Inglaterra impresiona pero se pliega a la FIFA

En un partido donde la beligerancia con la organización por el asunto del brazalete podía distraer a los jugadores ingleses, el rendimiento del equipo fue impecable

Gianni Infantino, presidente de la FIFA, junto a Khalid bin Khalifa bin Abdul Aziz Al Thani, Primer Ministro de Qatar, durante el partido entre Inglaterra e Irán.DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)

Las tensiones que presiden el Mundial no afectaron al despliegue de Inglaterra, ni redujeron el impacto de su capitán, Harry Kane, que no lució el brazalete arcoíris One Love, pero dio una lección de inteligencia y clase en la goleada a Irán. En un partido donde la beligerancia con la FIFA por el asunto del brazale...

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Las tensiones que presiden el Mundial no afectaron al despliegue de Inglaterra, ni redujeron el impacto de su capitán, Harry Kane, que no lució el brazalete arcoíris One Love, pero dio una lección de inteligencia y clase en la goleada a Irán. En un partido donde la beligerancia con la FIFA por el asunto del brazalete podía distraer a los jugadores ingleses, el rendimiento del equipo fue impecable.

Kane es una autoridad en el fútbol y el líder que conviene a la selección inglesa, integrada por una amplia colección de jóvenes habituados al éxito en las principales competiciones juveniles. En los últimos años, Inglaterra ha ganado Mundiales sub-20 y sub-17 con gente como Mason Mount y Phil Foden, que han despegado rápido en la Premier League. Son los estandartes de un fascinante grupo de jugadores: Alexander Arnold, Declan Rice, James Madison, Judd Bellingham, Buyako Saka y el lesionado Reece James.

Son magníficos y están repartidos por todo el equipo: defensas, centrocampistas defensivos, volantes, mediapuntas y extremos. De alguna manera, toda esta variedad se resume en Judd Bellingham (19 años), jugador que marca la diferencia en cada una de las zonas en las que interviene. Suele denominarse todocampistas a esta clase de jugadores, no sin ciertas reservas o sospechas. Abarcar no significa dominar y marcar diferencias. Con esta etiqueta se ha sobrevalorado a varios jugadores. No es el caso de Bellingham. Por donde pasa, el partido es suyo.

La primera parte de Bellingham fue sensacional. Marcó el primer gol, siempre el más difícil en la Copa del Mundo, y abrió el encuentro a la goleada posterior. Si Bellingham es la estrella que viene, faro probable de la gran generación inglesa, Harry Kane es la perfecta combinación de figura indiscutible y generoso compañero. Su implicación en el equipo ha adquirido una relevancia decisiva para el encaje de un número tan alto y brillante de jugadores.

Amparados por la sabiduría de Kane, los prometedores internacionales ingleses han encontrado las condiciones adecuadas para expresar su talento. Kane apenas intervino en el encuentro, pero cada una de sus apariciones significó un momento feliz para Inglaterra, que se impuso con una facilidad aplastante.

Irán no es una potencia del fútbol, sometida la nación y el equipo a conflictos que sin duda percuten en el rendimiento de la selección. La tensión se apreciaba con nitidez en los rostros de los jugadores, que se negaron a cantar la letra del himno, decisión radical, de consecuencias imprevisibles —la televisión pública iraní censuró la escena y no ofreció las imágenes— que deja pequeño el ruidoso encontronazo entre la FIFA y las siete selecciones europeas —Inglaterra, Alemania, Holanda, Bélgica, Gales, Suiza y Dinamarca— que habían concedido permiso a sus capitanes para llevar el brazalete arcoíris One Love.

Gianni Infantino ha permitido el cambio de fechas del Mundial de Qatar, la construcción de ocho estadios, en lugar de los 12 previstos, y ha chocado con uno de sus patrocinadores —Budweiser— al prohibir a última hora el consumo de cerveza alcohólica en los estadios. Ha aparecido ante el mundo como un dirigente débil, sinuoso y cómodo frente al poder político y económico del Medio Oriente, pero se ha reservado la bala de la autoridad con el brazalete.

A los siete equipos europeos implicados les dijo que en el Mundial manda la FIFA y quien quiera participar tendrá que hacerlo con sus reglas, bajo amenaza de sanción. Kane, ni ninguno de los seis restantes capitanes, lució el brazalete gris. Claudicaron las siete federaciones y dieron más munición a Infantino para acusar a Europa de prepotente y quejica. O sea, para persistir en su cruzada para erosionar a la UEFA y dividir al fútbol europeo.

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