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Pedro Porro: “No me molesta la crítica, te hace más fuerte”

El defensor del Tottenham se consolida en el once de España, que busca sellar su clasificación al Mundial ante Georgia

Tiene el gesto duro, como si solo pudiera expresarse con soltura en un campo de fútbol. Sin embargo, es solo una apariencia. A Pedro Porro (Don Benito, 26 años) le gusta conversar. De fútbol, por supuesto, pero también de su vida. No esconde sus caídas ni su pasado, especialmente emotivo cuando h...

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Tiene el gesto duro, como si solo pudiera expresarse con soltura en un campo de fútbol. Sin embargo, es solo una apariencia. A Pedro Porro (Don Benito, 26 años) le gusta conversar. De fútbol, por supuesto, pero también de su vida. No esconde sus caídas ni su pasado, especialmente emotivo cuando habla de su abuelo: la persona que le forjó el espíritu competitivo, ese que se curtió en la cantera del Rayo y que le permitió debutar en Primera con el Girona, para luego pasar por el Valladolid y el Sporting de Portugal antes de dar el salto a la Premier League con el Tottenham. En el camino, ha logrado consolidarse en las convocatorias de Luis de la Fuente para la absoluta, que hoy juega ante Georgia para intentar sellar su clasificación al Mundial 2026 (18.00, La1) No fue fácil para Porro, pero nada lo fue. Y él, curiosamente, lo disfruta.

“Si de pequeño hacía dos goles, mi abuelo quería cuatro. Me ha inculcado esa ambición que me ha hecho más grande”, explica Porro, sentado en la grada del campo principal de la Ciudad de Fútbol de Las Rozas. Es divertido cuando interactúa con sus compañeros, serio en la conversación con EL PAÍS. Nunca pierde la amabilidad, tampoco las ganas de explicar su pasado. “Mi abuelo siempre me acompañó a todos lados cuando era pequeño”, explica. Una costumbre que no perdió ni siquiera cuando se mudó a la cantera del Rayo en Vallecas. “Mi familia no ha sido de dinero. Hay un día que siempre lo recuerdo. Un partido entre la selección extremeña contra la de Madrid. Él llegó en coche a las tres o cuatro de la mañana. Se quedó a dormir en el coche. Un fenómeno”.

Entre el cariño y la exigencia de su abuelo, Porro ha forjado un carácter que casi olvida los aciertos para centrarse en los errores. Como si la alegría fuera efímera y la amargura de las pifias, una lección tatuada. “Soy un jugador al que le gusta ver su evolución, al que le gusta corregir los errores, que tiene ambición y que si yerra se vuelve a levantar. Esa es mi personalidad”, explica. Eso sí, para trabajar sus déficits no molesta a sus entrenadores, tampoco a los analistas. “Llego a casa, pongo el partido repetido y voy parando en lo que me gusta. Hay muchas situaciones en las que el balón te viene y si lo has analizado das el pase de memoria. Te puede salir mal, pero ya lo tienes en la cabeza. Por eso me gusta verme”.

Y, en esa especie de costumbre sufrida, se centra en sus partidos malos. “En los buenos sé que, por ejemplo, tengo mi característica ofensiva, que es el desparpajo arriba. Pero sobre todo me enfoco más defensivamente. La gente siempre ha estado pinchándome en ese tema, pero…”, reflexiona. Se toma una pausa y prosigue: “Te dicen cosas, pero las críticas no son algo que a mí me cohíba al jugar. Llevo dos o tres años enfocándome más en el tema defensivo, porque jugando tengo esa sensación de que puedo mejorar. No me molesta la crítica, te hace más fuerte”.

Georgia GEO
España ESP

La exigencia de la Premier League, entonces, resulta un caramelo para el competitivo Porro. “Te enfrentas a extremos de talla mundial todos los fines de semana. Te hacen estar al 200%, concentrado en todos los momentos: te tienes que enfocar en lo que tienes que hacer”, asegura el lateral de la Roja, principalmente centrado en su posicionamiento en el campo. “Yo vengo de ser extremo. El posicionamiento es muy importante. No es lo mismo que en un cambio de orientación te posiciones de una determinada manera o de otra. Porque, por ejemplo, si estás mirando para otro lado y el extremo te corre, ya no te da tiempo”, subraya. E insiste: “El trabajo defensivo es un cúmulo de cosas. También es importante el uno contra uno. Llevarle más para fuera al rival, a su pierna mala, no dejarle entrar por dentro. Son cosas que voy corrigiendo poco a poco. Y la verdad es que si ves partidos de antes y ves los partidos de ahora se nota que estoy a un nivel diferente”.

Y está tan enfocado en progresar su faceta defensiva que ya hasta duda de si le gusta más firmar un tackle que una asistencia en su planilla. “Ahora mismo le diría que estoy en modo tackle… Esa mentalidad es buena. Cuando haces un corte defensivo, eso se traduce en intensidad. Y esa intensidad te da más”. Progresa en defensa, sin borrar de su memoria su pasado como extremo. “Me gusta hablar con los delanteros de área antes de los partidos”, cuenta el jugador del Tottenham. Y detalla las conversaciones con sus compañeros: “Si tú me ves más hacia la línea de fondo, quédate un poquito más atrás y yo te la pico…”, “Si me ves en carrera, ataca el espacio, yo te la pongo por delante”. Acto seguido, concluye: “Son esas cosas las que me gustan”.

Pocas cosas en el fútbol, sin embargo, le gustan más que la Roja. “Salí de mi casa de pequeño para buscar mis objetivos y no es fácil. La selección era uno de esos objetivos. A veces la gente se piensa que ahora, como estoy en el fútbol profesional, me han regalado todo. Creo que a veces no saben lo que un deportista pasa desde bien pequeño: mientras el resto de niños disfrutan de su familia y de su infancia, tú tienes que estar trabajando día a día, estar fuera de tu casa, en colegios que no son el tuyo y sin tus amigos. Te tienes que hacer todo nuevo. Y no es nada fácil. Nadie te regala nada y por eso a día de hoy sigo valorando”, explica su emoción el día que debutó con España en marzo de 2021, con Luis Enrique como entrenador, justamente ante Georgia.

Del sueño a la pesadilla, su estreno con España quedó empañado por un mal partido. Tardó siete meses en volver a una convocatoria y dos años en volver a jugar. No fue hasta octubre de 2024 cuando se afianzó como uno de los habituales de De la Fuente, ahora dueño del lateral derecho desde que Carvajal está en la enfermería. “No estaba preocupado después de ese debut. Si trabajas, la vida te da nuevas oportunidades. Eso es lo que siempre me hizo creer mi abuelo”, explica. Su abuelo regresa a la conversación, también por su fallido estreno con el Tottenham: “Si yo no llego a tener ese partido malo contra el Leicester cuando debuté en el Tottenham, a lo mejor no hubiese trabajado como trabajo ahora por las tardes en el gimnasio. Por eso yo me quedo con los momentos malos, siempre te dejan algo bueno”.

Siempre con el recuerdo de su abuelo, siempre con la lección aprendida: “Hay momentos buenos, claro que los hay, pero aprendo más de los malos”. No cambia, mejor hacer cuatro goles que dos, mejor aprender de lo malo que regocijarse en lo bueno.

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