Edin Terzic: “Bellingham puede hacer cualquier cosa; y si no es capaz ahora, lo va a aprender”
El entrenador del Borussia Dortmund en la final de la Champions de 2024, clave en la explosión del inglés y de Haaland, habla en esta entrevista de cómo está refinando su modelo de juego con ayuda de la IA estos meses sabáticos
Edin Terzic (Menden, Alemania; 43 años) llevó al Borussia Dortmund a la final de la Champions de 2024 contra el Madrid. Perdió y dejó el banquillo del club en el que ayudó a formar a Haaland y a Bellingham. Desde entonces se ha dedicado a viajar con la familia y a prepararse para su siguiente empleo. Hace dos semanas apareció en Londres en un evento de Hudl y habló de cómo esta u...
Edin Terzic (Menden, Alemania; 43 años) llevó al Borussia Dortmund a la final de la Champions de 2024 contra el Madrid. Perdió y dejó el banquillo del club en el que ayudó a formar a Haaland y a Bellingham. Desde entonces se ha dedicado a viajar con la familia y a prepararse para su siguiente empleo. Hace dos semanas apareció en Londres en un evento de Hudl y habló de cómo esta usando los datos para, con ayuda de la inteligencia artificial, construir su propio sistema de evaluación ajustado a su modelo de juego. Unos días más tarde charló del proceso con EL PAÍS por videoconferencia.
Pregunta. ¿Qué hace un entrenador que no entrena?
Respuesta. Por las mañanas, cuando los niños están en el colegio, trabajo. No entreno un equipo, pero me estoy preparando para ser un entrenador mejor. Intento aprovecharlo, porque quizá sea la última vez en mi vida que pueda tomarme un año sabático para ocuparme de las muchas cosas que tengo en la cabeza para el resto de mi carrera.
P. ¿Se ha dado un plazo?
R. No se puede planificar, pero quería tomarme al menos un año, salvo que apareciera una oportunidad única en la vida. Pero no tuve esa sensación. Hubo oportunidades buenísimas, pero estoy en una etapa, con 43 años e hijos pequeños, en la que sé que dentro de 10 años sus amigos serán más importantes que sus padres. Para abandonar esta isla de felicidad, haría falta una oportunidad única.
P. Una de las cosas que ha hecho es reunirse con entrenadores mayores. ¿Por qué?
R. La idea era muy sencilla. Pensaba: “Ellos saben cómo me siento. Puedo hablar con ellos de otra manera”. Son gente con la que siento que tengo cosas en común. Son los únicos que entienden cómo me siento cuando estoy feliz, o decepcionado, o cuando me siento solo en el vestuario. Eso no sale en un libro ni en un documental de Netflix.
P. ¿Cree que su camino habría sido más fácil si hubiera tenido esas charlas hace diez años?
R. No lo sé. Hace diez años no me habrían cogido el teléfono. Cuando era segundo tomaba notas de todos los entrenadores. Ahora puedo discutirlas con ellos.
P. ¿Cuál fue el mayor aprendizaje de esas conversaciones?
R. No todo era sobre entrenamientos o táctica. Siempre les preguntaba por su mayor arrepentimiento. Normalmente dicen: “No debería haber vendido a este jugador, debería haber fichado a este otro, no debería haber dejado este club…”. Pero cuando preguntas a nivel personal, casi todos dicen: “Debería haber pasado más tiempo con la familia”.
P. ¿Cuál es su mayor arrepentimiento?
R. Soy demasiado joven como entrenador para hablar de grandes arrepentimientos. Pero si me pregunta cuál es mi mayor talento, es muy sencillo: la felicidad. Soy feliz.
P. Usted divide a los jugadores en cuatro tipos: superviviente, animador, ganador y líder. ¿Qué supone cada uno?
R. A todos nos encantaría tener solo ganadores y líderes, no solo en un equipo; también en casa. Pero el mundo real no es así. Por poner un ejemplo con la final de la Champions. Si hablo con el superviviente, voy a decirle: “Es el último partido de la temporada. Vamos a vaciar el depósito. Luego tienes tres semanas de vacaciones”. Si hablo al animador: “Nos van a ver 300 millones de personas, y tú vas a ser el más rápido”. Al ganador: “Mañana jugamos contra el Real Madrid. Vas a ir contra Vinicius. Todo el mundo está hablando de él antes del partido, pero después van a hablar de ti”. Y al líder: “Mañana es el partido más importante de la temporada. Vamos a dar lo mejor y de ti depende que tengamos la mejor defensa, tú estás ahí para que el equipo esté junto”.
P. ¿Cuántos líderes puede tener un equipo?
R. Se puede liderar de muchas maneras: hablando, con acciones, siendo creativo... Un tío que nunca abre la boca pero en el minuto 90 siempre pide el balón, lidera con los pies. De repente se convierte en un líder valiente. Si eres el que rompe un bloque bajo, eres un líder creativo. Pero si eres el que cuida que el equipo sea bueno a balón parado y en las transiciones, eres el líder de los valores.
P. Estos meses ha trabajado mucho con datos, diseñando incluso indicadores de rendimiento propios. ¿Por qué?
R. Lo más importante es que trabajo con seres humanos. Los datos son una herramienta para ayudarme a sacar lo mejor. Nunca van a sustituir mi relación con ellos. Pero con los datos y la IA es como ponerte gafas para ver más rápido y más profundo. Quería profundizar en los datos que me interesaban de verdad a mí. Quería ver cómo valorar a los jugadores para explicarles cómo quiero que jueguen y lo que espero. Quiero evaluarlos en función de cómo les pido que jueguen.
P. ¿Qué ha elaborado?
R. Creé mis propias métricas y definí zonas en el campo. Y a partir de eso, definí algunos indicadores de rendimiento [KPI en inglés] en función del tiempo: cuántos segundos quiero estar en esta zona, cuántos segundos quiero estar en esta otra. Luego cogí un grupo de equipos y de entrenadores que juegan de manera similar a cómo me gustaría que jugara mi equipo e intenté descifrar qué tenían en común. Miré muchos datos hasta reducirlos a unos 20 indicadores ofensivos y 20 defensivos. Ahora tengo la sensación de que puedo medir el rendimiento de mis jugadores según la manera en que me gusta que juegue mi equipo, y saber cómo evoluciona.
P. ¿Qué le llamó la atención de Bellingham cuando le conoció?
R. Si veías su pasaporte y su cara cuando llegó al Dortmund con 17 años, pensabas: “Sí, hemos fichado a un adolescente”. Entonces entra al campo y dices: “No, no; es un veterano”. Si hablamos de caracteres, llegó como ganador y se fue como líder.
P. ¿En qué evolucionó?
R. Cambiamos su rol. Como entrenador del Dortmund, estás reconstruyendo el equipo cada año. Un año pierdes a tu máximo goleador, a Haaland, y necesitas reemplazarlo no solo como carácter, como jugador; también necesitas suplir sus goles. Ese curso Jude tuvo un nuevo rol. Debía tener impacto en los datos en ocasiones, asistencias y goles. Si necesitas goles de tu 8, tienes que cambiar tu estilo de juego. Necesitas más tiempo para llegar al área, algunos pases extra en las bandas para que al 8 le dé tiempo de estar allí cuando llegue el centro. Y Jude empezó a marcar y asistir mucho en su última temporada en el club.
P. Después se fue al Madrid, que acababa de perder a Benzema, su nueve. ¿Ese trabajo suyo con él les ayudó?
R. Carlo [Ancelotti] me ayudó más a mí a ser entrenador. No sé si ayudó, pero sí creo que influyó para tomar la decisión de ficharle. Si ves que es capaz de hacer eso, es más sencillo pagar esa cantidad de dinero por él.
P. El Madrid ahora tiene un delantero. ¿En qué papel puede ayudar más Bellingham?
R. Ahora juega en dos equipos brillantes, el Madrid y la selección inglesa, y con dos entrenadores brillantes, Xabi Alonso y Thomas Tuchel, por quienes tengo el máximo respeto. Sería injusto que aconsejara desde la distancia. Pero —y estoy describiendo— ahora su impacto es un poco diferente de la temporada pasada, cuando defendió muchas veces en la banda. Ahora el juego es algo más central, con muchos pases cortos, apoyos, y ahí es donde ha evolucionado más. Pero Jude puede hacer cualquier cosa. Y si no es capaz de hacerlo ahora, lo va a aprender. Con Jude es solo una cuestión de tiempo, porque tiene talento y trabaja duro. Para Jude cada respuesta, incluso si es un no, es un no por ahora, porque en el futuro va a ser diferente. Va a cambiar todo. Su juego ha evolucionado mucho en poco tiempo.