizado para el resto cuando él asoma. Y ahora, ¿quién le frena? Solo queda una opción.

Las posibilidades de De Miñaur se reducen al mínimo conforme se resuelve el primer parcial. Hasta ahí, un falso equilibrio que termina con el estacazo de siempre. A la séptima oportunidad, Sinner logra el break y la continuación se convierte en un desfile a paso ligero, recto, cómodo, reconfortante para él. De Miñaur, en el fondo, era un afortunado. Accedió a la semifinal después de un biscotto no pactado —el triunfo de Alcaraz le clasificó, de la misma forma que el español aseguró el jueves el pase gracias a la victoria del oceánico contra Taylor Fritz— y se encoge de brazos porque no hay nada que hacer. Caer con la mayor dignidad posible, tal vez. Araña un par de juegos.

En consecuencia, Sinner continúa sacándole jugo al otoño, lo que empieza a convertirse en tradición, y aspira a su cuarto trofeo después de haber conquistado antes los de Pekín, Viena y París. Extraordinario su año. Fijo en todas las grandes finales —las de los cuatro grandes [dos ganadas] y esta de Turín—, transita por la senda que en su día exploró un tal Novak Djokovic, el último tenista que había conseguido (2018) alcanzar el cierre maestro invicto, sin ceder un set ni tampoco el servicio. Versión total del italiano, quien ha completado el trazado decantando a su favor los 39 turnos al saque. En la línea del serbio, ya cifras y más cifras cuando se escribe de él. Sinner, aquí el más temido.

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