Paula Badosa: “Quería demostrar que se equivocaban, mi ego ha aumentado”
La española rompe su barrera en Nueva York con el acceso a la tercera ronda (6-3 y 7-5 a Townsend) y prosigue su escalada veraniega, situándose al borde del ‘top-20’
Queriendo ir siempre deprisa, con esa impaciencia que le caracteriza y con la inquietud de la espalda todavía golpeándole fuerte, Paula Badosa le deslizó a principios de año a su entrenador que deseaba recuperar el terreno perdido rápidamente. Era la 68ª del mundo, después llegó a caer al puesto 140 y hoy es virtualmente la 23ª, gracias al triunfo firmado contra Taylor Townsend (6-4 y 7-...
Queriendo ir siempre deprisa, con esa impaciencia que le caracteriza y con la inquietud de la espalda todavía golpeándole fuerte, Paula Badosa le deslizó a principios de año a su entrenador que deseaba recuperar el terreno perdido rápidamente. Era la 68ª del mundo, después llegó a caer al puesto 140 y hoy es virtualmente la 23ª, gracias al triunfo firmado contra Taylor Townsend (6-4 y 7-5, en 1h 40m) y, en consecuencia, el acceso logrado a la tercera ronda del grande neoyorquino.
“En enero, le dije: ‘quiero hacer el regreso del año’. Y Pol [Toledo] me miraba así [gesto extrañado] y me respondía: ‘tú céntrate en entrenar cada día, en mejorar, en escuchar y en estar abierta, y todo lo demás vendrá. Pero yo que quiero hacer la vuelta del año [comeback of the year en la jerga anglosajona del tenis] porque quiero demostrar que valgo para esto. Sinceramente, quiero jugar todas las semanas contra Aryna [Sabalenka, la número dos], contra Iga [Swiatek, la uno], contra Pegula [la seis]… Quiero jugar con estas jugadoras y retarme con ellas”, expone la catalana en la sala de conferencias, habiendo roto antes la barrera que no había podido superar en las cuatro participaciones previas en un torneo que tenía “cruzado”. Una espina.
Badosa nació en Nueva York y remarca que parte de su historia vital está aquí. Sus padres trabajaban como modelos y ella creció hasta los seis años en Manhattan, de ahí que le escueza no haberse hecho notar todavía en el torneo. Tira ahora un muro y la maniobra le concede una cita el viernes con la rumana Elena Gabriela Ruse, y se reafirma en la intención: “Aquí sigo, intentándolo. Ojalá sea la jugadora que consiga ese premio [del regreso del año]”. Feliz verano el de la española, que hace un par de meses charlaba con sus psicólogos sobre cómo podía revertir la situación en un tramo de la temporada del que no guarda buenos recuerdos.
“Era en plan, bueno, vamos a focalizar esta gira porque es algo que siempre has rechazado mucho”, contesta ante la pregunta formulada por este periódico. “Y por eso estoy contenta, porque antes de volar a Estados Unidos era algo que llevaba trabajando; tuve unos días de entreno y sobre todo trabajé mucho mentalmente, al estar más abierta y no estar tan cerrada con las condiciones [velocidad de las pistas y pelotas] y con todo. No creía que pudiera jugar bien en estas condiciones tan rápidas, así que tenía que demostrármelo a mí misma. Y es algo de lo que estoy muy orgullosa”, explica.
Cruce engañoso
Su tenis y su confianza han repuntado, y cuenta que la espalda va respetándole gracias a una exigente inversión diaria a base de hipopresivos y otra serie de ejercicios que refuerzan y protegen la zona lumbar. Empeñada en volver al espacio que fue perdiendo a raíz de la lesión y de la discontinuidad, se expresa con optimismo y saca pecho, al contradecir con la evolución de los últimos tiempos —una ascensión de más de 100 posiciones en el ranking desde mayo— y los resultados registrados estas últimas semanas —título en Washington y semifinales en Cincinnati— a aquellas opiniones que la dan por amortizada.
“Estoy muy orgullosa de mí misma y, aunque pueda sonar mal, creo que mi ego ha aumentado”, transmite. “En abril o mayo había gente que me decía que no valía o que me retirara, que no sería la misma, así que quería demostrar a esas personas que se equivocaban. Todo eso que decían me dio más fuerza para estar donde estoy ahora, para volver”, prolonga, a la vez que remite al presente inmediato cuando se le menciona un hipotético cruce en los cuartos con Coco Gauff, la última campeona. “Ojalá”, dice. “Pero el siguiente partido es engañoso, así que a ver cómo lo gestiono. Vengo de jugar muchos partidos que me han dado mucha confianza, pero al mismo tiempo, eso en algún momento también me puede perjudicar”.
Solo consta un pulso con Ruse, en 2022, sobre el cemento de Dubái. “Y tengo muy malos recuerdos. Yo estaba muy arriba, pero no lo gestioné nada bien; jugué muy mal y ella lo hizo muy bien”, precisa. Viene la rumana de batir a la checa Barbora Krejcikova, vencedora este año en Wimbledon y competidora de alto nivel, lo que obliga a mantener la guardia bien alta. “A ver cómo gestiono la presión…”, cierra Badosa.
DJOKOVIC, TRABADO CON EL SAQUE
No quería Novak Djokovic jugar a última hora, pero la organización desoyó al serbio y por segunda vez selló la jornada. Lo hizo en positivo, con un triunfo merced al abandono de su compatriota Laslo Djere, que después de dos horas y cuarto decidió retirarse debido a unos problemas físicos, cuando ya había cedido dos sets (6-4, 6-4 y 2-0).
En todo caso, sigue sin estar del todo fino Nole estos días. Y de nuevo, problemas con el saque. Se quedó un 47% de promedio —el mismo registro que en el estreno— y otra vez, las sensaciones no fueron las mejores. “He estado horrible”, afirmó en tono autocrítico, confiando en pulir su juego de cara al pulso del viernes con el australiano Alexei Popyrin.
Tetracampeón del torneo, Djokovic ya es el segundo que más victorias ha firmado. Con 90, deja atrás a Roger Federer y divisa a Jimmy Connors, ocho por encima. Además, el de Belgrado es el único tenista masculino que ha alcanzado dicho registro en los cuatro grandes escenarios de la raqueta. “Pero tengo que mejorar mucho más si quiero llegar lejos”, zanjó.
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