De París a Nueva York, de grande en grande, el viaje soñado por Granollers y Zeballos
El español y el argentino anulan tres bolas de partido ante Skupski y Salisbury (3-6, 7-6(4) y 7-5), y rematan un año fantástico: “Es mejor no pensar, porque si lo haces...”
El éxito llega en forma de grito: “¡Vamos Cebollaaaaa!”. Y ahí que brincan Marcel Granollers y Horacio Zeballos, coronados por segunda vez en un grande después de una montaña rusa de tenis y sensaciones, resuelta por el español y al argentino a base de aplomo, resistencia y, sobre todo, mucha sangre fría porque el dúo británico ha llegado a disponer de hasta tres puntos de partido que finalmente se han ido al garete: 3-6, 7-6(4) y 7-5, tras 2h 24m. Repite, pues, la pareja construida a base de convicción y fe. Empezaron en 2019, se llevaron algún que otro sopapo —tres finales perdidas— y, por fin, recogen lo cosechado durante seis años. Bingo a la perseverancia.
Al otro lado de la red, el gesto descompuesto de Neil Skupski revela el estropicio, porque él y Joe Salisbury lo han tenido a tiro: tres bolas francas para cerrarlo, pero las tres han ido a la malla. Con todo a favor, al servicio, el primero se ha venido abajo y no sabe dónde meterse. Su pena es la alegría de los vencedores, quienes, emocionados, sacan lustre a una temporada en la que ya han festejado dos majors; primero fue Roland Garros, final del maleficio, y ahora es Nueva York, marco de un sinuoso recorrido competitivo. Segunda remontada para volver a tocar el cielo. El catalán, de 39 años, vuelve a ser noticia y reivindica una modalidad que hace años perdió espacio en el escaparate.
“Estas han sido dos de las semanas más duras que he vivido, sin duda”, señala Granollers, partícipe de algunos de los éxitos en la Copa Davis y que terminó encontrando acomodo y un filón en la especialidad, relegada a un segundo plano pese a los éxitos reportados en lo masculino y lo femenino, en el circuito y lo olímpico. “Tengo que dar las gracias a los fisios y a los médicos, porque gracias a ellos he podido jugar este torneo”, prolonga el barcelonés, que a su aterrizaje en Nueva York dudaba seriamente que pudiera competir, debido a los problemas que arrastra en la fascia plantar y a una inflamación en un tobillo que pusieron en duda su participación.
“Tenía un bolo así de grande”, dibuja con las manos, a la vez que describe el tenis como un deporte “loco” en el que, así son las cosas, “estás muy cerca de perder y a los diez minutos te ves con el trofeo”. Habla Granollers de la importancia que tuvo para ellos el desbloqueo de París y de que cuando él y el argentino estaban contra las cuerdas, “lo mejor era no pensar, porque si lo haces se te hace una montaña y no lo consigues”. Desde el rincón, a pleno pulmón, su hermano Gerard no ha dejado de darle ánimos y, sobre el terreno, un escudero de lujo que además de ese triple match point salvado, pone en valor el 0-40 anulado en el segundo set, cuando el marcador reflejaba el 3-3. El Cebolla.
Se expresa el incombustible Zeballos, quien a sus 40 años continúa exhibiendo un espíritu competitivo digno de elogio y esencial para sostener este último pulso con los británicos, quienes hace tres meses ya se inclinaron ante ellos en la final de París y hace dos en los cuartos de Wimbledon. “Cuando juegas este tipo de partidos, no sabes quién es el ganador y el perdedor, porque todos lo hemos dado todo”, pronuncia el zurdo de Mar del Plata. Equilibrio hasta la recta final, cuando la sucesión de errores de Skupski ha terminado resultado determinante; con 5-4 a su favor, hasta cuatro bolas a la red y acto seguido, la rotura. A continuación, Zeballos ha redondeado con templanza.
Se trata, pues, del decimocuarto trofeo que obtienen juntos y que significa, además, el trigesimoprimero para el tenista español. Instalados en el segundo peldaño de la lista mundial de dobles, la victoria les otorga de manera automática al acceso a la Copa de Maestros de Turín, en noviembre, e inscribe el nombre de otro representante nacional en el palmarés del torneo tras la huella conjunta dejada por Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal en la edición de 1988. Ahora es Granollers, que en su día, 2012, fue el decimonoveno del mundo en los individuales y hoy reivindica: “Animo a toda la gente del mundo a que siga el dobles”.