La pelota en el tejado de Hansi Flick

En el Barcelona reina la calma. Ni los tropiezos ante la Real Sociedad (1-0) y el Celta (2-2), ni la baja de Lamine Yamal, merman la confianza de Hansi Flick en sus muchachos. “Seguimos en nuestro camino. Y todos estamos bien con ello. Los jugadores saben lo que tenemos que mejorar. Ya lo hemos hablado”. El técnico fue el primer (prácticamente, el único) crítico a la hora de analizar el partido del Barcelona en Vigo. También fue (el únic...

En el Barcelona reina la calma. Ni los tropiezos ante la Real Sociedad (1-0) y el Celta (2-2), ni la baja de Lamine Yamal, merman la confianza de Hansi Flick en sus muchachos. “Seguimos en nuestro camino. Y todos estamos bien con ello. Los jugadores saben lo que tenemos que mejorar. Ya lo hemos hablado”. El técnico fue el primer (prácticamente, el único) crítico a la hora de analizar el partido del Barcelona en Vigo. También fue (el único) duro a la hora de exigirles mayor concentración a sus jugadores en el vestuario de Balaídos. Sin embargo, el crítico y duro Flick, se muestra comprensivo. “Somos un equipo joven que lo está haciendo muy bien, en los últimos partidos no tanto pero podemos aprender de ello”. El preparador azulgrana es consciente de lo que gestiona, una plantilla tan joven como sana, sorprendentemente líder en la Liga y dispuesta a aferrarse al grupo de los ocho primeros en la liguilla de la Champions League ante el Brest (a las 21.00, Movistar Liga de Campeones).

En los despachos de la Ciudad Deportiva la confianza descansa tanto en el trabajo de Flick, como en el talento de la Masia. “Sabemos que los chavales están en un proceso de aprendizaje. Se puede entender lo que pasó en Vigo. Pero también sabemos que es Flick el que ha confiado en ellos. Tranquilidad absoluta”, aseguran desde el área deportiva del Barcelona. “Para nosotros”, interviene Hansi Flick, “lo importante es que los jugadores sepan los buenos que son. Tienen que estar seguros de su calidad. Queremos enseñarles que deben jugar juntos y a estar bien relacionados dentro del campo. Es increíble ver cómo pueden jugar, pero eso hay que trasladarlo al partido. Y en eso nos centramos”.

El problema es que Flick todavía no puede contar con Lamine Yamal para el duelo contra el Brest. El delantero, según el comunicado del club, sufrió un esguince de grado 1 en el tobillo derecho. Una lesión que lo dejó fuera de los partidos frente a la Real y ante el Celta. En los dos, el Barça dejó puntos. Lo mismo que ya le había pasado a los azulgrana cuando Lamine saltó al campo desde el banquillo en la derrota contra Osasuna. “Lamine tiene una calidad que le permite al equipo controlar el balón, pero también genera que el rival nos dé más espacio. Pienso y espero que sea el último partido que se pierde. Estaba muy bien, pero tendremos que esperar”, expuso Hansi Flick.

La ausencia de Lamine

No solo el cuerpo técnico descansa en el delantero de 17 años. “Sabemos de la importancia que tiene Lamine. No lo voy a negar, nos da mucho y es muy desequilibrante. Hace retroceder a la línea defensiva: encara, genera asistencias y mucho miedo. Es vital, pero hay plantilla de sobra para ganar todos los partidos y no porque no esté tenemos que perder o ganar”, se sumó Iñigo Martínez.

Ocurre, en cualquier caso, que la ausencia de Lamine no es el único dolor de cabeza para Flick. Balde tampoco estará en la Champions después de perderse el duelo frente al Celta. Fue, justamente, el lateral izquierdo una de las debilidades del Barça en Vigo, después de que el alemán reemplazara a Gerard Martín por Héctor Fort en el entretiempo. “Llegamos con el mismo nivel físico que en los partidos previos, el mismo en Vigo que ante el Bayern. No es cuestión de físico, es de errores. Hay muchas cosas que podemos hacer mejor con y sin balón”, cierra Hansi Flick.

El técnico aceptó el reto de liderar un vestuario joven hasta convertirlo en una de las sensaciones de España (0-4 en el Bernabéu) y de Europa (4-1 frente al Bayern), como también la responsabilidad desafiarles en la adversidad, tras sumar un punto de los últimos seis. Duro y crítico, también compresivo, Flick acepta que la pelota está en su tejado.