Inglaterra contra la autocombustión
Tras perder la final de la Eurocopa el año pasado, el equipo no levanta cabeza y todos apuntan a Southgate
Inglaterra se presenta este lunes en el Mundial contra Irán (14.00, Gol Mundial) inmersa en una paradoja enorme: su trayectoria en los grandes torneos dibuja una nítida línea ascendente, pero el ascenso da síntomas de haber tocado techo y de que el viaje se precipita hacia una gran explosión.
Gareth Southgate se hizo cargo de la selección cuando viajaba desnortada en noviembre de 2016, y menos de dos años más tarde ya la había llevado a la semifinal ...
Inglaterra se presenta este lunes en el Mundial contra Irán (14.00, Gol Mundial) inmersa en una paradoja enorme: su trayectoria en los grandes torneos dibuja una nítida línea ascendente, pero el ascenso da síntomas de haber tocado techo y de que el viaje se precipita hacia una gran explosión.
Gareth Southgate se hizo cargo de la selección cuando viajaba desnortada en noviembre de 2016, y menos de dos años más tarde ya la había llevado a la semifinal del Mundial de Rusia. Tres años después, en la Eurocopa jugada en 2021, alcanzaron la final, dispuestos a borrar el nefasto recuerdo de la de 1996, en la que el propio Southgate falló su penalti en la tanda, y permitió el triunfo de Alemania. Inglaterra volvió a perder una final en Wembley, esta vez con Italia, en los penaltis, y el fuselaje de la nave comenzó a desintegrarse.
El desplome, traducido en cinco partidos sin victoria, comenzó la misma noche de la final. Lo primero que saltó por los aires fue la conexión que Southgate había remendado entre la selección y los aficionados. En cuanto Rashford, Sancho y Saka fallaron sus lanzamientos, volvió a prender la mecha del racismo de algunos ingleses contra sus propios jugadores.
Una de las tareas a la que más se aplicó Southgate desde que llegó, y en la que más avanzó, fue la reconstrucción de una identidad, tanto hacia fuera como hacia dentro. Antes de la última Eurocopa, recibió a los futbolistas con un libro sobre lo que significa ser parte de algo, y una gorra con un número bordado que marcaba su posición entre los más de 1.200 futbolistas que habían defendido su camiseta. Eran parte de algo más grande, les explicó. También les proyectó un vídeo que repasaba los altibajos de quienes les habían precedido, y terminaba con ellos. Y así llegaron a su primera final en 55 años, desde que ganaron su Mundial en 1966.
Pero justo después de ascender con una consistencia que los planificadores de la federación esperaban para más tarde, tocaron uno de sus puntos más bajos. El 14 de junio pasado perdieron 0-4 contra Hungría en la Liga de Naciones, su peor derrota en casa desde 1928, mientras Southgate, tan planificador, tan cuidadoso, escuchaba a la grada del Moineux: “No sabes lo que haces”.
Si se atiende a lo que decían los analistas ingleses, lo parecía: criticaron alineaciones, configuraciones defensivas, y hasta su capacidad general para seguir progresando con un grupo de futbolistas extraordinarios. Se difundió, incluso, que podría dimitir en cualquier momento.
Pese a todo, aquí está en Qatar Southgate, con su misma meticulosidad e idéntico cuidado para que sus futbolistas sientan en el lugar de concentración cierto aroma a su hogar: como en la última Eurocopa, los jugadores encontraron sus habitaciones decoradas con fotografías de sus familias.
No cambia eso, ni el tono ambicioso de su discurso de bienvenida, ni el apoyo de su capitán, Harry Kane, máximo goleador en el Mundial de Rusia: “Somos nosotros los que estamos en el campo, y sabemos que podíamos haberlo hecho mejor en los últimos seis partidos, pero nos ha hecho más fuertes, y más hambrientos”, dijo ayer. “Gareth ha sido increíble para nosotros. El Mundial de 2018 y la Eurocopa hablan por sí mismos. Y esta es otra oportunidad de dar otro paso adelante”.
Eso empieza hoy en un escenario cargado de emotividad. Los jugadores ingleses se arrodillarán contra el racismo, y Kane quiere llevar el brazalete de OneLove contra la homofobia, aunque la FIFA aún no ha dado una respuesta oficial sobre qué pasará si lo hace. En el otro lado, los iraníes compiten mientras en su país el régimen mantiene la dura represión de las protestas: “La situación en nuestro país no está bien, y nuestra gente no está feliz. Queremos ofrecer buenos resultados al pueblo valiente de Irán, y espero que la situación mejore y se cumplan sus expectativas”, dijo este domingo el defensa Ehsan Hajsadi.
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