Las lecciones de Oriol Romeu, el futbolista culto, interesado por la filosofía estoica y con un curso de artes marciales

El mediocentro, que pasó un año complicado en el Barcelona, sonríe de nuevo en el Girona, que se mide hoy al Liverpool

Oriol Romeu, en un duelo de esta temporada ante Osasuna.Europa Press Sports (Europa Press via Getty Images)

Oriol Romeu (Ulldecona, Tarragona; 33 años) se había formado en el Barça, conocía el sistema y las particularidades del juego azulgrana, era catalán y llegaba de firmar una temporada redonda con el Girona. “Cayó de pie en el Camp Nou”, recuerdan desde el entorno del jugador. Pero, aunque firmó buenos partidos al inicio, su fútbol, de repente, se resintió. Desde entonces, las charlas con Xav...

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Oriol Romeu (Ulldecona, Tarragona; 33 años) se había formado en el Barça, conocía el sistema y las particularidades del juego azulgrana, era catalán y llegaba de firmar una temporada redonda con el Girona. “Cayó de pie en el Camp Nou”, recuerdan desde el entorno del jugador. Pero, aunque firmó buenos partidos al inicio, su fútbol, de repente, se resintió. Desde entonces, las charlas con Xavi se evaporaron porque el entrenador sólo le habló cuando jugaba, y su ánimo se diluyó, sobre todo cuando el técnico apostó por un central de mediocentro (Christensen). Intentó todo para voltear la situación, no se salió con la suya y dejó el Barça por la puerta de atrás. El Girona, sin embargo, le abrazó de nuevo y, tras un par de meses, Uri –como le conocen en el vestuario– vuelve a reír y a exhibir ese fútbol jerárquico en el centro del campo. Ese que tratará de desplegar hoy ante el Liverpool (18.45. Movistar) para que su equipo no se quede apeado de la Champions antes de tiempo. “Es un partido histórico y, si mostramos nuestra mejor versión somos capaces de plantar cara”, resuelve Romeu antes del encuentro; “Queremos que este sueño dure”.

En la Ciudad Deportiva del Girona ya ven normal que Romeu llegue el primero y se vaya el último, pida vídeos de rivales o de jugadas específicas, eleve la profesionalidad al máximo nivel. Es su forma de afrontar los retos, como le enseñaron en casa y como Rodolfo Borrell, que le llevó en el filial del Barça –pasó por el Liverpool y por el City con Guardiola, y ahora es director deportivo del Austin estadounidense–, le hizo ver ese día que iba un tanto agrandado tras regresar de la selección española sub-19 con unas botas Nike que le acababan de regalar. “Eres bueno, tienes muchas cualidades y puedes llegar, pero no te equivoques en cuanto a la ética de trabajo porque si no te esfuerzas como hasta ahora, otros te van a pasar por encima”, le vino a decir. “Me abrió los ojos”, reconoce Oriol Romeu en el podcast Kapital, donde también reflexiona sobre el libro que escribió La temporada de mi vida. Futbolista contracultural, no es raro verle con un libro bajo el brazo desde que devoró con fruición Tokio Blues de Haruki Murakami, del mismo modo que también se interesa por la filosofía estoica o se marca un viaje a la India en mochila con los amigos, al tiempo que se va a Tailandia a hacer un curso de artes marciales para ser más ágil. “Es un tío muy culto. Puedes hablar de cualquier cosa con él y, sobre todo, aprender”, desvela un compañero del Girona. Lo mismo que hizo él desde esa charla con Borrell.

Recuerda Romeu que cuando se entrenó con el Barça –entonces con Busquets como intocable– como juvenil, se sintió un tanto intimidado por el ritmo de balón que imprimían Xavi, Iniesta y compañía. “Hoy hemos estado fallones”, le soltó Xavi para abrumarle. Romeu se aplicó en el pase, en perfilarse, en absorber lo posible. Cosa que repitió cuando llegó al vestuario del Chelsea y vio que Lampard, que marcaba 20 goles por curso como medio, se quedaba tras cada entrenamiento haciendo ejercicios de finalización. “Lecciones de vida”, resume Romeu, que antes había pasado por Valencia, Stuttgart y Southampton. Como la que se llevó en el Barça el año pasado.

Resulta que el mediocentro bajó su rendimiento porque no estaba bien a nivel físico, con dolores en la rodilla operada hacía años. “Acusó el no estar preparado para competir domingo-miércoles”, explican desde el entorno de Romeu. Siempre activo ante los contratiempos, se apoyó en un coach deportivo, pasó horas haciendo bici en una sauna, bajó siete kilos y se refugió en la dieta macrobiótica, que consiste en llevar una alimentación equilibrada según los principios del Yin y del Yang y que limita el consumo de carne, café, comidas saladas, harinas refinadas, azúcares añadidos... Pero no funcionó con Xavi y Míchel le devolvió la sonrisa. “Este año estoy disfrutando más en el campo”, descifra Romeu.

Padre de Zac y Gia, ahora no tiene tanto tiempo para leer o investigar sobre nuevas técnicas para mejorar el rendimiento. “Pero es un referente de profesionalidad permanente”, señala un compañero del vestuario; “incluso en cómo gestiona las situaciones cuando le sale un mal partido, porque el fastidio lo convierte en más trabajo”. Y todos coinciden a la hora de valorarle como persona. “Además de ser un coco, como tío es un fuera de serie, un 10″, subrayan desde el camerino y desde el área técnica y deportiva. Un ejemplo fue en el duelo en Villareal, cuando en vez de pedir entradas y favores, alquiló un palco para sus familiares y amigos, ya que acudieron en masa porque está cerca de Ulldecona. Ahora toca el Liverpool y, de perder, seguir en la Champions sería una utopía. Pero pase lo que pase, Romeu saca una lección para futuras ocasiones. Él es así.

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