España, la nostalgia de los 90 y una sequía de 25 años
El equipo de Medina, que no hace cumbre desde 1998, debuta frente a Canadá en un torneo muy abierto y con la incógnita del rendimiento de Paula Badosa
Billie Jean King, quien a sus casi 80 años todavía es capaz de coger la raqueta y volear con sumo estilo, rebobina tres décadas y recuerda: “Cada vez que jugábamos contra España y yo era la capitana de Estados Unidos, perdíamos; de hecho, perdíamos muchos partidos porque estaban ahí Arantxa y Conchita. Ahora, por cierto, Conchita es la directora de nuestro torneo, y por eso la queremos mucho…”, bromea la icónica leyenda, refiriéndose ...
Billie Jean King, quien a sus casi 80 años todavía es capaz de coger la raqueta y volear con sumo estilo, rebobina tres décadas y recuerda: “Cada vez que jugábamos contra España y yo era la capitana de Estados Unidos, perdíamos; de hecho, perdíamos muchos partidos porque estaban ahí Arantxa y Conchita. Ahora, por cierto, Conchita es la directora de nuestro torneo, y por eso la queremos mucho…”, bromea la icónica leyenda, refiriéndose a esos gloriosos años noventa en los que el equipo español de la entonces Copa Federación (Fed Cup) tuteaba al mastodonte norteamericano y traducía sus envites en títulos: 1991, 1993, 1994, 1995 y 1998. Cinco en total, solo uno menos que los obtenidos hasta ahora en la Copa Davis, la equivalente masculina.
Hay que retroceder 25 años y viajar mentalmente al Palexpo Hall de Ginebra para dar con ese último logro, lejano ya. A partir de ahí, tres finales perdidas y una dolorosa sequía que se prolonga hasta hoy en Sevilla, donde la nómina citada por Anabel Medina –Sara Sorribes (50ª del mundo), Rebeka Masarova (65ª), Paula Badosa (66ª), Cristina Bucsa (83ª) y Marina Bassols– aspira a terminar con la aridez. “Siempre digo que en esta competición, jugar en casa o fuera es muy importante. Desde que soy capitana hemos disputado unas 14 eliminatorias, y solo tres de ellas han sido aquí”, precisa la preparadora, mientras la historia dice que España no acogía un desenlace desde 2008, cuando padeció el rodillo de Rusia (0-4) en el Club de Campo Villa de Madrid.
“Es cierto que a nosotras nos gusta jugar en tierra, pero a pesar de ser una pista rápida, no lo es demasiado; es una superficie jugable, y creo que eso también nos ayuda. Con todo el público que habrá esperamos ir hacia arriba, disfrutar y competir de la mejor forma posible”, sostiene Sara Sorribes, ahora líder y al frente, dado que Paula Badosa tuvo frenar definitivamente en julio –por la fractura de una vértebra– y el parón le ha hecho descender en el ranking. En todo caso, la valenciana, Medina y todas las integrantes saben que las esperanzas del equipo español pasan por una buena respuesta del bloque, por el factor casa (dos pistas, de 4.000 y 1.500 espectadores) y por un regreso por todo lo alto de la catalana, lesionada desde mayo.
“Me noto bien y con ganas, y el ver a las demás entrenando tan fuerte me aporta motivación”, dice la de Begur, que desde el infortunio de la espalda hasta esta reaparición en La Cartuja ha disputado tan solo un par de partidos, los dos en Wimbledon. Con hambre máxima, pero sin ritmo, es toda una incógnita. “Estamos listas para jugar y dar lo mejor de nosotras mismas, y tenemos las ganas de hacer un último esfuerzo. Que Paula esté aquí es ilusionante”, aprecia Medina, deseosa de quitarse el mal sabor de boca de los dos últimos años, en los que las suyas no consiguieron superar la fase de grupos de las Finales; se toparon con Estados Unidos hace dos años y la pasada edición se produjo un derrumbe contra Gran Bretaña en Glasgow.
Eslovenia y Chequia golpean primero
Este miércoles (no antes de las 16.00, Teledeporte y RTVE Play), España tendrá la oportunidad de dar el primer paso. Será frente a la Canadá de la joven Leylah Fernandez, una polvorilla de 21 años que ha ganado 11 de los 14 partidos que ha jugado entre individuales y dobles; completan Rebecca Marino (176ª), Eugenie Bouchard (273ª), Marina Stakusic (258ª) y Gabriela Dabrowski (8ª en dobles). Polonia, rival el viernes, completa el grupo y lamenta la ausencia de la reciente campeona de la Copa de Maestras y otra vez número uno, Iga Swiatek. Si prosperan, las anfitrionas se medirían el sábado en las semifinales contra Suiza (defensora del título), República Checa (siempre un hueso, con Marketa Vondrousova y Barbora Krejcikova) o Estados Unidos (sin Coco Gauff, Jessica Pegula ni Madison Keys).
Las primeras selecciones de cada bloque –cuatro, con tres equipos cada uno– accederán a la penúltima ronda, y las series se dilucidan a tres partidos, dos individuales y el dobles. De entrada, este martes Eslovenia se impuso a la subcampeona, Australia (2-1), y la República Checa derrotó a Suiza (3-0). En cualquier caso, el pronóstico del torneo –tres de las 10 mejores del mundo, con ausencias reseñables como las de Aryna Sabalenka, Ons Jabeur y Maria Sakkari por la eliminación de sus equipos en la fase clasificatoria– es incierto y se presenta completamente abierto.
“Esta competición ha demostrado que, en muchas ocasiones, el ranking se queda al margen, así que hay que pelear cada punto como si fuera el último”, apunta Medina, de 41 años y al mando desde octubre de 2017. “Podemos hacerlo muy bien”, desliza Bucsa ante una edición histórica en lo referido al reparto de premios: 9,6 millones de dólares (8,9 de euros), de los cuales 2,4 (2,2) corresponderán a las campeonas. Se trata de una cifra récord y, en la misma línea del curso pasado, iguala el premio que se distribuye en la Copa Davis. El espíritu de Billie Jean King, pues, sigue intacto y vigente. Como su volea.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.