La resistencia del Mirandés como vivero de futbolistas que acaban en Primera

El humilde equipo de Segunda renueva vestuario año a año con jóvenes talentosos cedidos que se curten en Anduva ‌

El jugador del Mirandés Joaquin Panichelli (centro) celebra un gol contra el Málaga en La Rosaleda junto a Tachi (izquierda) y Alberto Reina (derecha) el 24 de agosto.AFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)

Dani Vivian, del Athletic, ganador de la Eurocopa. Sergio Camello, del Rayo Vallecano, goleador de la selección que se llevó el oro olímpico. Rodrigo Riquelme, recluta del sargento Simeone en el Atlético de Madrid. Nico Jackson, ariete del Chelsea. Iván Martín, fijo del histórico Girona de Champions. Abdón Prats, leyenda del Mallorca fin...

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Dani Vivian, del Athletic, ganador de la Eurocopa. Sergio Camello, del Rayo Vallecano, goleador de la selección que se llevó el oro olímpico. Rodrigo Riquelme, recluta del sargento Simeone en el Atlético de Madrid. Nico Jackson, ariete del Chelsea. Iván Martín, fijo del histórico Girona de Champions. Abdón Prats, leyenda del Mallorca finalista de Copa. Iraola, entrenador del Bournemouth tras brillar en Vallecas. Todos han crecido en la misma casa: Anduva. El humilde Mirandés, que representa en Segunda al pequeño Miranda de Ebro (Burgos, 35.000 habitantes), resiste en la hipertensionada categoría de plata sorteando las estrecheces financieras como trampolín para jóvenes perlas de equipos potentes. Un repaso a las plantillas de Primera y Segunda evidencia el vivero de los jabatos, con vestuarios renovados anualmente con cedidos para hacer la mili futbolística. Esta campaña, 12 de los 21 futbolistas vinieron a préstamo.

Lejos queda el simpático y modestísimo Mirandés de Pablo Infante, banquero de día y prestidigitador de noche, o el mito de bronce César Caneda, con aquellas semifinales de Copa del Rey de 2012 con una plantilla más habituada al barro que a las cámaras. La desventaja, la falta de experiencia para pelear permanencias en Segunda, pero vence el arma de enorme calidad y el sello de las grandes canteras. El objetivo, mantenerse en Segunda aun sufriendo hasta el final, como el curso pasado. Los derroteros del balompié conllevan que un delantero que hace unos años arengaba a la pequeña pero ruidosa grada rojilla ahora posea un oro olímpico. Sergio Camello reflexiona sobre aquel Mirandés donde hace dos temporadas firmó 15 chicharros en una sociedad diabólica con Rodrigo Riquelme (siete goles y 12 asistencias). “La experiencia en un vestuario tan joven fue maravillosa. Era mi primer año fuera y se agradece coincidir con gente de tu generación, todos veníamos de equipos importantes. En Miranda maduré porque salí de casa y tenía que comportarme como un adulto”, destaca el ariete, consciente de los perjuicios de la bisoñez: “Nos faltó experiencia para controlar los partidos y acabar más arriba, eso lo dan los años y el fútbol y a veces nos comportábamos como un filial”.

Aquel equipo acabó en mitad de tabla con nombres como los dos canteranos colchoneros, Meseguer (Real Valladolid), Sergio Carreira (Celta), Iñigo Vicente (Racing) o Brugué (Levante). Camello se decantó “por lo que entendía como un trampolín para muchos jugadores”, y acabó formándose un plantel de calidad: “Nos repartíamos la responsabilidad porque sabíamos que podíamos dar mucho y ser importantes”.

El presidente del CD Mirandés, Alfredo de Miguel, achaca este modelo a la filosofía económica del club, tendente a no asumir deuda. “A nosotros no nos va a ayudar nadie si vienen vacas flacas, hacemos virguerías presupuestarias. La conclusión la da el mercado, no podemos acudir a jugadores con competencia como la del Málaga o el Deportivo”. El dirigente admite no confiar en jugadores veteranos, avalado por los éxitos de estas campañas, y atribuye el rendimiento de los jóvenes al trato muy personal, mucha proximidad: “Se sienten en una gran familia”. Los equipos “cedentes”, añade De Miguel, confían plenamente en el Mirandés para foguear a los suyos porque “todas las partes salen beneficiadas”. “La inmensa mayoría son chicos estupendos y al verlos desarrollarse y triunfar siento una enorme satisfacción, en los Juegos Olímpicos el pase a la final lo dio un gol de Juanlu y los dos del oro, Camello, que fueron nuestros”, detalla el mandatario: “¡Fíjate que hay clubes en el mundo!”, exclama.

El jugador del Athletic Club Dani Vivian en el partido contra Osasuna en San Mamés el 11 de mayo. Ion Alcoba Beitia (Getty Images)

La traca al alcanzar otras semifinales coperas en la temporada 2019-2020 resonó bajo ese nuevo y eficaz modelo. Al año siguiente, Vivian lideraba la zaga, Iván Martín culebreaba en tres cuartos y Meseguer manejaba la medular. Este último, hoy jugador del Pucela, recuerda con cariño ese bautizo. Tenía 20 años cuando cambió la formación en Murcia por la realidad de Anduva. “Cuando me llamaron de Segunda ni me lo pensé, el director deportivo Chema Aragón apostó por mí, era un gran paso”, destaca Meseguer, feliz en un vestuario novato y hambriento: “Había muy buen ambiente, al principio siempre costaba, pero había tanto talento que ganábamos en cuanto funcionábamos, a base de calidad”. Para muchos era la primera aventura fuera del nido y acabaron haciéndose mayores dentro y fuera del campo, con muchas tardes juntos para paliar esa soledad inicial. “Era casi un filial”, apunta Mese, uno de los pocos que enlazó dos temporadas, con 76 partidos.

La proximidad a Euskadi ayuda a que los equipos vascos, de prestigiosas categorías inferiores, confíen en el Mirandés para sus cachorros. La Real Sociedad envió a Guridi (hoy del Alavés) o a Merquelanz (Eibar, lastrado por graves lesiones), y el Athletic de Bilbao, a Vivian, Imanol García de Albéniz o Beñat Prados, la joven brújula de Ernesto Valverde, que coincidió con Juanlu (Sevilla) o García de Haro (Osasuna). Prados ensalza que aprendió lo que le esperaba al saltar de Primera RFEF a Segunda, “con mucho nivel y equipos duros” como rodaje previo a la élite. Tras comenzar en el medio, pasó a central en línea de cinco: “Mejoré la faceta defensiva en duelos, la categoría lo pide y me hice más jugador”. El centrocampista eligió Miranda aconsejado por Vivian o Iñigo Vicente y seducido por el proyecto ofrecido por Chema Aragón y el entrenador, un Joseba Etxeberría al que conocía del filial vizcaíno. “Con tantos jóvenes se hacía más piña, quedábamos mucho para tomar algo y nos hicimos amigos”, agradece el pamplonica, quien achaca los malos inicios al juntarse tantos nuevos: “No nos conocíamos, no sabíamos cómo jugaba cada uno. Uno acaba pidiéndola al pie y otro al espacio, por eso cuesta un poco empezar”. Por eso ensalza a veteranos de aquel año como Raúl Navas o Manu García para ayudar a digerir las fases de las largas temporadas de Segunda.

La pasada campaña despuntaron Carlos Martín (15 goles), ahora cedido por el Atlético en Vitoria, o Gabri Martínez (filial del Girona, ahora en el Sporting de Braga, que logró nueve goles y seis asistencias). De la 2024-2025, sexto año seguido en Segunda, de momento asoma Panichelli, con una diana y buenas sensaciones, perteneciente al Alavés. Ya habrá tiempo de que él, o cualquiera de sus compañeros, aumenten su currículum.

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