La natación española naufraga con Hugo González
El vigente campeón del mundo de 200m espalda acaba sexto en la final de París
El naufragio de la natación española en París se consumó en los 200 metros espalda masculinos. Una prueba cargada de significado para España, desde que Santiago Esteva, con apenas 17 años, plantó la semilla en los Juegos de México, en 1968. Esteva acudió de rebote y acabó quinto en la final que conquistó Ronald Matthes. El testigo pasaría a Martín López Zubero, campeón en Barcelona, y a Ashwin Wildeboer, un espaldista notable de principios de siglo. Este jueves en la piscina de La Défense, el heredero de la saga se llevó el disgusto de su carrera. Con 24 años, una edad en la que cada vez se le hará más complicado alcanzar la plenitud, Hugo González de Oliveira, el nadador español más dotado de su generación, malgastó el último cartucho que le quedaba en París. Su sexto puesto, tras hundirse en los últimos 50 metros, abre una batería de interrogantes que trascienden su preparación y apuntan a la estrategia deportiva de una federación que desde que se apagó Mireia Belmonte no consigue formar nadadores con posibilidades de rozarse en el máximo nivel, si no los entrenan en Estados Unidos o en centros satélite, alejados de la Blume y del CAR de Sant Cugat.
“Buena salida, en general buena carrera”, dijo Hugo, al salir de la piscina, con el rostro conturbado, pálido de rabia y esforzándose por modular el discurso. “Me ha faltado el empuje del último 50, que es el que no me ha permitido hacer el tiempo que queríamos. Estoy satisfecho porque soy sexto de los Juegos, pero no por la carrera porque no es mi potencial. He nadado más rápido en Doha y en Mallorca este año”.
El español venía de registrar el mejor tiempo de su vida en el Open de Palma, en Mallorca, en junio. Allí hizo 1m 54,51s y se colocó segundo del ranking mundial. Si hubiera repetido la estructura de aquella prueba en París, habría logrado la plata que se llevó el griego Apostolos Christou con 1m 54,82s, apenas por detrás del húngaro Hubert Kos, que fue oro con 1m 54,26s.
En París, Hugo repitió los mismos tiempos parciales de Palma en los pasos por los 50, los 100 y los 150: 26,99s, 55,89s, y 1m 25,72. Iba bien. Mantenía a raya al americano Keaton Jones en la calle de al lado. Pero iba en la calle ocho. Pegado al rebosadero. Por el borde de la piscina y sin referencias tras hacer una mala clasificación. “En el costado de la piscina es más difícil meterse en carrera”, opinó Santiago Esteva, el veterano de 1968. El protagonista en París no se aferró a esa posibilidad para explicar el hundimiento. “La ocho era una buena calle para nadar rápido y simplemente no ha salido”, dijo. En el último largo no salió nada. Un segundo más que en Palma tardó en cubrir el 50 definitivo y allí perdió el podio y, posiblemente, la última posibilidad de colgarse una medalla olímpica. Los Juegos de Los Ángeles alumbrarán una nueva generación de oponentes, posiblemente más rápidos, y los años pesarán como toneladas.
“Creo que fueron los mismos parciales de Mallorca”, lamentó el español. “No terminé de encontrar mi estilo ni mi ritmo. No estaba cómodo. He dado todo. No tenía más. No he entrenado todo el año para llegar aquí y nadar más lento. Estoy un poco decepcionado con la marca. Ni en Doha ni en Mallorca era pico. En 2024 no he hecho ningún pico”.
Hugo González evocó Doha, el Mundial medio desierto de grandes figuras en el que consiguió el primer puesto en 200 espalda. Una estación de paso que se suponía que serviría de escalón para propulsarlo hacia París con una puesta a punto adecuada y que, sin embargo, reveló que fue lo máximo que dio su organismo. Esto, en natación de primer nivel, es la constatación de un error de cálculo grave. Quizás tampoco sea casual que Keaton Jones y Ryan Murphy, sus compañeros en la Universidad de California, también se hundieran.
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