Fabián ilumina la resistencia de España ante Suiza

La excitante España campeona de Europa también domina el registro de la resistencia. En Ginebra aguantó más de una hora con uno menos en un conmovedor ejercicio solidario culminado por un fogonazo prendido entre Ferran Torres y Fabián, que alcanzó el área después de consumirse sosteniendo el centro del campo. Marcó y permitió a la selección sacar la cabeza del agua del insistente chaparrón suizo, que apretaba para culminar la remontada. Ahí se les terminó el empeño. Se quedan con dos derrotas en dos jornadas de la Nations, mientras que la Roja endereza así su titubeante estreno.

Aunque antes de tener que entregarse a la resistencia, también hubo un tramo de luz, una respuesta al apagón de Belgrado. España tiró 21 veces el jueves y se fue de vacío. En Ginebra, a los tres minutos, Joselu, titular en lugar de Ayoze, ya había probado dos veces. Y en la segunda, marcó. Lamine agitó la defensa desde la derecha, fue, vino, paró, aceleró y centró al segundo palo, donde cabeceó el nueve. Kobel se estiró al límite y el VAR propició un par de minutos de suspense. Pero el portero del Borussia Dortmund había llegado a la pelota por detrás de la línea.

La noche no se parecía a la de Serbia. Suiza tenía otro plan, otra ambición, y eso abría espacios para los extremos de la Roja. Antes del gol, Fabián ya había lanzado al vuelo de Nico Williams, que puso el balón en el área, donde Pedri se la dejó a Joselu para su primer intento. Al cuerpo de Kobel.

El partido fluía más de lo que anunciaba el estado del césped, aún recuperándose de una invasión de hongos, sometido a horas de lluvia. España golpeaba, Suiza trataba de responder. Hasta que Lamine, un misterio para todas las defensas, lanzó a Nico al espacio. El extremo del Athletic pisó el área, se frenó, recortó y se encontró con Kobel. Pero llegaba también Fabián y envió el rechace a la red. España solo había necesitado algo de aire para volver a parecerse al equipo picante de la Eurocopa.

Pero Suiza tenía a Embolo, y cada balón filtrado por el centro se convertía en un susto. Hasta que se puso por delante de Le Normand, enfilando ya el área y el central del Atlético le derribó. Roja directa, y de repente un partido nuevo, con más de una hora por delante.

Vargas detectó un filón por la izquierda. Por ahí Suiza se encontraba a menudo en ventaja contra Carvajal. Era también la zona que debía proteger Lamine, pero al jugador del Barça le costaba recuperar el sitio. Era pronto y a España aún le quedaban reservas. Seguía atacando y Lamine constituye una amenaza formidable: cada balón anuncia un sobresalto. Pero le costaba el viaje de vuelta, y De la Fuente lo cambió en el descanso por Ferran Torres. En cualquier caso, el gol de Suiza no llegó por ahí, sino en un córner cabeceado en el primer palo y rematado por Amdouni en el segundo.

Rodri, que volvía a jugar después de lesionarse en la final de la Eurocopa, trataba de atemperar el entusiasmo de su gente. Aún no está fino, pero siempre sabe lo que conviene, y a España no le venía mal guardar para más tarde. Quedaba mucho e iba viéndolo poco a poco más lejos, mientras arreciaba la lluvia. Cada vez le costaba más salir, enlazar diez pases, instalarse un rato en el otro campo. Suiza apretaba y recuperaba enseguida. España buscaba la vía directa, las guerras del aire de Joselu, que no desesperaba pese al poco fruto. La resistencia consume. Sobre todo al que asedia, si no la rinde. Suiza no encontraba el camino y España sacó premio de una carrera. Se escapó Ferran por la derecha y encontró en el área a Fabián, que había sido el sostén en el centro del campo, en el corte, en la pausa y también enfilando hacia Kobel. Hace todo con España. Hasta el gol que les alivió. Ahí se venció Suiza, que vio cómo Joselu dejaba solo a Ferran para el cuarto. España jugó, resistió y se redimió del tropezón serbio.

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