El roxadustat, principio del fin de la ya retirada Simona Halep: “Me voy con el alma en paz”
La rumana, exnúmero uno y ganadora de 24 títulos, anuncia que deja el tenis a los 33 años tras un episodio de dopaje y un intento de reenganche que nunca llegó
Hubo un tiempo en el que Simona Halep ocupaba la cima del tenis, en el que era de capaz de rendir a la mismísima Serena Williams sobre el tapete de Wimbledon y en el que era contemplada como una de las competidoras más férreas y regulares del circuito. Ella era el hueso oficial, hasta que una tal Ashleigh Barty y otra tal Iga Swiatek irrumpieron con mucha fuerza y, sobre todo, hasta que el rastro del roxadustat apareció. 21 de octubre de 2022. Ahí, el principio del fin. Un cierre que se produce ahora, con 33 años y 24 trofeos a las espaldas, manchas y juicios de por medio. De forma repentina, pero no inesperada. “La idea de retirarme me viene a la cabeza muy a menudo”, deslizaba en una entrevista publicada esta semana por el medio rumano Golazo. Y, efectivamente, al término del partido del martes contra Luzia Bronzetti en el torneo de Cluj-Napoca, derrotada por un doble 6-1, en apenas una hora de juego, empuñó el micrófono y se despidió frente a su gente.
“Tomo esta decisión con el alma. Siempre he sido realista conmigo misma y con mi cuerpo. Es muy difícil llegar a donde estuve, y sé lo que significa llegar. Por eso he querido venir hoy aquí, a Cluj, para jugar delante de vosotros y despedirme. Llegué a ser la número uno del mundo y gané Grand Slams, y eso es todo lo que quería”, pronunció la ya extenista, en su día una máquina de abarcar pista y devolver bolas, todo piernas y finura mecánica a la hora de golpear la pelota. “Me encanta su estilo, no tiene un solo punto débil”, describía Paula Badosa. Y así era. Así se hizo con ese ansiado primer grande en Roland Garros (2018), y así celebró un año después el triunfo en Wimbledon. Acompaña a este doble éxito las 64 semanas como líder del tenis femenino, las dos ocasiones en las que logró sellar el año en lo más alto y los nueve trofeos de WTA 1000, entre otros méritos. Sin embargo, hasta aquí lo bonito. Después, lo feo. Todo se torció. Demoledor frenazo en seco.
“A lo largo de toda mi carrera, la idea de hacer trampas nunca se me ha pasado por la cabeza ni una vez, porque es totalmente contraria a todos los valores en los que he sido educada. Pelearé hasta el final, esta es la mayor batalla de mi vida”, transmitía después de que un control de orina efectuado en el US Open de 2022 revelase el rastro de roxadustat en su organismo —fármaco contra la anemia, prohibido por la normativa al considerarse un estimulante prohibido— y trascendiera luego el positivo y una serie de irregularidades en su pasaporte biológico que derivaron en la suspensión provisional. A partir de ahí, un pleiteo judicial que se tradujo en un castigo de cuatro años, en primera instancia, y en una rebaja a nueve meses después, cuando el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) determinó que la deportista no tuvo la “intencionalidad de doparse”, aunque apreciase “cierto nivel de negligencia” en el consumo.
Halep, que entonces era la novena del mundo y estaba bajo las órdenes del hombre que había dirigido a Serena Williams durante una década, el francés Patrick Mouratoglou, esgrimió que lo del roxadustat —EPO en pastillas— respondía a un episodio de “contaminación” accidental y que las deficiencias en la sangre obedecían a una cirugía a la que había sido sometida tras caer en la primera ronda del US Open para paliar unos problemas respiratorios. “Creo que pronto volveré a estar en la pista”, manifestó en su día, a la par que despedía a Mouratoglou e interponía una demanda millonaria —9,2 millones de euros, de la que nada se sabe hoy— contra el fabricante del suplemento nutricional que había propiciado el positivo. Una vez conocida la resolución del TAS y defendida su “inquebrantable creencia en la integridad de la verdad”, la tenista intentó regresar a la élite, pero se topó con una cruda realidad.
Tras 17 meses sin competir, los que comprenden desde el inicio del proceso (octubre de 2022) a la decisión última del TAS (marzo de 2024), la respuesta de su físico no fue la deseada. Sin ritmo ni continuidad, habiendo perdido el ranking (870º) y consumida por el litigio judicial, su voluntad de volver se estrelló con la dificultad de poner otra vez en marcha la maquinaria e intentar reengancharse a una dinámica que no espera a nadie. En consecuencia, punto final. El triste adiós de Halep. “Me he hecho mayor, tengo lesiones de las que no puedo recuperarme. Mi rodilla no se recupera… Tomo la decisión con el alma en paz. Sé lo que significa”, lamentó sobre la pista de Cluj-Napoca. Atrás, esa larga lista de títulos, la sombra del dopaje y ese intento por volver que le frenó sin compasión: cinco partidos en torneos menores, a excepción de la invitación recibida en Miami, y una sola victoria.
“El tenis no lo es todo en la vida. Tengo muchos deseos y metas más allá del deporte. Todo lo que he hecho ha sido extraordinario. Trabajé muy duro y me siento realizada como tenista, pero ahora quiero hacer algo más, no solo en el tenis. La primera parte de mi vida se basó únicamente en el tenis, pero ahora quiero explorar otros caminos”, expone la rumana, en cuyo cénit estuvo bajo las órdenes de Darren Cahill —el técnico actual del número uno masculino, Jannik Sinner— y que durante la última década ha figurado como uno de los grandes símbolos deportivos de su país. En términos competitivos, pocas alcanzaron su linealidad y su constancia en las alturas; baste con decir que encadenó siete temporadas consecutivas entre las cuatro mejores, de 2014 hasta 2020. Caracterizada por una propuesta muy enérgica y sus dotes estratégicas, pitbull en la pista, brilló hasta que el chivato del doping saltó en Nueva York y su carrera se hizo añicos. En diciembre disputó una exhibición en Abu Dabi y en enero renunció a la fase previa del Open de Australia. Así es, era el lúgubre final de Simona Halep.
BADOSA, ELIMINADA EN ABU DABI
Después de su brillante actuación en el Open de Australia, donde alcanzó las semifinales, Paula Badosa reapareció sobre el asfalto de Abu Dabi con poca fortuna. La española, de 27 años, cedió en los octavos frente a la checa Linda Noskova (39ª) por 6-4 y 6-1, en poco más de una hora de partido.
La catalana es la undécima del mundo, gracias a la cota registrada en Melbourne, y en los dos primeros meses de competición ha disputado cuatro torneos; además del grande oceánico y esta última cita en el desierto árabe, participó en Brisbane (dieciseisavos) y Adelaida (octavos).
Por otra parte, este miércoles se concretó el rival de Carlos Alcaraz en los octavos de Róterdam. Finalmente será el italiano Andrea Vavassori, beneficiado por el abandono de Felix Auger-Aliassime. El canadiense no logró sobreponerse a unas molestias físicas durante el pulso con el italiano y optó por renunciar cuando cada uno de ellos se había hecho con un set.
El turinés, de 29 años, es el 317º de la ATP y se desempeña habitualmente como doblista (11º). Él y el español se midieron el curso pasado en la arena de Buenos Aires, con un desenlace favorable al segundo.