Ledecky, tres veces oro en 800
La mejor fondista de siempre defiende el ataque de Titmus en el último 100 más sufrido de su carrera en otra jornada catastrófica para el relevo de Estados Unidos en el 4x100 mixto
Katie Ledecky comenzó su reinado cuando ganó el oro en los 800 metros libre de los Juegos de Londres, en 2012. Se reafirmó como nadadora total en Río 2016, y este sábado en la mañana de Tokio defendió el sanctasanctórum de su palmarés contra el avance inexorable de un futuro que suena a borrasca: Titmus, Titmus, Titmus.
El nombre debió repicar en ...
Katie Ledecky comenzó su reinado cuando ganó el oro en los 800 metros libre de los Juegos de Londres, en 2012. Se reafirmó como nadadora total en Río 2016, y este sábado en la mañana de Tokio defendió el sanctasanctórum de su palmarés contra el avance inexorable de un futuro que suena a borrasca: Titmus, Titmus, Titmus.
El nombre debió repicar en la mente de la campeona mientras aceleraba a un ritmo insostenible en su intento por abrir brecha en los primeros 700 metros. Pasó en 7 minutos 11,08 segundos. A falta del último 100, solo Ariarne Titmus la persiguió, con un pase de 7m 13,51s. Si la australiana hubiese aumentado la frecuencia de su patada en ese instante, como hizo en las carreras de 200 y 400, Ledecky no habría resistido. Pero como Titmus solo encendió la turbina en el último 50, en vez de recuperar los tres segundos que la separaban de su rival, el zarpazo se quedó en uno y medio. El margen de Ledecky fue suficiente para aguantar la carga.
Lejos del récord mundial de 8m 04,79s que estableció en Río nadando casi sola, la estadounidense completó los 800 en 8m 12,57s seguida de Titmus en 8m 13,83s. Nunca desde 2012 su triunfo se sustanció con tan poco margen. En Londres obtuvo 4,13 segundos de ventaja sobre Mireia Belmonte, en Río 11,38s sobre Jazz Carlin, y en Tokio apenas 1,26s sobre su némesis.
Tan demacrada debió verla el reportero de la NBC al salir del agua en su despedida de la competición en Tokio que le preguntó si no pensaba en retirarse. “Oh, no, esta no ha sido mi última carrera”, respondió Ledecky, que a sus 24 años ya está diplomada en psicología y ciencias políticas y ahora se dedica a la natación profesional gracias a múltiples patrocinios. “Por lo menos seguiré nadando hasta los Juegos de 2024, quizá hasta 2028. ¡Veremos!”.
Ledecky suma 10 medallas olímpicas, ocho de oro. La última le valió el tercer título consecutivo en 800 metros libre. Solo tres nadadoras en más de un siglo de Juegos consiguieron retener tres oros. La húngara Krisztina Egerszegi dominó los 200 espalda en 1988, 1992 y 1996; y la australiana Dawn Fraser fue invencible en los 100 libre de los Juegos de 1956, 1960 y 1964.
El término de la participación de la mejor fondista de todos los tiempos coincidió con los preparativos del último show de la penúltima velada de finales en el centro acuático de Tokio: otra catástrofe de Estados Unidos en una prueba de relevos.
“El quinto lugar es inaceptable para los Estados Unidos”, protestó Dressel, cuando acabó todo. “Esto duele”.
El nadador más espléndido de los Juegos terminó con un borrón una jornada fastuosa que comenzó batiendo el récord mundial de 100 mariposa, continuó unos minutos más tarde clasificándose en primer lugar para la final de 50 libre, y culminó salvando de la ignominia del último puesto al equipo de relevos mixto de Estados Unidos.
Un accidente abrió la vía de agua en el casco del buque. Cuando la bracista Lydia Jacoby, de 17 años, se tiró a nadar la segunda posta, sus gafas rosadas se le desplazaron. Los lentes se le incrustaron en la boca, dificultándole la respiración. Como cualquier gesto extraño la habría descalificado, ni se detuvo a ponerse las gafas ni cuadró el viraje, que hizo a ciegas. Salvó sus 100 metros con un tiempo abismal de 1m 5,09s.
“Un poquito en pánico”
“Nunca me había pasado antes”, lamentó. “Entré un poquito en pánico”.
La posta de Dressel, la última, fue una carrera desesperada contra las olas de los siete equipos que iban por delante. El gigante de Florida nadó sus 100 metros en 46,99s, más rápido que nadie en el concurso, pero solo le valió para llevar a su equipo hasta la quinta posición. El oro correspondió a Gran Bretaña. Liderado por el arrebato de Adam Peaty, el equipo de las Islas estableció el récord mundial en 3m 37,58s. China fue plata, Australia bronce e Italia se quedó cuarta en la despedida de la gran Federica Pellegrini.
El relevo mixto, en el que cada equipo elige dos mujeres y dos hombres en el orden que mejor crea conveniente, se inauguró en los Mundiales de 2017. En Tokio, esta prueba tan difícil de gestionar ahondó en la crisis de la natación de Estados Unidos. Si en los Juegos de Río el equipo estadounidense exhibió algunas fisuras, no le impidieron cerrar un balance de cuatro oros en seis finales de relevos, sin bajarse nunca del podio. En Japón, cuando se llevan disputadas cinco finales de relevos, los americanos apenas han conseguido una medalla en el 4x100 masculino y se han quedado fuera de dos podios. Algo completamente inédito, en plena marejada de China, que ganó el 4x200 femenino, y del Reino Unido, que ganó el 4x100 mixto y el 4x200 masculino.
“Todos hemos hecho lo que hemos podido”, concluyó Dressel. “Hoy ganó el mejor equipo”.
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