El doblete perfecto de ‘Juanki’ Ferrero, el guardián del altavoz
Tras coronarse en 2003 como jugador, el técnico redondea el éxito desde el banquillo de Alcaraz, al que dirige desde los 15 años: “Con 21 nadie es maduro”
Ferrero, Juan Carlos, Juanki en confianza, sonríe y celebra después de cerrar un círculo perfecto. La doble cumbre en París: primero como jugador, ese mosquito revoloteador y con mechas rubias que picaba con ganas y acierto, triunfador en 2003 tras haber perdido la final del año anterior, turno de Albert Costa, la redención después; y ahora desde el banquillo, donde suena constantemente el altavoz. “Es verdad que igual no tienes que estar tan encima de él como cuando tenía 15, 16 o 1...
Ferrero, Juan Carlos, Juanki en confianza, sonríe y celebra después de cerrar un círculo perfecto. La doble cumbre en París: primero como jugador, ese mosquito revoloteador y con mechas rubias que picaba con ganas y acierto, triunfador en 2003 tras haber perdido la final del año anterior, turno de Albert Costa, la redención después; y ahora desde el banquillo, donde suena constantemente el altavoz. “Es verdad que igual no tienes que estar tan encima de él como cuando tenía 15, 16 o 17 años, porque ahora es un jugador que va adquiriendo ya esa experiencia necesaria para darse cuenta de cuándo está fallando en algo, o cuándo debe realmente mejorar en otra cosa. Pero siempre hay que estar un poquito encima de él para intentar que realmente abra bien los ojos…”, se explica el preparador, siempre alerta, sin perder de vista ningún detalle para que Carlitos, genio despistadillo, no baje la guardia y se vaya a dar una vuelta por algún pensamiento recóndito.
“Ha perdido uno de los sets porque no se ha agobiado, no encontraba el hueco. Era una final muy larga, así que yo le he pedido que fuera valiente y lo ha sido hasta el final. Sabemos de su potencial, el nivel está ahí, pero tiene que trabajar”, afirma el técnico feliz, pleno, muy satisfecho porque hace un par de meses había algún que otro nubarrón —las jugarretas del músculo pronador— y finalmente escampó. Fue menguando el dolor, desapareciendo el miedo y creciendo exponencialmente la confianza de un tenista que hoy festeja: Carlos, Carlitos, Alcaraz ya en el historial del torneo, huella murciana en la misma pista en la que el valenciano dejó la suya hace más de dos décadas, exactamente cuando nacía el jugador de El Palmar. De vez en cuando, se alinean los astros y la oportunidad se presentó para juntarlos en un tándem que podía no haber fructificado.
Tras una experiencia de medio año con Zverev, que le dejó con mal poso porque el alemán no se ajustaba a su código de trabajo, el preparador recibió varias ofertas para entrenar a tenistas de primera línea. Sin embargo, el agente de Alcaraz, Albert Molina, le deslizó entonces (2018) que echase un vistazo a un chaval que sorprendía. Bastó un entrenamiento para tomar una decisión. “Se salía de lo normal”, razona. Así que enseguida, carretera y manta. Exploraron de la mano el circuito júnior y fueron adentrándose en el profesionalismo en los challengers. Recuerda siempre Ferrero todas esas horas juntos en la carretera, desplazándose, por ejemplo, de un estado a otro en Brasil. El resto, mucha labor de fondo e inercia. La materia prima era extraordinaria. “Es que es muy bueno”.
Lo fue también Ferrero, quien llegó a lo más alto y surcó las peligrosas aguas de la fama después de convertirse en un héroe, con la conquista de la Copa Davis del Sant Jordi (2000), y la victoria posterior en París. Por tanto, sabe muy bien qué mensaje transmite a su jugador, cuándo apretar más o menos. La definía Alcaraz como un “segundo padre”, después como un “amigo” y, ahora, la relación ha evolucionado hacia la adquisición de una mayor responsabilidad individual por parte del jugador. Ya no es el adolescente de los 15 años ni el crío de los 17, cuando ya había dejado pistas —logró su primer triunfo en la ATP con 16—, y la adecuación a la rutina profesional no es un proceso nada sencillo. Hacer entender los porqués, las restricciones.
Tirones de orejas
Contesta Ferrero a este periódico: “La relación sigue siendo la misma, muy cercana, que se puede diferenciar en momentos del día; hay muchos en los que soy entrenador, puro y duro, y hay otros en los que soy amigo, por las bromas que hacemos y porque estamos siempre juntos. Y lo de padre… se lo dejo a su padre de verdad [risas]. A los chavales, mientras se van haciendo mayores, el decir siempre que sí les cuesta. En cuanto al proceso de maduración, está en ello; es lento y con el tiempo lo va a hacer de manera natural. Con 21 años creo que nadie ha sido maduro. Jugar al tenis puede hacerle que madure mucho antes, pero creo que todavía le falta”.
Alcaraz, mientras, sigue descubriendo los entresijos de una profesión compleja y demandante, que no admite prácticamente treguas y que erosiona por la repetición diaria que exige. De vez en cuando le cae un tirón de orejas por la puntualidad o algún que otro despiste, y cuando no lo ve claro, rebate, pero en líneas generales continúa siendo un chico más bien dócil, con el hambre y el apetito que le ha guiado hacia la historia a una edad inusual. El club de los elegidos al que él dice no pertenecer, mientras los hechos siguen llevándole la contraria una y otra vez.
A petición de EL PAÍS, responde: “Nuestra relación es muy buena. Juan Carlos y yo hemos vivido muchos momentos juntos, así que confianza al cien por cien, plena. Obviamente, yo voy creciendo y asumiendo responsabilidades; lo que hacen las personas cuando se hacen mayores… Pero la relación sigue siendo excepcional, tanto de él con mi entorno como a la inversa. Cero quejas y muchísimo que agradecer por todo lo que ha hecho por mí, y por todo lo que sigue haciendo”.
LA MITAD DE TÍTULOS, SOBRE ARCILLA
Alcaraz se coronó tras los éxitos de Manolo Santana (1961 y 1964), Andrés Gimeno (1972), Sergi Bruguera (1993 y 1994), Arantxa Sánchez Vicario (1989, 1994 y 1998), Carlos Moyà (1998), Albert Costa (2002), Juan Carlos Ferrero (2003), Rafael Nadal (2006, 2006, 2007, 2008, 2010, 2001, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019, 2020 y 2022), Garbiñe Muguruza (2016).
Con tres majors ya en la estantería, el murciano se desmarca de Muguruza y de Bruguera, y se convierte en el cuarto tenista nacional que logra más de dos. Arantxa y Manuel Santana llegaron a cuatro, y Nadal posee el estratosférico registro de 22.
Suma ya 14 títulos, la mitad de ellos obtenidos sobre tierra batida. Al margen del conseguido este 9 de junio en París figuran los de Barcelona (2), Madrid (2), Río de Janeiro, Buenos Aires y Umag; este último, el primero en el circuito de la ATP.
Campeón en marzo en Indian Wells, esta temporada ha incorporado dos laureles, con vistas a lo que viene por delante: la gira de hierba, los Juegos, el US Open, la Laver Cup, la gira asiática y, en función de los acontecimientos, la Copa Davis.
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