“El cerebro es un músculo, debe tratarse”
Grandes deportistas, desde Phelps a Osaka, han hablado públicamente de su depresión y ansiedad en la élite y reclaman más ayuda psicológica
El mundo asiste asombrado a la repentina interrupción del vuelo de Simone Biles, la gimnasta de 24 años que estaba predestinada a convertirse en la reina de los Juegos. No se ve en condiciones para competir, para hacer lo que tan maravillosamente ha hecho casi toda su vida, desde el día que, con seis años, se fue de excursión y acabó en el Bannon Gymnastix de Spring, Texas. No estará por el momento en la final por equipos por un p...
El mundo asiste asombrado a la repentina interrupción del vuelo de Simone Biles, la gimnasta de 24 años que estaba predestinada a convertirse en la reina de los Juegos. No se ve en condiciones para competir, para hacer lo que tan maravillosamente ha hecho casi toda su vida, desde el día que, con seis años, se fue de excursión y acabó en el Bannon Gymnastix de Spring, Texas. No estará por el momento en la final por equipos por un problema de “salud mental” que se extiende como una mancha de aceite por el deporte de élite en los últimos tiempos. O simplemente es que ahora aflora y se hace público.
Las estrellas, sobre todo en Estados Unidos, divulgan sus dudas, sus miedos, su parálisis frente a la competición y la vida. No importa cuánto ganan, ni cuánta experiencia poseen. Llegan a la cancha, a la piscina, al gimnasio y se les cae el mundo encima.
Algo parecido a lo que sea que le pueda estar pasando a Biles les ha sucedido a otros deportistas de élite. Varios han explicado con detalle su estado de ánimo. Uno de los primeros y más elocuentes fue Kevin Love, un jugador de 32 años que lleva 13 en la NBA y que acumula unas ganancias de unos 150 millones de euros. “Estar deprimido es agotador”, empieza en la última de sus colaboraciones en The Players Tribune. “Esa es una de las ironías más crueles sobre la salud mental. Cuando estás en un lugar oscuro, todos los que te rodean, todos tus amigos y familiares, solo quieren verte haciendo lo que amas de nuevo, siendo feliz, siendo ‘el viejo tú’. A veces se siente como si el mundo te estuviera mirando diciendo cosas como: ‘Vamos, hombre, supéralo. No pienses así. Simplemente sigue adelante’. Pero lo que la gente de fuera no siempre entiende es que se necesita toda tu fuerza de voluntad solo para seguir adelante. Luchar contra la depresión, luchar contra la ansiedad, luchar contra cualquier trastorno de salud mental…, todo es increíblemente agotador”. Love estuvo un tiempo ingresado en un hospital a causa de sus ataques de ansiedad. Otra de las figuras de la NBA, DeMar DeRozan, alero de 31 años de los Spurs, también ha hablado sobre su realidad depresiva.
Liz Cambage, la pívot australiana de 29 años y una de las mejores jugadoras de baloncesto del mundo, decidió, solo una semana antes de la inauguración, que no iba a competir en Tokio. “Estoy muy lejos de donde quiero y necesito estar”, justificó la jugadora australiana. “No es ningún secreto que en el pasado he luchado con mi salud mental y recientemente he estado muy preocupada por el hecho de tener que preparar unos Juegos Olímpicos en régimen de burbuja. Sin familia, sin amigos, sin aficionados, sin un sistema de apoyo fuera de mi equipo. Es realmente aterrador para mí. El mes pasado tuve ataques de pánico, no dormí ni comí”.
El peligro de la fama, el dinero y el trabajo de tus sueños
Gianluigi Buffon, una leyenda del fútbol mundial, campeón del mundo en 2006, hoy en el Parma con 43 años, explicó que sufrió una depresión cuando tenía 26. “Si vives de forma nihilista, fijándote solo en el fútbol, tu alma empezará a cambiar. Al final estarás tan deprimido que ya no tendrás ganas de levantarte de la cama”, escribió en una carta dirigida hipotéticamente a sí mismo cuando tenía 17 años y debutó con el Parma. “En solo unos días, recibirás tres cosas que son muy, muy intoxicantes, pero también muy, muy peligrosas: dinero, fama y el trabajo de tus sueños. Ahora, seguramente estás pensando: ‘¿Qué podría ser peligroso de todo esto?’. Bueno, es una paradoja”, escribe el guardameta. “Una mañana, cuando salgas de la cama para ir a entrenar, tus piernas comenzarán a temblar sin control. Estarás tan débil que no podrás conducir un coche. Al principio, pensarás que es solo fatiga o un virus. Pero luego empeorará. Todo lo que querrás hacer es dormir. En el entrenamiento sentirás cada parada como un esfuerzo titánico. Durante siete meses, tendrás dificultades para encontrar alegría en la vida. Tu rutina puede convertirse en una prisión. Tú vas a entrenar. Vienes a casa y ves la televisión. Te vas a dormir. Haces lo mismo al día siguiente. Tú ganas. Tú pierdes. Se repite y se repite”.
Michael Phelps, el nadador con más medallas de oro, 23, en la historia de los Juegos Olímpicos, se retiró tras los de Río 2016. A los 36 años, el Tiburón de Baltimore ha viajado a Tokio para cumplir diversos compromisos y ha explicado que la pandemia agravó sus problemas de depresión. En agosto de 2018, cuando se cumplían 10 años de su gesta en los Juegos de Pekín en los que ganó ocho oros y batió el legendario récord de Mark Sptiz en Múnich 72, desveló sus problemas. Explicó que pasó por la peor fase tras los Juegos de 2012: “No quería nada más, ni siquiera quería vivir más. Entonces pensamos en el suicidio. Nunca he estado tan mal. He estado encerrado durante tres o cinco días sin comer, apenas durmiendo, sin ganas de vivir”.
“No quería salir de la cama”
Álex Abrines, el alero mallorquín de 27 años que compite con la selección española en Tokio, ha contado con detalle cómo le afectó la depresión que sufrió y le llevó a abandonar el baloncesto profesional cuando jugaba con Oklahoma City en la NBA, a principios de 2019. “Estuve enfermo, vomitando. Pensé que tenía un virus. Luego sentí algo físico, como un dolor de cabeza. Me pasó un par de veces. No tenía fiebre. Pero me di cuenta de que algo me estaba pasando”, relató en un podcast de la Asociación de Jugadores de la Euroliga. “No tenía la pasión que tenía antes en los entrenamientos y en los partidos. No quería salir de la cama. Hablé con profesionales. Me ayudaron, pero no era suficiente. Estaba con la misma rutina, entrenando y jugando todo el tiempo, y me iba peor cada día. Después de eso supe que no podía mejorar si no dejaba el equipo para trabajar en mi salud mental y salir de esa situación”. Iniesta y Paula Badosa son algunos de los otros deportistas españoles que también han contado que han sufrido periodos de depresión.
Naomi Osaka, la tenista de 23 años, la deportista con más ingresos del mundo —34,2 millones de euros anuales, según Forbes—, y que tuvo el privilegio de ser la elegida para encender el pebetero de los Juegos de Tokio, anunció públicamente que sufre episodios de depresión desde 2018 y ansiedad social. Su declaración se produjo poco después de abandonar Roland Garros en mayo. “La verdad es que he sufrido largos problemas de depresión desde el US Open 2018 y me está costando mucho lidiar con ello”, expuso la tenista. “Todo el que me conoce sabe que soy introvertida y todo el que me ve en los torneos se habrá dado cuenta de que siempre llevo auriculares, porque me ayuda a lidiar con mi ansiedad social”.
Abrines aconseja: “Es importante compartir. Sé que es difícil, pero necesitas abrirte”. Y aboga por una mayor presencia de psicólogos y especialistas en la salud mental en los equipos deportivos. “Si te rompes una pierna o sufres una lesión de ligamentos, lo que sea, es algo físico. El cerebro es un músculo y cuando está enfermo debe ser tratado”.
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