Pedri, del dolor a la alegría: El Barcelona vence al Rayo Vallecano
Los azulgrana alcanzan el subcampeonato con dos tantos del canario ante un conjunto rayista sin puntería
El Barça ganó por fin al Rayo y se aseguró el subcampeonato de Liga. Los asuntos menores toman importancia en un equipo que vive pendiente de la suerte de su entrenador después de una temporada en blanco y del exilio forzoso a Montjuïc. La Grada de Animació coreó el nombre de Xavi para celebrar el 3-0 con el que los azulgrana acabaron con su mala racha de resultados —tres derrotas y dos empates— ante el plantel de Vallecas. La victoria fue tan noticiosa como que el goleador fuera Pedri así como que no marara el Rayo. El tinerfeño se sacó el miedo de encima en el último tramo del choque y recu...
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El Barça ganó por fin al Rayo y se aseguró el subcampeonato de Liga. Los asuntos menores toman importancia en un equipo que vive pendiente de la suerte de su entrenador después de una temporada en blanco y del exilio forzoso a Montjuïc. La Grada de Animació coreó el nombre de Xavi para celebrar el 3-0 con el que los azulgrana acabaron con su mala racha de resultados —tres derrotas y dos empates— ante el plantel de Vallecas. La victoria fue tan noticiosa como que el goleador fuera Pedri así como que no marara el Rayo. El tinerfeño se sacó el miedo de encima en el último tramo del choque y recuperó la alegría con dos tantos ante el alivio del estadio Lluís Companys.
Los partidos del Barcelona acostumbran a ser muy fragmentados, el fútbol no suele tener continuidad, como tampoco las alineaciones de Xavi. Pedri regresó al banquillo el día que volvía Gündogan. El tinerfeño ha tardado en reaparecer al igual que Araujo. También ha desaparecido la figura del medio centro defensivo que representaba Christensen. La medular azulgrana vive ahora el momento Fermín, un futbolista que con su despliegue y llegada llena los encuentros, y ha recuperado el sentido del juego con Sergi Roberto. El futbolista azulgrana de referencia, en cualquier caso, continúa siendo Lamine Yamal, figura al inicio y también al final de la Liga.
Lamine Yamal tomó la pelota nada más comenzar el partido y no la soltó durante un cuarto de hora, duro y faltón en defensa, amonestado muy pronto, y decisivo en ataque, dulce asistente a los dos minutos de Lewandowski. El extremo marcó la línea del área desde la derecha y picó la pelota para el ariete, excelente en el control con el pecho y en el remate cruzado, imposible para Dimitrievski. El gol adormeció al Barcelona y despabiló durante unos minutos al Rayo, que encadenó hasta media docena de disparos ante la sorpresa de Ter Stegen. Los centrales concedían demasiado espacio a sus espaldas, vulnerables en los balones largos y cruzados, y Camello no paraba de encarar la portería del Barça.
A pesar de que Lewandowski se ganó en una larga carrera un chut que repelió Lejeune, el juego azulgrana no se estabilizaba y los futbolistas de Xavi sumaban más tarjetas que oportunidades mientras desde la grada de animación salían de vez en cuando algún cántico de “Barça sí, Laporta no” respondido con tímidos pitos desde las clareadas gradas de Montjuïc. A falta de interés en la cancha, la atención estaba en los fondos del estadio, en el banquillo, en la radio —y el Carrusel Deportivo—, en cualquier detalle que pudiera ayudar a descifrar la hoja de ruta de Xavi y las intenciones de Laporta. No había ánimos ni broncas sino un duermevela a la espera de que se volviera a asomar Lamine Yamal.
La pelota iba de pie a pie, muy pesarosa y nada dañina, ahora la perdía uno y después la recuperaba el otro, sin más incidencia que un disparo forzado de Álvaro García, defendido al final por Koundé, que neutralizó Ter Stegen. La rueda de cambios pareció reforzar al Rayo, siempre bien perfilado por la izquierda con Álvaro García, porque Ratiu e Isi estuvieron muy cerca de empatar, negados por un escorzo de Iñigo Martínez y una parada de Ter Stegen. Los azulgrana, sin embargo, reaccionaron con dos jugadas estupendas, una de João Félix y la segunda de Araujo, las dos rematadas por Pedri. Los goles del tinerfeño encendieron las apagadas gradas de Montjuïc.
Pedri recogió un balón largo de Araujo para ganar el campo y el balón y chutar contra Dimitrievski en el 3-0. El 2-0 fue una jugada preciosa de João Félix. Los gestos técnicos del portugués —el control, el giro, la pisada, el caño— posibilitaron el disparo seco del canario que acabó con un desvío de Lejeune. La alegría de Pedri fue contagiosa y la afición se alegró tanto como Xavi. Los cánticos a favor del entrenador cerraron la noche con más goles y jugadas que fútbol en Montjuïc.
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