

El Barcelona también tiene portero: Szczesny
La excelente actuación del guardameta y el esfuerzo colectivo en defensa avalan el gol de Raphinha en un partido en el que Olmo y Lamine fueron sustituidos mientras Cubarsí era expulsado a los 22 minutos
Hay veces que un gol vale más que una docena, o incluso que cinco, el dígito mágico del Barça, que salió vencedor en Lisboa de un partido muy difícil y esforzado contra un enrabietado y orgulloso Benfica. Marcó a la hora de juego el inconformista Raphinha cuando Olmo y Lamine habían sido sustituidos y los azulgrana jugaban con 10 por la expulsión en el minuto 22 de Cubarsí. No quedó más artista que Pedri. Alcanzó con el aplomo del canario y sobre todo con el acierto de Szczesny, excelente ante un estéril adversario que se consumió sin remedio ante el desespero de Da Luz. Los azulgrana, habitualmente estupendos en ataque, aprendieron a gestionar un sufrido y muy meritorio 0-1.
El barcelonismo se ha ilusionado tanto con la Champions que se aferra a cualquier tipo de partidos, también a aquellos que se tuercen como el de Lisboa, uno más de la serie victoriosa desde que comenzó 2025: 3 empates y 13 victorias con la conseguida contra un Benfica que no encontró la manera de batir a Szczesny, el mismo portero que encajó cuatro goles en su última visita a Da Luz, tres de Pavlidis. El ariete se cegó anoche ante un iluminado Szczseny.
A un partido solemne, respondió Flick con la alineación que se supone titular una vez que Olmo ha recuperado la forma y Gavi se cayó incluso del banquillo por una faringitis que ya le tuvo fuera de la cita contra la Real. Olmo mejora el juego entrelíneas del Barça, un equipo que necesita presionar y atacar bien para defender mejor, sobre todo ante equipos poderosos en las transiciones como el Benfica, fuerte además en los costados con Schjelderup y Carreras. A pesar de perder, a los portugueses les convenía más que a los azulgrana repetir el guion de aquel disparatado encuentro de enero que acabó 4-5.
Así que el equipo de Lage planteó el mismo ida y vuelta que entonces con la diferencia de que Szczesny se corrigió y respondió con una parada de mérito al tiro de Akturkoglu después de un error de Balde. Acto seguido era Barreiro el que no embocaba un remate en la boca de gol propiciado por una segunda pérdida del Barça. Dos oportunidades en los dos primeros minutos monopolizados por el Benfica. La réplica llegó poco después con un chut de Olmo. La jugada conectó al Barcelona, que pasó a controlar el partido, a jugar en cancha contraria y a exigir a Trubin, excelente en una serie de tres paradas seguidas, una que parecía gol de Lewandowski.
A gusto con el riesgo, los azulgrana se impacientan cuando no son resolutivos y se exponen a fallos que penalizan mucho como el que se dio en un autopase de Pavlidis. El ariete provocó la falta y expulsión de Cubarsí. Muy pocos equipos han sido tan clarividentes como el Benfica para romper la línea de fuera de juego del Barça, a veces con los cambios de orientación, en ocasiones con la entrada de los jugadores de la segunda línea y también en acciones individuales como la de Pavlidis. La tarjeta roja a Cubarsí rompió el plan de partido de Flick porque el técnico sustituyó a un afligido y sorprendido Olmo por Araujo.
Los barcelonistas pasaron a cuidar más sus espaldas en inferioridad numérica y a aplicarse en las contras en medio de una gran humareda por las bengalas encendidas en Da Luz. El Benfica, sin embargo, no se desorganizó, sino que seleccionó sus llegadas, muy amenazante ante Szczesny, solvente también en un cabezazo inocente de Aktürkoglu. A falta de Olmo, la amenaza azulgrana se localizaba en Lamine. El extremo absorbía un juego ofensivo igualmente interesante que no lograba acabar Raphinha.
El partido se decantó del lado portugués cuando Carreras empezó a perforar el costado izquierdo y Koundé quedó en evidencia por la falta de ayudas defensivas que obligaron a intervenir continuamente a Szczesny. Flick intentó corregir el desajuste con la sustitución de Lamine por Ferran. Una decisión controvertida a no ser que el entrenador observara cansancio en el extremo en un partido de mucho desgaste físico para el Barça. El Benfica no paraba de cargar centros que no lograba embocar Pavlidis. La confianza perdió a los portugueses porque Antonio Silva se convirtió en asistente de Raphinha.
El zaguero se equivocó en el pase y el brasileño cruzó un zurdazo desde la frontal del área que se coló junto al poste izquierdo de Trubin. Un golazo que mereció una defensa tan numantina como inteligente del Barcelona. Los azulgrana acabaron por desquiciar al Benfica. A falta de delanteros, al Barça le alcanzó con Szczesny para cantar una victoria que sabe a gloria en Lisboa.