Lo angustioso y lo artístico
En natación artística me flipan las tomas donde se puede observar la ingeniería debajo de cada movimiento exterior
Mira que el día ha amanecido radiante. He dormido mis ocho horas, me he dado un paseo con mis perros hasta que a las nueve de la mañana y acercándonos ya a los treinta grados, me han dicho con la mirada: Qué, igual nos vamos para casa y ponemos el aire. Desayuno y venga, a ver cómo van los de marcha. Y vaya cómo iban, como un tiro. Tanto que para cuando Álvaro Martin le ha pasado el último relevo a María Pérez la medalla estaba amarrad...
Mira que el día ha amanecido radiante. He dormido mis ocho horas, me he dado un paseo con mis perros hasta que a las nueve de la mañana y acercándonos ya a los treinta grados, me han dicho con la mirada: Qué, igual nos vamos para casa y ponemos el aire. Desayuno y venga, a ver cómo van los de marcha. Y vaya cómo iban, como un tiro. Tanto que para cuando Álvaro Martin le ha pasado el último relevo a María Pérez la medalla estaba amarrada salvo catástrofe. Esto ha permitido disfrutar al máximo y sin agobios de un exitazo a protagonistas y aficionados, cosa que se agradece, que tantos días y emociones necesitan un respiro de vez en cuando.
Para compensar esa tranquilidad nadie mejor que la selección masculina de balonmano para ponerte otra vez de los nervios. Aun teniendo en cuenta que la igualdad de hoy en día en muchos deportes hace complicado grandes diferencias, la agonía en los éxitos de este grupo es superlativa. Egipto, a partir de una temprana ventaja, negó una y otra vez la recuperación. España lo intentaba, pero nada, imposible terminar la remontada. Hasta que justo en los últimos minutos los egipcios quebraron lo justo como para llevar el partido a la prórroga. El final, acorde con el partido, ha sido angustioso, épico, inolvidable. Como era su día, horas después Alemania eliminaba a la anfitriona Francia en otro final taquicárdico en la prórroga y será quien se juegue el pase a la final con los españoles. Estoy seguro de que estos han sonreído al enterarse.
A partir de aquí el día se ha ido nublado metafóricamente. El waterpolo masculino se la ha pegado ante Croacia, arruinando su gran trabajo hasta hoy. La selección femenina de baloncesto ha vivido una pesadilla a partir del segundo cuarto, donde le ha faltado físico, juego, paciencia y soluciones ante una extraordinaria Bélgica comandada por dos auténticas pesadillas como la gran Meesseman y Linskens, demasiado grandes, demasiado buenas. Tampoco le fue mejor a Adriana Cerezo, una de las opciones más sólidas a priori para hacer algo grande. Es lo que se supone de alguien que hace tres años y con 17 primaveras, ya fue plata. A sus veinte años ya ha conocido el éxito y el fracaso, dos buenos maestros de vida.
Lo ocurrido con el waterpolo y el baloncesto, impolutos en la fase de grupos y ya camino de sus casas, me hace pensar. Los campeonatos de equipos se dividen en dos fases. Posicionamiento y cruces, dos mundos muy diferentes. En el primero, sin olvidar clasificarte, se trata de ponerte a punto, tener buenas sensaciones, ajustar lo más finamente posible los mecanismos individuales y colectivos. En la segunda se vuelve a partir de cero y entra a saco el componente del vértigo ante el precipicio. No es lo mismo jugar con red que hacerlo sabiendo que si te caes no te puedes levantar. El que mejor se comporta en este escenario de gran exigencia emocional suele ser el que se lleva la gloria. Los de balonmano, por ejemplo, son desde hace años maestros en estas artes, como lo fue la España de Gasol, que sesteaba lo justo en las fases de clasificación para llegar con el mazo a las de definición.
Termino mi jornada con un clásico. La natación sincronizada, ahora llamada artística. Me gusta más, pues lo que hacen estas chicas tiene mucho más que ver con el arte que simplemente con la coordinación. A mi preocupación/tontería habitual (tanto tiempo en el agua no puede ser bueno para la piel) añado mi absoluto desconocimiento de dónde está el mérito y dónde el error, sospecho los miles de horas de entrenamiento que llevan sobre sus cuerpos y siempre desconfío de los árbitros, de los que pienso que nos puntuarán menos de lo que merecemos. Pero da igual todo, lo que veo me flipa, sobre todo las tomas submarinas, donde se puede observar la ingeniería debajo de cada movimiento exterior. Una pasada lo que son capaces de hacer estas mujeres. Al final, EE UU se lleva la plata y España un precioso bronce lleno de trabajo, angustias y arte, mucho arte. Ahora toca disfrutarlo.
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