El Mundial de Jorge Vilda: se reivindica desde la pizarra tras un año convulso por diferencias con las jugadoras
El técnico, clave en la recuperación para la causa de futbolistas como Aitana, acierta con sus decisiones tácticas para meter a España en semifinales
España acababa de desconchar a Países Bajos y la algarabía mostrada en el tapete se extendió hasta el vestuario, donde siguieron prodigándose los gestos de cariño, algún cántico y las risas estruendosas. El seleccionador Jorge Vilda ya había abrazado a todos los integrantes del cuerpo técnico, también a las jugadoras, y aguardaba en el pasillo antes de entrar a la rueda de prensa ante los medios de comunicación. Su risa era fluida, también su buen humor. “Es muy chulo...
España acababa de desconchar a Países Bajos y la algarabía mostrada en el tapete se extendió hasta el vestuario, donde siguieron prodigándose los gestos de cariño, algún cántico y las risas estruendosas. El seleccionador Jorge Vilda ya había abrazado a todos los integrantes del cuerpo técnico, también a las jugadoras, y aguardaba en el pasillo antes de entrar a la rueda de prensa ante los medios de comunicación. Su risa era fluida, también su buen humor. “Es muy chulo”, le dijo a Salma Paralluelo al tiempo que le cogía el trofeo que la reconocía como la MVP del encuentro. Él había decidido que saliera de suplente, porque seguramente revolucionaría el duelo. Dio en la tecla.
Instantes después, sin embargo, entró en la sala de prensa y cambió un poco el rictus, siempre educado pero sin soltarse ante los medios, como si midiese las palabras y los gestos. Quizá porque ha absorbido muchas críticas en los últimos cursos; críticas que se intensificaron en septiembre del año pasado, cuando 15 jugadoras decidieron postularse como no convocables para la selección, cuando se le puso en el disparadero y en entredicho. No lo hizo en ningún momento la Federación ni su presidente Luis Rubiales. Ahora, con la mayoría de las futbolistas retractadas —con la excepción de las azulgrana Mapi León, Patri Guijarro y Claudia Pina—, logró recuperar a alguna para la causa, como la capitana Irene Paredes, Aitana Bonmatí o Mariona Caldentey, dos de las líderes sobre el césped de esta España que ha recuperado, además, un ambiente estupendo en Nueva Zelanda, mejor incluso del pensado. “Es un día para disfrutar y quiero estar al lado de Jorge Vilda y su staff porque han pasado un año realmente duro, muy muy duro”, expresó Rubiales, emocionado tras batir a Holanda. Sonríe España y sonríe Vilda, que se ha reivindicado desde la pizarra, semifinalista su equipo de un Mundial. En el horizonte: Suecia.
Acabado el choque de cuartos de final, los llantos de felicidad se prodigaron. Se rompieron en lágrimas Paredes, Jenni Hermoso y hasta de Alexia, dos veces Balón de Oro, que no pone ninguna mala cara por ser suplente en los últimos envites. No está todavía en su mejor versión tras la lesión de rodilla que la tuvo diez meses de baja, por más que sí se entrene con normalidad e intensidad. Las líderes sobre el tapete y también las capitanas se entremezclan con todas, cosa que no ocurría en tiempos pasados. “La convivencia es buenísima. Todo el mundo ama este deporte, se han conjurado para luchar por un objetivo y se ha trabajado mucho para llegar a este momento. El hecho de que pudieran venir los seres queridos de las jugadoras para favorecer la conciliación familiar ha dado mucho”, explican desde la Federación en referencia a los 15.000 euros destinados a que cada jugadora pudiera invitar a quien quisiera. Estas y otras medidas dan buena cuenta del intento de la RFEF por profesionalizar el femenino y dar todo tipo de comodidades al equipo.
Ya nadie se acuerda de que hace unos meses, Vilda tuvo que hablar una a una con las que decidieron renunciar a la selección, escuchar y tratar de limar asperezas, diálogos que llegaron a buen puerto. “Aquel mail que enviaron para decir que no estaban bien para jugar fue un paso atrás y supo mal”, cuenta otra fuente cercana al equipo. “Hemos tenido que recomponernos y no ha sido fácil, aunque estar en las semifinales explica que no nos hemos equivocado”. Sobre todo porque, cuentan, desde la federación, se tomó la decisión de ser firmes y no ceder ante las presiones ni siquiera en los momentos de máximas turbulencias. “El presidente apostó por él, por su capacidad y continuidad”, señalan desde la expedición de España. “Siempre se le ha apoyado porque su trabajo está bien hecho desde el principio, porque ha estado involucrado en la evolución del fútbol femenino y en muchos de los éxitos de las inferiores, entre otras cosas, porque también es el director deportivo”, apunta una fuente oficial.
Ese cargo de director deportivo conjugado con haber sido entrenador de las categorías inferiores, además de por los miles de informes que su equipo técnico maneja de cada jugadora —los analistas se miran cada semana los partidos de cientos de jugadoras seleccionables—, ha hecho que Vilda acierte en sus apuestas con las jóvenes. En su día lo hizo con Patri Guijarro —ausente en la expedición al no retractarse de aquel famoso mail—, también con Athenea, Salma y ahora Cata Coll, portera a la carrera después de que Misa jugara los duelos de la fase de grupos.
Alternativas en el 11
También ha revolucionado el once y cambiado piezas en cada línea, desde la guardameta hasta una central (Laia Codina por la lesionada Ivana) y una lateral derecha (Oihane, para desplazar a Ona al otro costado); ha retrasado a Jenni como interior y ha probado hasta cinco extremos de perfiles distintos.
Además, ha atinado con los planteamientos tácticos, a excepción del envite ante Japón. Ante Costa Rica atacaron por las alas con centros; frente a Zambia interpretaron los espacios de entre las líneas; contra Suiza se estiró el campo para dar libertad a las interiores; y en el duelo de cuartos ante Países Bajos se propuso ganar en el centro del campo para impulsarse por las bandas. “Su trabajo está siendo de 10″, exponen desde la federación; “tenemos jugadoras y técnicos con cintura y conocimientos, y una versatilidad que nos permite adaptarnos al fútbol moderno”.
Ocurrió, en cualquier caso, que cuando Países Bajos empató frente a España en el tiempo de descuento y forzó a la prórroga, por la cabeza del seleccionador Jorge Vilda había nubarrones. Su equipo siempre jugaba bien contra las grandes selecciones, pero no acababa de descoserlas. Caso de Estados Unidos en el Mundial de 2019 o Inglaterra en la pasada Eurocopa. No pasó lo mismo en el Regional de Wellington: cabalgada, bicicleta y latigazo de Salma. Gol y triunfo. Acabado el envite, se desató la alegría. Vilda, aunque solo con los suyos, sonrió y celebró. “Una de las claves de su éxito reciente es que ya no gasta energía en lo que no puede controlar. No le importa. Le decepciona que nunca se le reconozca nada, pero al mismo tiempo no pierde tiempo en pensarlo. Está muy seguro de su trabajo, y está centrado y equilibrado porque sin eso no hubiera podido llevar el nivel de presión y crítica”, le elogian desde su entorno. Él ha llevado a España a semifinales y solo les quedan dos escalones para la gloria.