Roberto Martínez: “No había esta intención de ganar, lo importante era jugar bien”
El seleccionador de Bélgica, tercera en el Mundial de Rusia, cuenta en esta entrevista el cambio cultural del equipo desde su llegada al puesto y explica sus planes para conservar el legado de la generación de oro
Cuando Roberto Martínez (Balaguer, Lleida; 49 años) se estrenó en el banquillo de Bélgica en septiembre de 2016, dejó el estadio Rey Balduino con silbidos de su propia grada. Perdieron 0-2 contra España. Dos años después regresó a Bruselas para celebrar en una Grand Place a rebosar el tercer puesto en el Mundial de Rusia, la mejor clasificación de su historia. Martínez no quiso que aquella alegría proporcionada por una generación de futbolistas extraordinaria fuera efímera. De ahí, el lugar en el que recibe a EL PAÍS días antes de su segundo Mundial con los belgas. La nueva sede de la federaci...
Cuando Roberto Martínez (Balaguer, Lleida; 49 años) se estrenó en el banquillo de Bélgica en septiembre de 2016, dejó el estadio Rey Balduino con silbidos de su propia grada. Perdieron 0-2 contra España. Dos años después regresó a Bruselas para celebrar en una Grand Place a rebosar el tercer puesto en el Mundial de Rusia, la mejor clasificación de su historia. Martínez no quiso que aquella alegría proporcionada por una generación de futbolistas extraordinaria fuera efímera. De ahí, el lugar en el que recibe a EL PAÍS días antes de su segundo Mundial con los belgas. La nueva sede de la federación, diseñada a partir de las ideas del seleccionador, comenzó a funcionar a finales de 2021 en Tubize, una pequeña localidad al oeste de Bruselas.
Pregunta. ¿Qué tiene que ver este lugar con el Mundial de Rusia?
Respuesta. La proyección de los ingresos del año en la federación va ligada a los grandes torneos. En el Mundial se planificó que se alcanzarían los cuartos de final, y en el momento que se gana a Brasil [y se pasa a la semifinal], hay una diferencia que nos permite tener una cantidad que se puede invertir en esto. Y eso permite ver el legado de esta generación.
P. ¿Por qué creía que era importante construirlo?
R. Necesitábamos una referencia para los jóvenes que no tengan la oportunidad de ver a esta generación, que haya un poquito de inspiración y visualización de los niveles a los que se puede llegar. Es importante que esta generación, que ha llegado al bronce en el Mundial y ha estado cuatro años número uno del mundo, deje algo que se pueda tocar.
P. ¿Su programa de formar a sus futbolistas como entrenadores también tiene que ver con ese empeño por el legado?
R. La idea es que estos jugadores pasen a ser entrenadores en los próximos 10 años y sigan evolucionando el fútbol belga. Cuando empezamos a trabajar y a estudiar por qué han llegado a ser jugadores de altísimo nivel, nos dimos cuenta de que salen muy jóvenes de Bélgica y crecen muchísimo jugando en las mejores ligas del mundo, y en los mejores vestuarios. No quería que perdieran la identidad del fútbol belga, y que cuando volvieran y quisieran ser entrenadores vinieran con los cursos en España, en Inglaterra, en Alemania, y hubiera una fragmentación de lo que es el fútbol belga. Ha sido un programa muy exitoso: 21 jugadores en activo han pasado los cursos. A Vermaelen, cuando se retiró, le ofrecimos formar parte del cuerpo técnico y ahora está con nosotros.
P. ¿Cómo es trabajar después con jugadores que se han formado como técnicos?
R. He visto una diferencia importante, que no es de cuestionar lo que dices; es que te pueden añadir otras opciones.
P. En algún partido se ha visto a Courtois acercarse a la banda para comentarle algún aspecto táctico.
R. Sí, de la salida de balón. El jugador belga tiene un don natural para ser jugador de equipo. En España y en el fútbol británico hay poco diálogo. En Bélgica, como los jugadores desde una edad muy temprana hablan tres idiomas, se dan cuenta de que hay muchas posibilidades, de que todo no es de una sola forma.
El belga nunca quiere desmostrar lo que tiene, pero tenemos nuestra historia y tenemos que celebrarla.
P. ¿Qué supuso el Mundial de Rusia para este grupo desde el punto de vista competitivo?
R. Había un sentido cultural en el que no había esta intención de ganar. Lo importante era jugar bien, competir. Nuestra selección, por lo que los jugadores estaban haciendo en el fútbol europeo, por todo su talento, se podía comparar con selecciones favoritas. Queríamos vernos en situaciones de compromiso, de adversidad. Es ahí donde se ve la diferencia. Por eso fue fascinante. Todo el trabajo fue esperar el momento de adversidad, teníamos que estar preparados. Muchos piensan que un campeón es el mejor en cada partido y gana por dos y tres goles. Es falso. El campeón es el que se adapta mejor en los momentos difíciles.
P. ¿Fue el partido de octavos el momento del clic?
R. El partido de Japón nos dio una gran oportunidad: el grupo supo que estábamos preparados. Perdiendo 0-2, quedaban 30 minutos. Ahí se valora que el jugador que entra no tiene miedo; al revés, está preparado para cambiar el partido. Es la primera vez en la historia de los mundiales que dos sustitutos marcan. Y es la primera vez desde 1966 que un equipo que va 0-2 gana 3-2 en 90 minutos. Había elementos que no tenían nada que ver con el talento futbolístico ni con la experiencia. Era más la capacidad mental de buscar una situación difícil y sobreponerse. En aquel momento existía confianza suficiente como para creer que podíamos jugarle a Brasil. Sin el partido de Japón habría sido muy difícil. Si no crees que puedes ganarle a Brasil, no le ganas.
P. Este edificio está lleno de detalles que cuentan su propia historia: fotos de leyendas, huellas de los que llevan 100 partidos… ¿Por qué quiso incorporar esto?
R. Cuando llegué en 2016, hablé con nuestro psicólogo y me dijo que históricamente todos los países venían a luchar a Bélgica, por eso el belga está acostumbrado a no hacer mucho ruido, y nunca te quiere demostrar lo que tiene. Es muy distinto de las culturas holandesa y francesa. Ellos cuando hacen algo bueno les gusta enseñarlo, les gusta saborearlo. Era una cuestión de decir: nosotros tenemos nuestra historia, tenemos que celebrarla, que explicarla, y que nuestros jugadores jóvenes sepan quién fue Scifo, y la generación de oro. Tenemos que estar muy orgullosos de lo que representa el fútbol en Bélgica. Es un cambio con el que mucha gente no se sentía muy a gusto. ¿Por qué tenemos que enseñar las leyendas que tenemos?
Hazard no tiene que jugar para dar buena dinámica al grupo. Somos un equipo mejor con Hazard en el vestuario que sin él.
P. Muchos de los que tienen 100 partidos los han alcanzado con usted.
R. Para mí era muy importante que entendieran que eran parte de este equipo. No era solo que la selección los iba a llamar cuando estuvieran en un buen momento de forma, era que ellos forman parte de este equipo. Y que cuando no tuvieran un buen momento de forma, íbamos a estar con ellos y a ayudarlos. Tengo tres listas: un grupo que si está físicamente bien se los llama a la selección; un grupo de jugadores que han venido y que depende del momento de forma si van a venir o no y otro grupo [de jugadores] que nunca han venido, pero tienen una calidad especial.
P. Hazard está en ese primer grupo. ¿Cómo ha vivido su proceso en el Real Madrid?
R. Con tristeza. Eden Hazard es el capitán del equipo, un jugador que ha sido referencia. Fue uno de los más influyentes en el Mundial 2018; no solo en Bélgica, sino en el torneo. Nosotros hemos llegado a entender que lo que haga en su club realmente no va a afectar a lo que va a hacer en la selección. No juega en la misma posición, no tiene la continuidad que siempre ha tenido, y eso nos crea un cambio de análisis. Eden está muy comprometido con la selección, él aporta mucho no solo en el terreno de juego. No es un jugador que tenga que jugar para dar buena dinámica al grupo, y su experiencia es fundamental. Somos un equipo mejor con Hazard en el vestuario que sin él. A partir de ahí, ¿puede jugar 90 minutos, puede jugar cada tres días?
P. Se ha hablado mucho de la situación de los derechos humanos en Qatar. ¿Cuál es su visión?
R. En un principio, la idea era que teníamos que boicotear: hacer un plante y no ir al Mundial. Y dijimos: nosotros no estamos en la posición de tomar estas decisiones. Somos el fútbol, pero no tenemos experiencia en situaciones de derechos humanos, de trabajadores inmigrantes. Creamos una plataforma con las instituciones de derechos humanos de Bélgica, y ellos nos han dado la dirección. Su mensaje es muy claro: no hay que boicotear, hay que utilizar la fuerza del fútbol para dejar un legado. En los últimos 12 años ha habido cambios en Qatar y todo se dirige en una buena dirección. Lo que no puede ser es que durante el Mundial haya un compromiso global de sacar el mensaje, y luego cuando se termine el Mundial nos olvidemos.
P. Su contrato acaba tras el Mundial. ¿En qué liga o en qué contexto encajaría el entrenador que es ahora?
R. Lo que venga es más el proyecto, más la persona con la que vas a trabajar. Creo muchísimo en la persona que te ofrece la labor, y que te deje trabajar. Eso he aprendido que puede hacerse en cualquier país, en cualquier liga, siempre que sea un proyecto que encaje con cómo soy como entrenador, y con la manera en la que he trabajado durante estos años.
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